EL REVÉS DEL DERECHO EN EL PERÚ
En el Perú, el Derecho no solo es una ciencia, es un arte... el arte del acomodo. De la interpretación interesada. De la letra chiquita y el vacío legal. Y aunque la teoría nos vende un sistema justo, racional y ordenado, la práctica peruana lo transforma todo en un espectáculo tragicómico donde los principios jurídicos se maquillan, se estiran y se disfrazan para acomodarse al cliente de turno.
Empecemos con el asilo vip de Nadine Heredia, ex primera dama y reincidente en el club de los investigados por lavado de activos. En teoría, el asilo es un mecanismo excepcional para proteger a perseguidos políticos… pero en la práctica, sirve como ticket de avión para evadir a la justicia nacional.
Brasil, con esa cortesía que tiene con los aliados ideológicos, le ofreció la alfombra roja a la recordada “borrachita de poder”. ¿Resultado? Condenada por 15 años, pero viajando tranquila, sin grilletes ni selfies en el penal. La figura legal del salvoconducto —ese unicornio diplomático que debía aplicarse con estricto análisis— se convirtió en una autopista hacia la impunidad. Aquí el Derecho no falló, se dejó usar. ¿Sí o no, Boluarte?
Otro punto de abordaje es el Código Procesal Penal: nos dice con solemnidad que la prisión preventiva es “último recurso”. Solo debe usarse si hay riesgo de fuga o si se entorpece el proceso. ¡Ajá! Pero en el Perú es más fácil meter a alguien preso “por si acaso” que conseguir cita en Essalud.
Alrededor de 40% de internos de este país está encerrado sin sentencia firme. ¿Qué pasó con la presunción de inocencia? Se quedó en los libros, arrimado junto al principio de razonabilidad. Mientras tanto, la prisión preventiva se volvió una suerte de comodín judicial: cuando no hay prueba suficiente para una condena, se recurre al encierro como castigo anticipado. Y si la acusación cae después, bueno, ya fue… que el Estado pague la reparación (si la paga).
Otro punto que no deja de indignar a cualquiera. Hace unos años, el Tribunal Constitucional fue demasiado claro: el hacinamiento carcelario es inconstitucional. Exigieron soluciones, plazos, reformas… ¿y qué obtuvimos? Más hacinamiento, más abandono, más presos sin colchón ni atención médica. Es como si la resolución del TC se hubiera emitido en sánscrito.
El penal El Milagro, de Trujillo, por ejemplo, tiene una sobrepoblación de no menos de 330%. Diseñado para albergar a 1,800 internos, este penal actualmente aloja a cerca de 6 mil reclusos. Eso ya no es un penal, es un experimento social. Pero nadie levanta la voz, porque mientras los presos estén tras las rejas —culpables o no— el resto del país puede seguir con su vida, creyendo que hay justicia solo porque hay barrotes.
Finalmente, la Constitución y la ley prohíben que sentenciados por delitos dolosos postulen a cargos públicos, pero en el Perú la política no es una carrera, es una trinchera. Y los sentenciados no se rinden tan fácil. Ya tenemos proyectos de ley que buscan reinsertarlos al Congreso... y si se puede, a Palacio también. ¿El argumento? El derecho a la participación política. Porque, claro, nada dice "democracia" como elegir a alguien que fue condenado por robarle al Estado que ahora quiere volver a dirigir, ni hablar de aquellos que perdieron la cabeza en el “trono”, y quieren volver a como de lugar, por sobre malandrines e ingenuos. Y así, entre resquicios legales y apelaciones eternas, se les abre la puerta tarde o temprano. No es impunidad, vamos, es creatividad jurídica.
Así las cosas, el Derecho peruano vive de espaldas a su propio espejo. La norma dice una cosa, pero la práctica —ingeniosa, astuta y muchas veces descarada, a la peruana— se encarga de encontrar el atajo. Y lo peor: todo esto ocurre dentro del marco legal. Ja, eso no lo advirtió ni Yerovi. Es el revés del Derecho, donde el principio se invoca, pero el resultado se negocia con plata como cancha.
Aquí no falta ley, falta vergüenza. Y mientras eso no cambie, el Derecho seguirá siendo ese traje de gala que usamos para justificar, disimular y hasta premiar las más descaradas irreverencias de nuestra fauna política nacional.
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