UN DÍA SIN ACUÑA
De pronto Trujillo amanece y se me antoja algo diferente. No, no es que la delincuencia haya disminuido, ni que los huecos en las pistas hayan desaparecido por arte de magia, ni que los periodistas hayan recobrado su dignidad perdida u olvidada. Tampoco es que de repente las obras se ejecuten en tiempo récord o que la región haya recibido una ráfaga de progreso inesperado, tal como alucina la mente afiebrada del “Dr. Maletín”. No, queridos amigos, lo que pasa es que el gobernador de La Libertad, César Acuña, se ha vuelto a ir de viaje. Y como ya nos hemos acostumbrado, vamos, tampoco es que lo extrañemos demasiado, ¿dí?
Mientras nuestro líder regional, magnífico empresario y dilecto Ph. D., se embarca en otra de sus misteriosas expediciones internacionales (de las cuales nunca queda claro si trae algo útil de vuelta, en serio, mismo Porky Junior y su vuelta por la China), aquí en Trujillo cada quien sigue luchando con su propia versión de "modo supervivencia". Ya a estas alturas, la ciudad parece una versión criolla de Ciudad Gótica, pero sin Batman ni un comisario Gordon a la vista. Lo que sí abundan son los "Jokers" del crimen, extorsionadores que hacen su agosto todo el año y sicarios que operan a plena luz del día, en virtud de un pacto tácito con las autoridades persecutoras. Pero bueno, el gobernador no tiene de qué preocuparse, su seguridad está garantizada en el aeropuerto, en la cabina de su avión y, seguramente, en algún hotel cinco estrellas en tierras lejanas, junto a la gatita de turno.
Ya en serio, desde su elección, Acuña ha dominado el arte de la gobernanza a distancia: con más días fuera que dentro de la región, su compromiso con el cargo es tan sólido como una promesa electoral en campaña, que ahora nadie quiere recordar porque este señor creo que no tiene nada bueno por recordar. Pero tampoco nos hagamos problemas, si algo nos ha enseñado la última gestión acuñista es que aquí cada quien se vale por sí mismo. Seguridad, educación, salud... ¡pura autonomía ciudadana! Trujillo es una tierra de emprendedores, como ya lo dijo mi amigo Porras, especialmente en el rubro de "cómo sobrevivir sin Estado". Por eso la gente se larga, por eso se retraen las inversiones, y hasta el decano de un Colegio profesional aprovecha el pánico para cutrear a costa de sus agremiados: ¿si todos lo hace por qué no este pechito?
Y ya que el Chato está de paseo, me he puesto a pensar comiendo mi pan con mermelada de tomate (gracias, Vivi), que sería un gran detalle si en su próxima travesía internacional lleve con él a varios de sus fieles seguidores de Alianza para el Progreso, incluyendo al idiota de la “inteligencia artificial”, que le metió el dedo a todos los periodistas digitales. Así, no estaría mal que haga turismo con esos regidores, congresistas y funcionarios que, con gran esfuerzo, han logrado que la mediocridad alcance niveles olímpicos en la administración pública, incluso pueden acompañarles las amiguitas del Torres Saravia. Sería todo un gesto de generosidad, una especie de "beca de viaje vitalicia", con la única condición de que no regresen nunca a esta ciudad.
Así que hoy, 7 de marzo, es una mañana hermosa, celebremos este Día Sin Acuña. Puede estar en Dubái, París, Madrid o en una isla paradisíaca, y aquí la vida sigue igual (o peor). ¿Se le extrañará? Lo dudo. ¿Se le necesita? Tampoco. Que disfrute su aventura, que aquí en Trujillo ya aprendimos a vivir sin gobernador.
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