UN ENANO HERIDO
La noche ha sido larga como el plazo final de su audiencia inevitable. Tras su encuentro obligado con los tribunos del pueblo, se siente cansado. Su memoria le ha recordado todo el muestrario de faltas y delitos que lo persiguen desde que empezó a asaltar los palacios, junto con una banda de ladrones sínicos como él, o peor que él. Su familia. En tal virtud, se ha sentido más chato que nunca por esta afrenta de tan bajo nivel. Y ha sudado frío.
Putamadre justo cuando había encontrado nuevas fórmulas para embaucar a los incautos, piensa: mi invocación a Jesús, El Salvador, es extraordinaria. Los penes erectos ya pasaron de moda, y había que encontrar nuevos discursos para la platea. Es que nos parecemos tanto: yo también vengo de tierras profundas, he caminado a pata calata, y la gente que me sigue dice que soy como el mesías, chiquito, pero mesías, y que he nacido para conducir esta nación empobrecida, plagada de Morillas, Burmesters y Sachunes. Desde hace un tiempo, he decido que este sea mi nuevo disfraz; si Jesús está conmigo, nadie me vencerá, menos esa jueza vieja de los calzones. Sonríe.
Está convencido, además, que el gobernador, otro chato, es el culpable de todos los males que azotan la ciudad. En realidad, sabe que no es precisamente así, pero está en el imaginario de cada una de las aldeas, y es un filón que ha sabido explotar.
Todos sus caciques me detestan, a pesar que yo soy uno de sus hijos, que he bebido y comido de sus vinos y migajas como todos los mediocres que lo reverencian. Cuando me alejé —porque nunca me confiaron mayores cuotas de poder—, juré vengarme, y apreté los dientes como un perro apestado, cuando me dieron una patada en el culo y no me volvieron a invitar a sus orgías de obras públicas y mujeres. Su pequeña mente lo desvela pensando y maldiciendo que no le salió el plan de juntarse con ese otro hijo traidor que le fue sembrado en su comitiva, que a la postre tuvo mayores afectos a su otra madriguera, antes que aliarse con su propio progreso, abandonándolo junto a sus penes erectos para irse con el “doctor Maletín”. Conmovido en su cólera, no ha logrado dormir nada.
Cuando estos rencores lo asaltan, es inevitable la visita de su amor no correspondido cuando era más pequeño, un adolescente. Después de hacerle creer que le daría una oportunidad, ella se fue con el viajero de la aldea, un poco mayor que él, un poco más guapo, un poco más alto… Ella es el origen de todo, de sus calenturas, de sus odios, de sus emprendimientos, de sus complejos. Una mujer le prometió amor del bueno, y le enfundó una patada en el culo.
Al despertarse el alba, entre los cantos de los pájaros y los grillos, el polvo ha empezado a dibujar figuras etéreas como un fantasma mochica, dejándose ver, en lontananza, un pequeño cuerpo de caminar esquivo y sonrisa de hiena.
Con sentencia o sin sentencia, todavía hay muchos pallares que jugar.
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