MI AMIGO JAIME


Por Johnson Centeno.-

Nada más estimulante para iniciar el año que comentar el libro de tu pata de la promo, publicado recientemente, que ha sido para todos los compañeros una linda sorpresa, especialmente porque nadie, creo, esperaba que alguien como Jaime publicara un libro, pues no era precisamente uno de los más aplicados del salón, con fama de ser un terrible vago, amigo de los vagos, y a menudo, un tipo un poco confundido, talento este último que no ha perdido del todo pues el ejemplar que me hizo llegar vino con una dedicatoria dirigida a otro integrante de la promo, el rey de los vagos y los borrachos, Adolfo, hijo de un conocido notario ya fallecido (que en paz descanse), y a éste le envió el mío, o sea, que él tiene mi pinchi dedicatoria, y yo tengo la suya, y hasta ahora no hemos podio intercambiar. En fin.

En serio ha sido todo un gusto saber que mi amigo Jaime haya publicado su primer libro, y constatar no solo que el tiempo pasa inmisericorde sino que puede obrar de diferentes maneras. Jaime, hoy por hoy (qué frase tan huachafa, por Dios, sorry!) es un reputado abogado que ha logrado cimentar toda una autoridad en su especialidad, el Derecho Penitenciario y de Transportes, y es un reconocido conferencista a nivel nacional. Magnífico.

Debo confesar a estas alturas que recién he caído en cuenta que su nombre es Jaime, pues, en realidad, no hace mucho me enteré del verdadero nombre de algunos miembros de mi promo porque entonces o nos llamábamos por el apellido o por la chapa (léase apodo o sobrenombre, para los cuatro gatos que nos siguen desde fuera), y de pronto como que me cuesta un poco llamarlo Jaime porque en la Universidad todos lo conocíamos como… “¡Sargento!”, así, con signos de admiración, porque era una palabra que había que decirlo con cierta autoridad semántica, sobreesdrújula, así sea un poco impostada, pues de otro modo podías rozar la mariconada, y esta era una promoción de machos. De Universidad privada, vamos, pero machos al fin.

En mi promo son pocos los que hasta ahora han escrito libros, y los pocos lo han hecho con mucho esfuerzo. Son pocos pero son. Hay un par de poetas, un narrador, otro que se alucina escritor a donde va y un par de ghost writters finísimos que viven publicando libros para los círculos fichos neoconstitucionales y arbitrales de Lima. He sabido hace poco que a uno de esta última especie le han regalado, como bonus, una fatbike alemana, Sava, completita de carbono, 27,5”, que pasea los sábados por Huanchaco. ¿Sabían que las plumas trujillenses son muy estimadas en la capital? También entiendo que hay dos o tres compañeros que están alistando sus publicaciones desde hace años, pero que hasta ahora, por diversas razones, no ha podido publicar. El resto somos medio vagos.

Volviendo a Sargento, perdón, a mi amigo Jaime. Otro de sus rasgos contemporáneos, ahora que nos reencontramos después de un culo de años, es su entrega a Dios, cosa que ha ocurrido también con varios amigos de la promo (amigas, especialmente) que de pronto se han vuelto fieles devotos del Señor en plena edad del pecado. Yo desconfío profundamente de los que se alucinan religiosos y recitan sus citas bíblicas de memoria, pero en fin, los respeto con toda sinceridad, cada quien con sus creencias.

Como en esta vida no hay casualidades, el primer libro de Jaime no es un libro de Derecho, ciencias políticas o algo que se le parezca. Menos sobre las teorías de Kelsen, que afanosamente se esforzaba en meternos en la cabeza el ya desaparecido filósofo loco Guerrero de Luna Taramona, maestro de varias generaciones de hombres de leyes, bohemios y admiradores a muerte de la belleza femenina. No. El libro de Jaime trata, como no podría ser de otra manera, de su vida en el Ejército del Perú: Víctimas invisibles. Memoria de un voluntario en Lobitos. Jaime Olórtegui Azañero. Amigos editores Perú- Lima. Prólogo de Lic. Agustín Alva Bazán.

Si el libro se agotase en parajes comunes acerca del sufrimiento de nuestros soldados en el Ejército seguramente sería copiosamente aburrido; no obstante, Jaime ha sabido sortear con éxito su primera incursión literaria ofreciendo al lector no solo una radiografía en primera persona a manera de un testimonio vivo de los tratos inhumanos contra los jóvenes soldados, sino que ha logrado desarrollar un hilo conductor con diversos personajes, situaciones anecdóticas y reflexiones de un jurista en potencia que se reconoce como tal solo después de haber sido sometido a diversos niveles de masacre física y sicológica, que lo lleva a formar una hermandad de sangre con sus compañeros víctimas de las bestialidades de sus superiores, nada menos que en el seno mismo de los defensores de la patria.

Felicitaciones por la buena nueva, estimado amigo Jaime, y gracias por la dedicatoria.


*Informes sobre la venta del libro: Cel. 931109160.

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