REBUZNOS DESDE NAYARIT
Por Johnson Centeno.-
Tengo en la memoria la magnífica impresión que me dejó una de las hijas de Nayarit sobre este pueblo mexicano en el marco de un Congreso internacional de marketing político realizado en Trujillo del Perú. Aquí, la expositora repasó los principales logros de su comunidad en el tema educativo, pasando por una inteligente estrategia de campaña de su actual gobernador, Antonio Echevarría, lo que le llevó a ser reconocido positivamente en estados vecinos e incluso por algunos organismos internacionales.
¿O sea que es posible asumir la cuestión educativa no solo como una bandera política sino como una estrategia sostenida de ejercicio gubernamental con el fin de encaminar un desarrollo en el mediano y largo plazo?, le pregunté algo desconfiado a la consultora Evelyn Villalvazo en la estación de preguntas.
Su respuesta fue contundente con pelos y señales. No solo se explayó en los principales logros y beneficiarios con la temática educativa, sino remarcó el compromiso de los maestros con su gobernador, a quien calificó como un tipo inteligente, empático y modernizante. Viendo la mediocridad de nuestros políticos locales en nuestra vecindad, nos dejó a todos los presentes con una sana envidia no solo por el perfil de su principal autoridad, sino por el sentido común que la administración le ponía a un tema tantas veces marginado en el quehacer público: la educación, imbéciles.
La inversión mexicana en esta materia tiene hasta ahora resultados dispares según cifras que tengo a la vista, a partir de una reforma educativa impulsada por el mismo Gobierno Federal hace dos años. Por un lado, México, destinó en los últimos años un gasto acumulado por estudiante más bajo a nivel de los países de la OCDE. Según el informe Panorama de la Educación del año pasado, el 2015 se dedicó nada menos que el 17% del gasto público al tema educativo; no obstante, este alcanzó los 29,015 dólares por estudiante de entre seis y 15 años, cifra menor a la destinada en otras naciones.
Por otro lado, se constata que la redistribución del gasto se concentra en nombramientos docentes, en menoscabo de infraestructura, tecnología docente, capacitación y desarrollo científico. Para algunos especialistas, en estos últimos rubros se cuenta una marcada desventajas con el resto de países cercanos.
De modo que la complejidad del tema pasa por el presupuesto pero no se agota allí. Implica un planeamiento efectivo y sostenido que le de confianza a la ciudadanía en el manejo de los recursos, y eficiencia en la ejecución de las políticas públicas.
Pues ni lo uno ni lo otro parece estar ocurriendo por estas fechas en el bendecido poblado de Nayarit. ¿Tan rápido se agotó la luna de miel?, ¿Por qué los profesores salen de pronto a las calles gritándole su vida al buen Toñito?, ¿se encuentra en riesgo su capital político?, ¿es hora de echarle la culpa de todo al presupuesto?
Las noticias de las protestas me llegan de diversas fuentes, y esta situación desdibuja sobremanera la gestión que empezó con muy buenos bríos, pero que no ha sabido mantenerse en orden y en contacto con sus principales actores.
Una regla básica del marketing político es conciliar compromisos con tus diversos grupos de influencia e interés. Desconocerlos o llamarlos ‘burros’ despectivamente al cuerpo docente es no tener sentido común, despedirlos o evitar sus pagos o indemnizaciones son disparos a los pies de su propia gestión.
Como fuere, cada paso que da en los últimos días, mina no solo la credibilidad del actual —todavía— gobernante, y lo que es más grave, amenaza con poner en riesgo los primeros peldaños de una gestión que prometía docencia y decencia en la clase política mexicana.
Escuche a su pueblo, señor Echevarría, escuche a sus maestros, y saque una lección para todos de estos malos momentos.
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