LA FUERZA DE NUESTRA NAVIDAD
Por Johnson Centeno.-
¿Qué celebra usted en Navidad, estimado seguidor de nuestra página? ¿La holgura de los regalos y dedicatorias?, ¿el éxito comercial de sus empresas?, ¿el nuevo auto soñado para la familia?, ¿el panetón más caro que puede comprarse en el mercado junto con la cena a la altura de su ‘estatus’?, ¿la buena salud de los suyos?, ¿el nacimiento de un niño llamado Jesús?, ¿acaso la nostalgia de un amor del pasado?
No se preocupe mucho, vamos, con los años la vida misma se encarga de priorizar el orden de las celebraciones, y le parecerá muy natural discriminar lo verdaderamente significante. O no tanto.
En realidad, en países como el nuestro las celebraciones de estas fechas se confunden con las más disímiles circunstancias que solo queda acomodarse para salir airosos. Circunstancias como la dinámica política, por ejemplo, y nuestra ciudad y región saben de ello. Aunque no sea de buen gusto hablar sobre ella es lo que tenemos, y creo que estas fechas servirán también para ir definiendo nuestro voto local para el próximo Congreso de la República, a ver si esta vez elegimos sin remordimientos, lejos de los pillos que hasta ahora han resultado la mayoría de padres y madres de la Patria. Etc.
Salvador, pesebre, María, oración, familia. Son, probablemente, la nube de palabras que más se escuchen en los días previos a esta celebración, y luego poco a poco se irán quedando en el olvido, como una olita huanchaquera de verano que deja su rastro en el sortilegio de su brisa, que apenas llega cuando se va, burbujeando su paso cadencioso, fulminándose en el horizonte dorado de Neptuno.
Las palabras no son solo palabras, decía mi madre, sino fuerzas y emociones, y así me enseñó a cultivar una palabrita que no debemos olvidar sea en la fecha que fuera, aunque siempre se nos olvida o la transformamos en una palabra más que poco a poco va mudando de contenido: gracias.
Que esta Navidad, pues, nos traiga nuevas fuerzas y emociones a nuestras vidas, y aprendamos a darle contenido a cada palabra que pronunciemos no importando cuán elevado sea nuestro vocabulario; al fin y al cabo lo extraordinario reside en la simpleza de los cosas, que por ser tan simples o sencillas muchas veces pasan de largo por nuestro lado, disimulando su verdadero significado.
Así que si nos llega a leer antes de esta fiesta navideña, o cuando fuera, recuerde que siempre habrá un buen motivo para estar agradecido con los demás, con la familia y consigo mismo, y con las cosas simples de la vida que son la verdadera felicidad.
Gracias, Navidad!
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