CAPRICHOCRACIA


Por Martha Meier MQ.-

Martín Vizcarra encona contra el Congreso, por eso ayer planteó la cuestión de confianza para la elección de los integrantes de Tribunal Constitucional, TC, un proceso ya en curso y sobre el cual el Ejecutivo no tiene injerencia alguna, como claramente lo expresa el artículo 201 de nuestra Carta Magna.

El joven político Javier Bedoya Denegri, con la claridad y acierto que lo caracterizan, escribió en su cuenta de twitter: “Vizcarra en vez de dialogar y encaminar el país de cara al 2021, nuevamente busca confrontación y se entromete en atribuciones de otros poderes del Estado, demostrando que no tiene modales democráticos. Ya no es la excusa del adelanto de elecciones, ahora es la elección del TC”. Efectivamente, la coplilla del adelanto de elecciones fue usada para despistarnos de su codicia: copar el TC de “chicheñores”, o sea un montón de Salvadorcitos del Solar. Vizcarra necesita asegurar que Keiko siga presa; ayer en su mini-mensaje a la Nación se refirió a ella como “un procesado”, pese a que la líder de la oposición democrática es una presa política, sin acusación y menos proceso abierto. Muerto el carismático estadista Alan García, el proyecto de Keiko Fujimori es la piedra en el zapato para quienes pretenden implantar el castro-chavismo en nuestro país.

“El de chiripa” ya pereció, murió, sucumbió, espichó moralmente y demostró nuevamente que no gobierna solo polariza y transmite negatividad y desánimo, señales inequívocas de un Estado podrido que es incapaz de adecentar. El gris quiere instituciones a imagen y semejanza de sus caprichos, aunque para ello deba pervertir las reglas, triturar la democracia y la legalidad, y dotar de recursos al mecanismo de la corrupción conformado por politicastros, abogaduchos, opinólogos, empresarios embarrados por Lava Jato en busca de impunidad, como los primos José y Hernando Graña, y la gran prostiprensa.

“¿Hasta cuándo has de abusar de nuestra paciencia? ¿Cuándo nos veremos libres de tus sediciosos intentos? ¿A qué extremos se arrojará tu desenfrenada audacia?”, podríamos preguntarle como Cicerón a Lucio Sergio Catilina. Vizcarra fuerza de un poder que no ganó en las urnas y pretende demoler a los dos grandes muros que desde los años 90 contienen el avance de la marea roja: el aprismo y el fujimorismo. “¿No comprendes que tus designios están descubiertos? ¿No ves tu conjuración fracasada por conocerla ya todos? ¿Imaginas que alguno de nosotros ignora lo que has hecho anoche y antes de anoche; dónde estuviste; a quiénes convocaste y qué resolviste?”, le diría Cicerón a este que dicen llegó a Palacio conspirando contra su antecesor.

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