LOS NUDOS GORDIANOS EN EL SISTEMA DE JUSTICIA
Por Johnson Centeno.-
Que se recuerde, nunca antes un Mensaje a la Nación ha sido tan frontal frente a la crisis que padece el Sistema de Justicia de nuestro país, azotada por una retahíla de audios que explotaron en la cara de la ciudadanía, cuya consumación ha sido descrita acertadamente por Vizcarra como un ‘colapso’. No es cierto, sin embargo, cuando se dice que luego de 18 años volvemos a caer en una crisis de corrupción; esta ha gozado de muy buena salud en diversos aspectos de nuestra sociedad, especialmente en los planos político y judicial.
Tomar el toro por las astas, pues, implica en esta coyuntura sintonizar con un país que ha salido a las calles para mostrar su indignación, demostrando que no solo demanda un cambio radical, sino que está harta de las mismas arengas hipócritas de algunos personajes públicos. A su vez, Vizcarra, desafía a la historia comprometiéndose con un conjunto específico para calmar las aguas, que implica un protagonismo directo del Ejecutivo, desestructurar un sistema chuecho, y jugárselas todas en los años que le queda de gestión.
Vizcarra sabe que esta nueva ola de reformas puede resultar estéril sino cuenta con el apoyo ciudadano, por eso les extiende el compromiso de validarlas, discutirlas, y mejorarlas vía referéndum, iniciando una nueva forma de comunicación con el pueblo que no ha dejado de apoyarlo, pero que ya empezaba a enfriarse por la ausencia de medidas específicas para dinamizar la economía, y un Gabinete que no ha sabido hasta ahora marcar un derrotero político y social en el Gobierno. Desde hoy la firma de Vizcarra queda fijada al tema de la reforma judicial y política, con todo lo que ello supone para su futuro político y el destino de nuestro país.
Las medidas de emergencia propuestas no van a funcionar solo si se agotan en su literalidad y no cuentan con un impulso sostenido sin dejar de atender otras cosas urgentes que afectan al país: falta de inversión, proyectos de envergadura, gestión económica, reforma tributaria, etc.
Los principales refractarios al cambio prometido vendrán de los propios abogados y operadores de justicia, qué duda cabe, que verán una seria amenaza a sus particulares intereses subalternos. La corrupción jurídica no es solo una cuestión propia del sistema actual, sino que se anida en la sociedad misma que ha ‘normalizado’ el proceder corrupto de autoridades y subordinados, y zurrarse la ley suena a anécdota de cantina, guiño a mediano plazo o pecado pero no delito.
Por eso creo que no es mala idea dejar sin piso a la OCMA, y extender el concurso a la sociedad civil en la gestión jurisdiccional, pues más que un Órgano de Control de la Magistratura se había convertido en un refugio de delincuentes de cuello blanco. Debería descabezarse todo este sistema corrompido, e iniciarse una reestructuración con nuevos protagonistas que se ubiquen en las antípodas de todos estos personajes que pasarán a la historia de los peores momentos de la justicia peruana.
¿Terminará teniendo éxito esta cruzada del presidente en favor a una justicia que devuelva al país la seguridad jurídica?, ¿se quedarán los jueces tranquilos mientras se zarandean sus tradicionales formas de elección o chocan contra sus juegos fariseos?, ¿seguirán preguntando los consejeros sobre la preparación del ceviche de pato?, ¿reaccionarán los gremios abogadiles apoyando las desratización de sus colectivos?
Se avecina una serie de recursos judiciales para entrampar las reformas anunciadas, frenos convenidos a nivel del Congreso para politizar el asunto, y nuevos pactos bajo la mesa para enervar sus beneficios. Esto recién empieza. Estaremos atentos.
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