TRUMP Y LA GLOBALIZACIÓN
De Clarin.com.-
Los obreros industriales y las clases medias castigadas y menos instruidas, junto a una porción considerable de latinos, depositaron sus esperanzas en un multimillonario que prometió resucitar el sueño americano. Trump llega a la Casa Blanca cabalgando sobre los efectos de la globalización, aupado en ese ejército de afectados por ese terremoto.
El mundo se está acomodando a una etapa histórica de la cual sólo estamos viendo el comienzo y algunas, no todas, de sus enormes consecuencias sistémicas. La desigualdad, la concentración de la riqueza y la extensión de la pobreza son de una obscenidad inocultable, como también los temores que los vientos de la historia se lleven puestos a las naciones. Como contrapartida, se refuerzan los mecanismos de defensa que difieren en cada lugar: Brexit, en Gran Bretaña, saliendo de la Unión Europea; la posibilidad de que Francia se vuelque de una vez a la derecha; el reforzamiento de regímenes autoritarios en los que la democracia es una fachada, entre otros ejemplos en los que sobresale con brillo propio la victoria de Trump.
Su estrategia electoral apeló al renacimiento del orgullo y del nacionalismo, al respeto que Estados Unidos tuvo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Poco después, se empantanaba en Corea y se hundía en Vietnam. Rememora Trump: “Fuimos respetados por todos, acabábamos de ganar una guerra”. Si se extrapola esa frase en una lectura lineal, la conclusión es obvia sobre su visión de la seguridad nacional: la solución militar es la primera opción. El espíritu guerrero, en cuyo nombre se cometieron injusticias, gruesos errores, y grandes negociados, aparecen en la raíz de su exhortación a combatir la frustración de EE.UU.
Su mirada económica apunta a lo mismo: proteccionismo para intentar revivir industrias sobre las que impactó de lleno la globalización. Al menos en el lenguaje, parece un revival hacia aquel país que emergió como líder de la mitad del mundo y que confrontó con la URSS hasta su implosión. The New York Times, con una dosis de ironía y de verdad para mostrar el cambio de época, escribió que Trump ha prometido revivir la producción de acero “que ahora emplea casi tanta gente como un gran centro médico”.
Hay en Trump una visión simplista de la globalización. El mundo ya nunca podrá ser el de los años de posguerra, añoranza compartida con la Rusia de Putin. El extremo Oriente, y la India, son ya en su conjunto un actor equivalente o superior al norte Occidental.
La gran confrontación ha sido cultural. Los ganadores quieren volver a tener una oportunidad y creen que la otra mitad de EE.UU. y sobre todos los ricos como Trump al que paradójicamente votaron, se quedan con el esfuerzo y sus impuestos. En ese deterioro del “antisistema”, que recoge simpatías por derecha y por izquierda, se pueden parir estas criaturas.
Los balances y contra balances de la democracia debieran funcionar para corregir si se toman desvíos peligrosos.
La historia deja enseñanzas y sería necio ignorarlas.
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