EDUCACIÓN: ECOS DE UNA INTERPELACIÓN MINISTERIAL
Por
Guillermo G. Guerra Cruz
El
problema educativo es y será siempre la piedra de toque para las controversias
que surgen en orden a la resolución de
los problemas sociales y más, si llegan a los niveles de diseños normativos,
pues siempre se confía que los problemas de la realidad se solucionan por la
expedición de una ley.
Los
cuestionamientos
Las
leyes, al fin, contienen una base política y señalan la ruta para la ejecución
de su materia; pero, esta ejecución material depende de la acción humana y de
los recursos disponibles.
Las
noticias de la preparación de un proyecto de Ley, denominado Ley de Desarrollo Docente, plantó la
inquietud en cierto sector de legisladores, los que sembraron dudas sobre la
confiabilidad y la eficiencia de la Ministra de Educación; pues, además, se le
acusó de aproximaciones y complacencia con el Sindicato Único de Trabajadores
de Educación (SUTEP) y grupos conexos no democráticos, de factura terrorista.
Esto hizo eco en los medios de información. El Congreso empezó a hervir y ello, sumado al
afán de la oposición, se tradujo en un llamado a la interpelación de la
Ministra y, así sucedió, siguiendo los procedimientos para ello.
La
Ministra, Patricia Salas, fue convocada a sesión del Congreso para esos fines
en la que absolvió el pliego de preguntas respectivo.
Lo
vacío del debate
En
el debate se objetó la necesidad del proyecto mencionado considerándolo un
atropello a la normatividad existente, ya que en el gobierno del 2006 al 2011
se había dado la Ley 29062 modificatoria de la Ley 24029, Ley del Profesorado,
en la parte pertinente a la Carrera Magisterial y, según se afirmó en el calor
del debate, que la mencionada Ley no se
habría cumplido a cabalidad, deteniéndose innecesariamente el proceso de
inclusión a la carrera pública, señalándose que más allá de una necesidad real,
estaba la intención política, de defenestrar la Ley dada en el curso de la
gestión del presidente Alan García. Surgieron cuestiones relativas a la
factibilidad del Proyecto en lo relativo a los costos y de la serie de
dificultades existentes en la realización del proceso educativo en el ámbito rural, así como en los niveles
de los rendimientos educativos, deslizando cuestionamientos a la labor de los
profesores, hasta expresiones como de “burrocracia”. Sin mayor análisis se cuestionó la gestión
ministerial, sin señalar relaciones de causa y efecto y se achacaron todos los
males existentes en el proceso educativo a la Ministra Salas, advirtiendo su
ineficiencia para resolver los problemas de las huelgas docentes en
determinadas regiones, como si la
solución de esos conflictos pudiera ser automática. En realidad, el
peso del debate se centró más en cuestiones políticas sin sustancia y en
cuestionamientos mutuos de gestiones de gobierno de antes y de ahora, sin tocar
el fondo ni teórico ni práctico y
echando toda la carga en los hombros de los profesores.
Respuesta
de la Ministra
La
Ministra aclaró su posición frente a las acusaciones de aproximaciones a grupos terroristas, declarando su rechazo a
ello, pero dejando establecido su apertura a la representación sindical
auténtica. Por otra parte hizo un recuento de las acciones planificadas y emprendidas
en orden a una gestión sustentada en la realidad educativa y al orden de su planificación.
La
verdad sobre el asunto
Desde
mi parte, considero que el proyecto trae aportes en orden a superar algunos
aspectos relativos a la carrera pública magisterial, particularmente en la
extensión de niveles y en el ordenamiento de las remuneraciones y a simplificar
el texto, ya que al presente existen una serie de normas, encadenadas, pero que
dificulta su manejo. Por cierto que se
insiste en algunas cuestiones, yo diría románticas, pues son de muy difícil
alcance, pero no imposibles si se conjugan la voluntad política y la buena fe e
identificación y competencia de las burocracias.
Por
otra parte, la intención de la Ministra de aproximar al SUTEP no tiene por qué
satanizarse, pues, es menester convencerles con prácticas concretas en las
remuneraciones y condiciones laborales,
en las que deben tomar parte, pero de modo razonable y realista, lejos de
protagonismos y de actitudes que perjudican a la niñez ya a la juventud.
Comentarios