LAS "SOBREGANANCIAS MINERAS" Y LAS "SOBREGANANCIAS GASTRONOMICAS"




Por Roberto Núñez Otárola

La idea de un impuesto a la “sobreganancia” minera, más allá de ser un sin sentido (debiendo recordar que el sector minero lleva sobre sus hombros una estructura tributaria cercana ya al 40%), me resulta poco digerible en cuanto a su método de cálculo, dado que ninguno de los defensores de dicha medida sabe a ciencia cierta a partir de qué importe se le dejaría de llamar “ganancia” y pasaría a ser una “sobreganancia”.

Se habla que dicho parámetro se calcularía en base al rendimiento promedio de determinados años, la pregunta que brota es la siguiente: ¿cuáles?


Elegir un periodo de tiempo como base de este cálculo siempre será arbitrario. Posterior a ello se deberá determinar la tasa de corte con la cual se calculará el valor presente de dichos rendimientos, entones la pregunta que vendría sería… ¿cuál será dicha tasa?

Y desde ellas otras interrogantes… ¿Se buscará calcular un costo promedio ponderado de capital para todo el sector? ¿Cómo entonces se ponderará (dentro de dicha tasa ponderada) la participación de cada agente minero dentro de este proceso de cálculo?

Como vemos, los cuestionamientos son cuantiosos, por lo que más allá de un capricho progresista no le veo ni fondo ni forma, menos aún considerando que actualmente el problema de las regiones no es la escasez de recursos sino la calidad del gasto.

Pero vayamos más allá y por un momento tomemos como válido el argumento que se basa en el hecho de gravar al sector minero con una tasa impositiva marginal sustentada en el hecho que el incremento de sus utilidades se basa en factores exógenos (el nivel de precios) a la productividad.

Según esta misma premisa, y bajo el amparo de ser todos iguales ante la ley, bien podríamos sustentar el pago de una tasa a las sobreganancias gastronómicas. Permítaseme sustentar mi argumento.

El Perú viene atravesando desde hace algunos años una verdadera revolución en el ámbito gastronómico, la cual no sólo ha traído consigo una gran ola de jóvenes chefs, la aparición de una nueva industria gastronómica (institutos, turismo, programas televisivos, revistas especializadas, etc.) y la revaloración de nuestra variedad culinaria, sino también la formación de grandes ganancias de capital producto de los márgenes obtenidos en los principales restaurantes del país.

Comencemos entonces nuestro sustento. La base del impuesto a la sobre ganancia minera descansa en el boom del precio de los minerales. ¿Acaso nosotros no hemos bautizado a la nueva ola culinaria como el boom gastronómico?, entonces, vemos ya que por lo menos en el nombre genérico ambos fenómenos son iguales.

Los “políticamente correctos” (léase, caviares) sustentan el impuesto a la sobreganancia minera en el hecho de que dichos beneficios marginales provienen de variables exógenas (las cotizaciones de los minerales) y no por el esfuerzo propiamente dicho de las empresas mineras. En el caso de los restaurantes, el precio promedio de venta al público de un plato criollo elaborado con ingredientes de primera calidad oscila entre los S/.35 y los S/.45, siendo que su costo de elaboración promedio no superaría los S/.12.

Acá comienzo mis cuestionamientos: Si consideramos un precio de venta promedio de S/.40 y un costo promedio de S/.12 estaríamos hablando de un negocio con un margen promedio del 230%. Como sabemos, no existe ninguna industria que en promedio arroje dichos niveles de utilidad, por tanto bien podríamos decir que los precios se encuentran sustentados en un factor exógeno a su productividad denominado boom gastronómico.

Supongamos que, bajo la misma premisa aplicada al sector minero, se argumenta que 100% de rentabilidad es un margen más que atractivo para el sector gastronómico, por lo que toda ganancia por encima de dicho porcentaje debería ser considerada “sobreganancia” y por tanto tributar un porcentaje adicional al impuesto a la renta ya establecido.

La premisa sería exactamente la misma. ¿No abogamos acaso siempre por la igualdad ante la ley? ¿Por qué entonces un sector debería tributar por su boom y el otro no?

Se dirá que el sector gastronómico cumple una función de difusión de nuestro patrimonio culinario, a lo cual yo consulto: ¿con precios promedio de S/.40 se podrá efectivamente cumplir una labor de difusión y masificación? ¿Estos precios no son acaso prohibitivos para el común denominador de peruanos? ¿La ubicación geográfica de los restaurantes pertenecientes a dicho boom aseguran un adecuado acceso masivo?.

Particularmente me encuentro en contra de toda estructura tributaria que no conlleve un carácter técnico, por lo que obviamente no comparto la idea de una tasa a la mal llamada “sobreganancia”. Pero como hemos demostrado, ésta bien podría aplicarse a diversos sectores como el gastronómico.

Se argumentará que lo recaudado por un sector no se compararía con lo recaudado por el otro, a lo cual yo argumentaría que la supuesta ley debería estar por encima de los nombres y sectores, dado que en su carácter genérico bien podría aplicarse a cualquiera de los dos sectores mencionados.

Se podrá argumentar también la generación de empleo y las oportunidades que el sector gastronómico viene brindando a la población, a lo cual (como abogado del diablo) argumentaría que el sector minero es abismalmente más generador de empleo, recursos y progreso para las personas que se desarrollan en torno a él.
¿Qué diría Gastón si tuviese que pagar un nuevo impuesto a las “sobreganancias gastronómicas”? ¿Se seguiría considerando socialista? No hay duda que siempre es fácil ser generoso con el dinero ajeno. ¿Nos comemos un cevichito Gastón?

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
El año pasado un amigo me envío un libre: el Rescate del Perú y de la Nación Peruana, escrito por un
Rector Mejicano, Luis Atkins, ahí señala más de 200 problemas dé nuestro país y más de 1,000 alternativas de solución y sobre las mineras, petroleras y gaseras, fija que deberán de pagar el 50% de lo que extraen, el 50% de las sobreganancias a futuro y a las comunidades se les tiene que dar el 25% de las acciones madre de la empresa, previene también las protestas de Puno y Piura, esto es sencillo, inteligente y no hace tanto escándalo como ahora lo están haciendo los grandes mineros y los minerso informales.
Ricardo Rodriguez

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