EL MEA CULPA DEL POETA

SOBRE UNA “ANTOLOGÍA” NOVENTERA

La confesión 2011 de Harold no debería soprendernos. La literatura y no pocos literatos viven entregados más a sus propias relaciones públicas que al cultivo de su arte. Es sabido también algunos editores juegan un rol de cafichos, especialmente a la hora de publicar “antologías”.



Lo de Ñaupari, vamos, tampoco sorprende.

Por Harold Alva

Tengo una deuda con la promoción de poetas de la década de los noventa. Un pasivo que a lo largo de los años ha ocasionado daños colaterales con algunos escritores a quienes respeto; pero es además un rojo en mi libreta que no me ha dejado tranquilo durante los últimos seis años. Es muy probable que esta sea una nota extemporánea, un mea culpa a destiempo, no importa.

Lo puntual aquí es corregir el error –mi error –y asumirlo con el coraje de un hombre a quien sí le interesa nuestro proceso literario. Precisamente por la seriedad con la que observo e identifico sus múltiples aristas me detengo para subsanar aquel error de “presentar” una pretenciosa “antología de la nueva poesía peruana”.


A fines del 2004 Héctor Ñaupari cocinaba “una antología” con la que pretendía auto pontificarse como uno de los más representativos poetas del noventa. Había fabricado una lista y una selección de nombres que tuvieron presencia en los recitales de la década. Sé que primero llamó al narrador Carlos García Miranda para que escriba el prólogo y justifique o argumente el porqué de la selección. Carlos, supongo que por lo que implicaba esto, declinó de semejante empresa. Entonces me llamó a mí. Héctor necesitaba publicidad para lanzar su segundo libro. Yo había publicado algunas selecciones de poesía peruana y latinoamericana que justificaban mi convocatoria.


Cuando leí su lista me negué a participar, le dije que solo podría escribir el prólogo y firmar la selección si se sacaban algunos nombres, y se incluía a otros que sí merecían ser antologados. Aceptó. Entonces sugerí a Jhonny Barbieri, Lorenzo Helguero, Miguel Ildefonso, José Carlos Yrigoyen, Xavier Echarri, Montserrat Álvarez, David Novoa y Roxana Crisólogo, con él más Carlos Oliva y Josemári Recalde, tendríamos un libro que justificaría su pretensión. Ñaupari se opuso a la inclusión de JCY, Roxana Crisólogo, Echarri, Oliva y Novoa. Defendió la permanencia de Isabel Matta, Rocío Hervias, Leo Zelada y Víctor Coral (trabajaba en Somos, le había asegurado una nota, que cumplió). Yo tenía 26 años y conocía sobre el tema (la primera vez que publiqué tenía trece). Me seguí oponiendo.


Finalmente apeló a nuestra amistad y a un etcétera de cosas, que terminé aceptando firmar el libro. Solo firmarlo porque en realidad no tenía mucho qué decir sobre la irregular lista. Y accedí a presentarlo solo una vez.


Héctor le pidió un texto de presentación a Enrique Verástegui. Al final el libro salió sin ese texto, mis datos los consignaron en una hoja interna y a cada poeta se le dio un generoso número de páginas. Me hicieron una entrevista en Expreso en la que para no sentirme peor de lo que ya estaba mencioné a poetas de provincia que deberían figurar en cualquier antología de la época, salió una estafeta en la revista Domingo de La República y Enrique Sánchez Hernani escribió un artículo lapidario, pero muy crítico en La Primera. “Del antologador sabemos que estudió derecho, se nota” finalizaba su texto. Yo no me defendí, no tenía recursos y evité en lo posible referirme al libro. Olvidarlo. Y es que ese libro no sirve como fuente.


Algunas semanas después el narrador Carlos Rengifo escribió en una de sus columnas que la antología debió llamarse “los amigos de Harold Alva” y señaló a Héctor como el responsable de la publicación. Escribió sin pelos en la lengua que el libro salió porque Ñaupari lo había financiado. Yo me ensañé con Rengifo y escribí un artículo: “la viperina lengua de un provocador” en el que arremetí contra él, después hizo lo propio el poeta Jhonny Barbieri y algunos escritores que vieron en su artículo un acto de envidia.


Pero no. Carlos Rengifo dijo la verdad y yo, ahora, seis años después reconozco que lo dicho por Rengifo era cierto.


Por el respeto que guardo por los lectores de poesía y con la plena convicción de liberarme de ese lastre que ha venido complicándome durante más de un lustro, cumplo con confirmar como verdad lo dicho por el narrador y hago público esto, honrando la palabra que le empeñé hace algunos años.


Posteriormente se han publicado otras selecciones, ninguna sin embargo ha sido completa.


Si en algo sirve mi sugerencia, considero que una antología de poesía escrita en los noventa debería incluir a Xavier Echarri, Tomás Ruiz, Montserrat Álvarez , David Novoa, Selenco Vega Jácome, Carlos Oliva, Enrique Hulerig, Ana Varela, Roxana Crisólogo, Miguel Ildefonso, Rodolfo Ybarra, Stanley Vega, Victoria Guerrero, Jimmy Marroquín, Antonio Sarmiento, Lorenzo Helguero, José Carlos Yrigoyen, Ricardo Ayllón, Lizardo Cruzado, Diego Otero, CristhianZegarra, Luis Enrique Robles, Carlos Villacorta, Manuel Medina Velázquez, Rafael Espinoza y Jorge Hurtado.


Espero tener tiempo para resarcir el error con un libro de verdad.


Pido disculpas por poner mi nombre en ese libelo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
hhhmmmmm no queda muy claro las razones poara obtar por el voto viciado... pero acepto k es una opcion democracita, aunque poco practika. L. R
Anónimo ha dicho que…
Votar por ollanta es la voz, la unica manera de que las cosas cambvien en este pais, y que las desigualdades terminen o se menguen, un voto viciado solo perofundiza la descondianza en la ciudadania y no contribuye a cimentar la democracia. Lalo burgos
Anónimo ha dicho que…
HOLA CONOZCO A NAUPARI... PERO QUIEN ES ESE HAROL? ES BOGA?
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