LA INFELICIDAD DE LAS FELICES



Por Ramón Requena (*)


Bellas... dulcemente blancas, luminosas, frágiles, tímidas, románticas, eróticas... pero a la vez impredecibles, exigentes, distantes, tristes, depresivas, celosas y profundamente conflictivas.


Esa es la hembra francesa de hoy, la fémina de deslumbrante fama, de personalidad arrolladora, capaz de hablar tres idiomas a la perfección apenas a los 17 años, de inteligencia desbordante y culta hasta por la espalda, de mentalidad socialista, luchadora, trabajadora y con una gran capacidad de lectura, alejada de la religión y muy cerca de la filosofía... pero a la vez, atrapada dentro de las altas paredes de su desbordante ego, consumidas por su rico intelecto, mareadas por ideas cada vez mas novedosas, bombardeadas por la fiebre del consumismo y golpeadas por el descrédito de su clase política y una escandalosa corrupción empresarial.


Hoy, esa mujer, más que ninguna otra en el mundo, vive amenazada, además, por la larga sombra de una crisis económica que amenaza el futuro de una jubilación placentera y holgada como las que disfrutan sus padres y ayer gozaron sus abuelos.


Y para una francesa de clase media, que es la clase mayoritaria de Francia, la jubilación representa toda su existencia, su razón de vivir y vivir bien, que para eso han desarrollado siglos de revolución y filosofía sostenida ayer y hoy por reconocidos intelectuales, aunque algunos de los mas connotados de ahora (Alain Badiou, Jean-Luc Marion), como para entender algo el conflicto galo, se mudaron a los Estados Unidos, al otro lado del mundo, donde la gente no pasa tanto tiempo filosofando, engorda con comida chatarra y tampoco hace tanto dinero como antes.


Para colmo de males, al lado de este conflicto, hay otro no tan nuevo, de carácter existencial que se generaliza peligrosamente, entre ellas: la soledad. Han decidido vivir solas y con todas las consecuencias que semejante decisión implica, lejos del padre de sus hijos o simplemente lejos del hombre y de todos, libres al fin.


La soledad, entendida como tendencia social, es otro de estos fenómenos afincados y bien abonados en la sociedad femenina francesa. El problema, que era solo un síntoma hace años, hoy no es una exageración considerarlo una tragedia a lo largo y ancho del país. En una reciente cena de mujeres profesionales en un buen restaurante a las afueras de Bordeaux, la región del mejor vino al sur de Paris, de veinte guapas mujeres maduras solo dos exhibían un compañero a su lado.


Esta situación no es rara en esta sociedad elevada, muy bien vestida y perfumada con las botellas más caras. Aquí las mujeres mayores de 40 años, normalmente tienen una situación económica estable y en el mejor de los casos, solvente. Pero la mayoría vive sola y sin embargo, a la espera indefinida del amor verdadero y con largos records de fracasos sentimentales .


Los avisos de “rencontre” (encuentros, citas amorosas) en todas la publicaciones pagadas y gratuitas, evidencian el clamor de las miles de miles de mujeres que llegan a base cinco y sin compañía.


Allí están, como en vitrina, hermosas y siempre glamorosas exhibiendo su desesperanza y su frustración humana porque, entre otros considerandos, también les falta la otra mitad de su bíblica y primitiva naturaleza, aunque ellas lo nieguen en todos los idiomas: el macho. Se diría, que la soledad se ha convertido en la auto-condena de estas ‘Evas’ de la elegancia que se aprestan a vivir el invierno de sus arrugas abandonadas y olvidadas en algún alejado y frío asilo donde perderán definitivamente todo lo que algún día las hizo tan atractivas, donde la fórmula francesa del “buen vivir” deviene en fracaso, demostrando una vez más que no hay nada perfecto en este mundo, incluido el amor.


En Europa, América va por el mismo camino, el matrimonio como institución ha fracasado, la pareja hombre-mujer (en estos tiempos es mejor aclarar el sexo) esta en crisis, la convivencia dependiente el uno del otro ha resultado finita, los esposos ya no se soportan como antes, los hijos asumen con normalidad tener padres separados, la madre trabaja y tiene amante y el padre, peor que antes, arruinado por el juicio de divorcio duerme en su coche. De todo este cuadro, los abogados, con lo que cuestan, han resultado los mas favorecidos.


Lo curioso de todo esto es que ocurre justamente cuando la esperanza de vida de las francesas, sobre todo, y con muy buena salud, se ha elevado de manera importante: 84 años por las mujeres y 77 por los hombres, según un sondeo realizado aquí en el 2009. Así pues, no es difícil los fines de semana, conocer en bares y discotecas para gente madura, a mujeres de 60 años a más, y confundirlas fácilmente con personas de 45 ó 50. Es lo que los médicos especialistas diferencian ahora entre “edad cronológica y edad biológica”.


Esa misma mujer ha dejado de ser la abuela tradicional y vive su vida lejos del lloriqueo de los nietos, pegada a internet en busca siempre de su anhelada y esquiva felicidad personal, incluido por supuesto, un sexo frecuente y rendidor. Al placer carnal no se han rendido y no se rendirán. En cualquier medio de Prensa escrita se pueden encontrar testimonios de longevas hembras que aún tienen citas semanales con amigos o parejas sexuales menores que ellas. Una novedosa situación social que los hijos miran de lejos, por ahora, y que por supuesto, no los excita demasiado.


En la vieja y rica Europa la vida se alarga; es como si finalmente hubieran hallado el santo grial, el ansiado elixir de la vida, pero .. ¿y el amor? El amor se les escapa como el aire a un cuerpo agonizante, y la vida sin amor, sin ese tufillo latino de melancolía celosa por la pareja amada o deseada, sencillamente, a la larga, se convierte en infierno.


Y para saber eso, no hay necesidad de ponerse a filosofar. Pero son bellas .. dulcemente blancas, luminosas, frágiles, tímidas, románticas, eróticas .. pero a la vez impredecibles, exigentes, distantes, tristes, depresivas, celosas y profundamente conflictivassssssssss. ¿Hay alguien que se anime?


(*) Desde Francia

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Asu maestral, yo quiero una francesaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa no importan media falsal jajajaj
Anónimo ha dicho que…
Parece dedicado a alguien conocida. ¿A Una vieja amiga puede ser?..jaja

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