NORIEGA CABALGA NUEVAMENTE

Por Dante Ramos de Rosas
La exuberante y exultante figura de su verbo y mirada semejan los de un antiquijote cabalgando por las praderas justicieras de la extremadura medieval.
Se trata de don Ricardo Noriega Salaverry, candidato de Dignidad Nacional a la presidencia de la República del Perú, que se ha presentado con una plancha presidencial que expresa el bando pro senderista en lo cultural en la cantante Martina Portocarrero y al bando emerretista en la persona de un ex combatiente de esas filas.
¿Qué ha provocado el que Salaverry - ex jefe de la masoneria y descendiente de un ex presidente llamado Felipe Santiago Salaverry, al que Ricardo Palma calificara en sus tradiciones de “aristocrático loco genial”- esté ahora intentando postular con dos bandos opositores al sistema burgués y capitalista que Noriega encarna?
Creo que Noriega se ha fijado en un francés que asumió lo que se le venía encima con criterio cínico y práctico a la vez. Que no dudó en vestir a 5 mil hombres del vulgo parisino en mujeres y maquillarles bigotes o rasurarles la barba para asaltar la bastilla en 1789. Y no solo eso, sino que en el parlamento jacobino pidió la guillotina para su primo Luis 16.
Se trataba del contemporizador de revueltas y caos: Duque de Orleans.
Noriega quiere canalizar, pues, la post rabia violentista de los ochentas y noventas en un proceso – asumimos – de pacificación. Su proyecto no puede ser solo egotista. Porque meterse con dos bandos violentistas en una época supone cierto porte para poder subsumir algunos cambios que esos movimientos reclamarían en caso llegar al poder sino el 2011, luego.
Esperemos que Noriega de la talla y que su incontinencia verbal, digna de un ex conductor argentino como Humberto Vilchez Vera, no se atropelle y plantee cosas viables para el país. De lo contrario quedará con la chapa que le puso mi abuela Asela hace tiempo: “allá viene el artista”, por su hablar acomedido y sus ojos que miran a los mil cielos.
La exuberante y exultante figura de su verbo y mirada semejan los de un antiquijote cabalgando por las praderas justicieras de la extremadura medieval.
Se trata de don Ricardo Noriega Salaverry, candidato de Dignidad Nacional a la presidencia de la República del Perú, que se ha presentado con una plancha presidencial que expresa el bando pro senderista en lo cultural en la cantante Martina Portocarrero y al bando emerretista en la persona de un ex combatiente de esas filas.
¿Qué ha provocado el que Salaverry - ex jefe de la masoneria y descendiente de un ex presidente llamado Felipe Santiago Salaverry, al que Ricardo Palma calificara en sus tradiciones de “aristocrático loco genial”- esté ahora intentando postular con dos bandos opositores al sistema burgués y capitalista que Noriega encarna?
Creo que Noriega se ha fijado en un francés que asumió lo que se le venía encima con criterio cínico y práctico a la vez. Que no dudó en vestir a 5 mil hombres del vulgo parisino en mujeres y maquillarles bigotes o rasurarles la barba para asaltar la bastilla en 1789. Y no solo eso, sino que en el parlamento jacobino pidió la guillotina para su primo Luis 16.
Se trataba del contemporizador de revueltas y caos: Duque de Orleans.
Noriega quiere canalizar, pues, la post rabia violentista de los ochentas y noventas en un proceso – asumimos – de pacificación. Su proyecto no puede ser solo egotista. Porque meterse con dos bandos violentistas en una época supone cierto porte para poder subsumir algunos cambios que esos movimientos reclamarían en caso llegar al poder sino el 2011, luego.
Esperemos que Noriega de la talla y que su incontinencia verbal, digna de un ex conductor argentino como Humberto Vilchez Vera, no se atropelle y plantee cosas viables para el país. De lo contrario quedará con la chapa que le puso mi abuela Asela hace tiempo: “allá viene el artista”, por su hablar acomedido y sus ojos que miran a los mil cielos.
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