PUNTO DE QUIEBRE


Por Fernando Berckemeyer

Las opciones que se han presentado para esta elección presidencial son igual de reveladoras acerca de lo que el crecimiento está haciendo, cada vez con mayor fuerza, con el Perú, que el boom de la construcción, los valles costeños que crecen sobre los desiertos o hasta la ropa con la que ahora viste el peruano promedio.

Creo que esta es la primera vez en mi tiempo de vida que quienes creemos que la iniciativa privada y el correspondiente respeto a la propiedad y los contratos son la piedra angular de las posibilidades de prosperidad de todos, tenemos varias opciones entre las cuales poder escoger: de hecho, centrándonos por un momento solo en lo económico, tenemos 5.

Es verdad que viendo con el retrovisor, hubo otras veces. Pero eso no había forma de saberlo en su momento, cuando el estatismo era el omnipresente ídolo ante cuyo altar tenía que dejar sus ofrendas todo aquel que quisiera tener un chance real de llegar al poder, aunque luego gobernase de forma más o menos opuesta (ejemplo de libro de texto: el Fujimori de 1990 o nuestro actual presidente).

Tiene mucho sentido que el punto de quiebre lo hayan marcado los números. Es decir, que estos candidatos sean tan hijos del crecimiento como tantos de esos productos que antes no existían en el Perú más que en un par de tienditas elitistas y que hoy proliferan en los también multiplicados malls. Después de todo, hasta la libertad económica requiere de ciertos recursos mínimos para ser ejercida y le debe de valer muy poco a quienes no los tienen que les hablen de ella, al menos mientras no le llegan personalmente los beneficios de la generación de empleo.

Con lo que, por mucho que avance, un país que tiene grandes sectores de su población en la pobreza corre siempre como sobre una de esas cintas eléctricas en los gimnasios y, mientras no logre pasar un determinado umbral de prosperidad, tiene el riesgo permanente de ser lanzado para atrás, y perder el terreno avanzado, cada vez que se detiene sobre la cinta a pensar el futuro, tal como casi sucedió en la elección anterior.

Pero un país que como el Perú ya tiene cerca del 70% de su población viviendo en las clases medias o arriba, puede muy bien haber cruzado el umbral. Haber apagado la faja. Haber dejado, en fin, de correr con la inercia en contra y tener, por lo tanto, finalmente, la posibilidad de avanzar lo mismo con la mitad del sudor, aunque sea solo por el que producía el miedo de salir disparado cada vez que se acercaba el momento de detenerse a votar. (Peru.21)

Comentarios

Beltenebros ha dicho que…
¿Cómo? ¿Siete de cada diez peruanos son de clase media o alta?

¡Monarquía o muerte!
Anónimo ha dicho que…
este articukulo esta bien pendejo, liberaloides de salon, no justifica sus citas, mal dante, mal johb. Al. M

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