ALBERTO BENAVIDES AL CAMPUS


Por Dante Ramos de Rosas

Esta semana se presentó en el Instituto Goethe el filósofo retirado de la ciudad Alberto Benavides Ganoza. Conocí a Alberto en Trujillo cuando lo entrevisté por radio a propósito de su participacion al CCD fujimorista en 1993.

Alberto repartía volantes con su esposa a la salida de la Católica, y lo hacía con un entusiasmo digno de mejores causas. Sus alumnos lo alentaban y le gritaban “loco”, lo que él tomaba como muestras efusivas de cariño.

Hace poco supe que había abandonado la vida academicona y se había mandado mudar al campo: al fundo ‘Samata’ en Ica. Desde hace 15 años había migrado al campo. En el Instituto Goethe su conferencia verso así: “¿Por qué es natural que los filósofos vayan al campo?”.

Pero lo que pensaba iba a ser una versión iconoclasta sobre el traslado de la mueblería o batería de armas librescas y teóricas para desarrollar mentalidades en el campo sólo se limitó a un bullicioso relato literario –asunto que Benavides domina bastante bien– de sus pasos en la noche, pocas historias de duendes y aparecidos y el píar continuo de pajarillos por las mañanas y un mediodia reciclado de aguas limpias desde la tecnología nazca y cultivos como uvas, aceitunas y otros.

El proyecto de Benavides sólo se limita a un rescate existencial de sí mismo o por lo menos no se agota más allá de eso –lo que es respetable por supuesto-, aunque no alcanza a elaborar otras ideas como por ejemplo plasmar una escuela no formal para los hijos de sus peones o de los poblados adyacentes a su fundo, cosa que Alberto haría en dos días por su experiencia comprobada en las aulas.

Una de las cosas valiosas que exclamó en su charla fue que la ciudad genera excitantes y el campo sólo sedantes.

Dicho esto podemos saber por dónde van los tiros de don Albertico: Él está dopándose en el campo, como los anacoretas poéticos alemanes Heine o Holderlin, o mismo frayle católico, a lo que hizo mención también pues dice que fue en la Católica donde dejó de ser Católico.

Otra de sus calamidades admitidas fue la defensa de cultivos como la marihuana y la ayahuasca. Medio Lima filosófica está en esto por siacaso, y el distrito que más consume es Barranco (no por nada tiene un bar llamado “Ayahuasca”), una casona bellísima pero donde se toma de todo menos ayahuasca. Como comenta mi abuela Asela, sagitaria ella, novelerías que le dicen.

Don Albert siguió con su perorata. Rajó de las construcciones encementadas sin nada de verde. Aquí el contrabando es clarisimo. Dijo que el construir es un indicador de la riqueza en contraste a la pobreza. Pero lo que no va a decirnos nunca es que su oposición a la industria cementera es porque existe un minero aurifero a su vez dueño de cementos Pacasmayo llamado Eduardo Hoschildt. Así que no hay puntada sin nudo: Eduardo estudió en el Claretiano de Trujillo; la familia de Alberto es dueña de la minera Buenventura con intereses en Yanacocha, Cajamarca.

Otra cosa que dijo ahuyentando viejos fantasmas ideológicos clasistas fue que en el campo se respira respeto. Mientras que en la ciudad un vecino que nunca le há sido presentado al otro le puede decir “Buenos días”, provocando la indiferencia o sorpresa del otro; en el campo decir “Buenos días” es una muestra de cariño o respeto genuino. Tal cosa no es tan cierta. Porque es en el campo donde las relaciones oligárquicas de dominio señorial están mas marcadamente establecidas, ni siquiera desde la época virreynal sino desde épocas preincasicas. Así que ese “Buenos dias” es una vitrina pulida de vínculos de señoríos y de poder entre amos y peones.

Ante una pregunta final de mi amigo Fernando Carvalho, corresponsal de RPP en Paris, acerca de su visión de la noche y de su posible apoyo a un candidato a la presidencia, Benavides se manifestó a favor de Bayly porque según él representa una visión nueva e inteligente de las cosas y los cambios en el país. Está demás decir que el buen Alberto fue profe de Bayly en la Católica. Cómo no defender a Bayly para que el Estado que tenemos sea laico, se preguntó en voz alta, arrancando sonrisas del público.

En suma, Alberto Benavides ha huído de la ciudad ante posibles profecías sísmicas y corre presuroso a refugiarse en el campo, pero no ha dado una revisión de cómo las ciudades podrían ondular a mejoras. Por ejemplo, qué esperan los municipios para dar una parte de sus ejidos como parques pequeños o para negociar con el Estado peruano la compra, vía expropiación y justiprecio de predios abandonados, para hacer allí bosques urbanos como sólo Susana Villarán proclama.

¿Existen candidatos que divaguen propuestas acerca de azoteas con cultivos pequeños? Eso lo dijo Julio Velarde del BCR hace tiempo, provocando risas en las tribunas. Velarde es uno de los economistas más serios que conozco. Acordémonos. O paredes verdes al borde de nuestras viviendas a modo de enredaderas que destilen oxígeno o por lo menos tenderlas a los flancos de la via expresa como maceteros colgantes, y por último realizar alcantarillas amplias como Madrid o Paris.

Todo el esquema de los jardines colgantes de Semiramis en Babilonia pérsica se perdió cuando llegaron los griegos y luego romanos con el esquema de ciudades quadratas. Allí se perdió todo lo verde.

Nada de esto se dijo. Mientras tanto, que Alberto duerma su noche.

Se la regalamos.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Espero que cubran la juramentacion del dr. lozano por favor, que es importante para la upao y trujillo. abrazo. Samuel V.

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