EL SEXTO SENTIDO DE JUAN COLLANTES

Por Johnson Centeno

Confieso que no soy de los que extrañan mucho a sus amigos. Prefiero extrañar un amor, una mirada, una canción. Era la segunda o tercera vez que veía su foto en el periódico, y esta vez la nostalgia se puso a pesar más de lo debido. ¿Por qué no visitar a un amigo que no veía desde que salimos del cole, esto es, hace un culo de años, y que es además el veintiúnico artista de la promo?

La vez pasada me desanimó el reportaje en el diario. Me pareció que si alguien escribía así sobre mi amigo no había mucho por descubrir y no tenía encanto visitarlo. No sé porque esta vez casi me pasa lo mismo, y estuve a punto de voltear la página. El reportaje me pareció tan fofo que pensé que se trataba de un crítico mal alimentado, como la mayoría de los que escriben en La Industria (salvo esa mente brillante llamado Dante Alva). El hecho es que pude contactarlo vía mail y quedamos en encontrarnos en el lugar donde una vez más él exponía parte de su vida: la Galería de Arte Impromptu, en el sexto piso de El Cultural.

Una galería es, desde hace un chorro de años, una tribuna donde el artista se desnuda para que la gente lo quiera. O lo odie. Y el streptesero de esta noche es un graduado en Alemania (en la Escuela de Bellas Artes de Dusseldorf), pero de notable orígenes peruanos: mi promo de cole (no sé porque me siento huachafo diciendo “promo de cole”): el pintor y grabador Juan Collantes Castañeda.
Juan llegó al cole si traumas visibles a mitad de la secundaria, así que sólo pasamos un par de años entre amigos; tiempo suficiente para saber –aunque sea por curiosidad- qué diablos puede haber pasado con el resto de los muchachos. Lo que nadie hubiera imaginado es que el alumno Collantes terminaría de pintor (y de los buenos, vamos) pues lo único artístico que desde entonces le notábamos es que era un gran amante de la salsa (afición que cultiva hasta ahora, incluyendo clases de baile), y de la biografía del famoso otrora presentador y hoy bizarro político ‘Coco’ Giles. En verdad, me lo confesaría después a media charla, Juan guardaba ya una plena inclinación por la plástica, pero hubiera sido un mariconeo total ventilarlo en la promo de un colegio de machos.

Así que de un momento a otro, como en un viaje en el tiempo, estamos frente a frente en un sexto piso, con esa prisa en el saludo para evitar descubrir cuál de los dos luce más viejo o acabado. Los dos seguimos con pelo y no tenemos mucha barriga, me parece. Eso es lo que importa. En realidad –valgan verdades- es Juan quien luce un aire más juvenil con su peinado friki, sus aritos en la oreja y su casaquita Adidas; así que pasa todavía por un estudiante bien de artes plásticas. Pero no nos engañemos: su hoja de vida nos habla de un artista entregado por entero a su oficio, y no lo digo únicamente por el número de sus exposiciones en buena parte de Europa, sino por esa madurez que ya empieza a fluir en cada uno de sus lienzos, sus maderas, cartulinas, y cuanto material caiga en sus manos. Su compromiso de pintor-grabador ha logrado tal maridaje, que el espectador no necesita esforzarse mucho para caer rendido a la atmósfera de sus temáticas.

Iniciamos un tour por la galería con el fin de conocer detalles de su trabajo, pero los recuerdos y las anécdotas pueden más que la concentración para descubrirlos. Total, un cuadro nunca tiene lecturas absolutas, me digo; pero me hubiera gustado fisgonear los demonios que lo llevaron a pintar cada uno de ellos, más allá del amor, sus estados de ánimo y los sueños del mundo. Vamos a tomar una chelas, propone Juan.

Nos vamos no muy lejos de El Cultural, y la música que nos recibe no podía ser de mejor ocasión (lo que confirma que valió la pena encontrarnos): Niche, La Misma Gente, Eddy Santiago, Hildemaro, Frankie Ruíz, entre otros. La música que siempre fue la delicia de Juan, y que ahora ameniza una charla sin apuros por el espejo retrovisor sobre la gente de la promo, el cole, los profes, las mujeres, las mujeres, las mujeres. En verdad os digo que me gustaría recomendar este magnífico lugar, pero casi me he contagiado del hidalgo vicio de la prensa trujillana, patentado in toto por el ‘datero’ Dante Ramos (a la billetera de Chandu me remito): la de no dar publicidad gratis salvo una buena mermelada. Salud, maestro, por ellas, porque sin ellas no seríamos nada.

Es curioso, y esto me da gusto: Juan, a pesar de sus vajes y sus estudios, sigue siendo el discreto muchachito del nunca bien ponderado Colegio Orbegoso, que entonces funcionaba en la cuadra 7 de Bolívar, y ahora vaya uno a saber por dónde está. Decía que es tan discreto, que uno tiene que escarbar para sacarle datos de sus estudios, la sociedad alemana o los motivos de su pintura. Collantes fue alumno del profesor Konrad Klapheck, con quien aprendió a desarrollar un “sexto sentido” para emplear el color, y luego ha finalizado en el taller del profesor A. R. Penck, donde viene a perfeccionar su técnica. Hay otro nombre visible en su estela artística: Hannes Esser: “A él le debo todo lo que sé y lo que no sé”, cuenta. “Es un gran artista y un gran amigo del que siempre me enorgullezco”.

Todavía no he podido hacerme una idea de qué vive un pintor en Alemania, pero lo que sí es seguro es que aquí en el Perú no vive una alegre vida de colores, y Juan acaba de saborear las aflicciones de su paleta, nada menos que en la Escuela de Bellas Artes de esta su querida ciudad: No sólo le deben plata por unos cursos pactados para que él dictara, sino que la ‘burrocracia’ de la administración no ha sabido estimar sus talentos, y ha preferido excluirlo. Pero Juan lo ha tomado con humor, y más bien me pide que no comente nada de esto en el blog. Don’t worry, Juan, ni mi mami revisa este blog.

Con todo, nuestro pintor tiene decidido trasladar su reputación bien ganada en Dusseldorf, y ha puesto su taller en el centro de Trujillo (Orbegoso 160, el nombre del cole, otra coincidencia), la tierra que no lo vio nacer (Juan nació en Lima), pero que se ha ganado su corazón pues aquí están sus amigos, su padre, su música, sus chelas, donde quiere seguir sembrando locuras, bailando salsa, enamorándose, amaneciéndose como ahora, y especialmente, afinando ese sexto sentido que lo ha llevado donde está, y porque sabe bien que aquí y en todas partes “el arte nunca morirá”.

AQUÍ UN VIDEO DE LA MUESTRA COLLANTES (GÁNENSE ADEMÁS CON EL HERMOSO TECHO DE LA GALERÍA).

AQUÍ SU WEB PERSONAL

Y AQUÍ ALGUNOS DE SUS CUADROS

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