TEENAGERS


Por Willy Quevedo

Cualquier estudiante de comunicación sabe que los sectores más vulnerables ante la publicidad son los ancianos, niños, adolescentes, mujeres analfabetas y migrantes recientes.

La estrategia del marketero es infectar con su mensaje a un conjunto de personas vulnerables. Ellos contagiarán a un grupo mayor, y si éste se mezcla con la población general se logrará una epidemia mediática, es decir, estará garantizado el rotundo éxito de una campaña.

En este razonamiento, la similitud con las enfermedades es que el contagio del tema propagandístico debe ser por contacto directo, corriendo la voz personalmente.

De los nichos vulnerables, los más estudiados y abordados por los publicistas son los niños y adolescentes. Al carecer de los conocimientos y experiencia que posee un adulto, los chicos no pueden protegerse con el indispensable escepticismo que permite vivir en el mundo moderno. Los jóvenes recién están formando su criterio. Por ello aún son muy confiados e inocentes.

La influencia de los teenagers en el mercado crece día a día. Los hijos aconsejan a sus padres sobre las cosas que deben comprar y también podrían presionar sobre otras elecciones.

La tierna personalidad y la fragilidad mental de los chicos son explotados por los empresarios de la publicidad. Ellos crean imágenes y sonidos especialmente dirigidos a seducir a los púberes.

El problema es cuando inescrupulosos políticos también desean sacar ventaja de esta realidad.

En 1975, Pol Pot sorprendió al mundo con un ejercito compuesto por niños. En Camboya criaturas de 11 años estaban adoctrinados para castigar y ejecutar a sus padres si consideraban que habían traicionado al régimen del Khmer Rouge.

En abril de 1945, niños afiliados a las juventudes hitlerianas fueron ordenados a resistir el último asalto de las tropas rusas a Berlin. Decenas de miles de chicos murieron por culpa del fanatismo nazi.

La UNICEF ha denunciado que en el Peru, Sendero Luminoso siempre reclutó niños a sus filas y los entrenó militarmente.

En la campaña electoral del 2006, Alan García dedicó muchos recursos para conquistar la simpatía de los adolescentes. Difundió jingles con ritmos de reggaeton y perreo y promovió las candidaturas de paquitas danzarinas.

Para las próximas elecciones, se debe prohibir la publicidad política dirigida a púberes. El Estado no puede permitir la agresión marketera equivalente a la violación de menores.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
hola, muy interesante el articulo, solo para enfatizar q eso ocurre cuando la publicidad o el marketing no tienen en cuenta valores q comunes a otras disciplinas, eso, lamentablemente esta primando en este mundo materialista. Un fuerte abrazo a los q hacen el blogito jejej. F. Tirado

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