MERCEDES SOSA EN MI RECUERDO


Por Guillermo Rebaza

Hitler Huamaní vendía libros viejos, música y baratijas, sobre todo baratijas y cientos de cassettes con música de Inti Ilimani, Los Jaivas y tantos otros grupos de la llamada canción-protesta. Hitler era ayacuchano y quechuahablante, y sospecho que su nombre era una inocente humorada de sus padres, o la maligna ocurrencia de algún patrón miraflorino en cuya casa pudo haber trabajado su viejita.

Corría el verano de 1979 y hacía mis pininos pre universitarios en la fantasmal Universidad Popular Gonzáles Prada –creación heroica de los apristas, de esa minoría intelectualizada que otrora tuvo un lugar es ese partido–, y su local quedaba en alguna parte del Centro Histórico de Lima que ahora no recuerdo, muy cerca de la Plaza Dos de Mayo, poblada en las noches de putitas, proxenetas y demás especímenes de la oscuridad.

Nadie sospechaba que poco tiempo después, una huelga nacional de profesores –la de junio de ese año– no solo remecería el régimen de Morales Bermúdez, el inefable caballero de los bares, sino que daría inicio a una escalada de violencia política que aún nos retumba en la memoria.

Pero a qué viene esta breve historia. Es que gracias a Hitler Huamaní, con quien trabé una amistad tan pasajera como divertida (una noche descubrí que debajo de los libros de Og Mandino y otra literatura menor, escondía revistas porno, suecas o de algún país tan extraño como la inextricable lengua de las leyendas) conocí las canciones de Mercedes Sosa, “la negra” querida, la de la voz sonora, pletórica de humanidad y melancolía.

Hitler vendía lo mejor y lo último de esa corriente musical que de alguna manera representa Mercedes, junto a otros artistas.. Desde entonces me volví acalorado consumidor de música-protesta y también de revistas porno (de allí lo de “acalorado”), y si no aprendí sueco poco me faltó, porque lo verdaderamente importante no entraba por el corazón –mi querido Antoine– sino por mis ojos y mis manos (disculpa el atrevimiento, … ni tú ni el Principito deben sentirse culpables de nada)

Veinte años después, en Barcelona, al año siguiente de que Pinochet fuera detenido en Londres, en un gigantesco concierto contra la impunidad, en el que participaron Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, Miguel Bosé, Pablo Milanés (antes de su ineluctable aguzanamiento), Ana Belén, Quillapayun, Fito Paez y una larga lista de rutilantes estrellas de la nueva trova, pude entrevistar a Mercedes Sosa, apenas unos minutos, para mi programita radial Somos Latinoamérica, que cada sábado de ese año y de algunos más transmitía por las marginales ondas de radio Hospitalet del Llobregat, una radio municipal, de audiencia multiforme, otra vez marginal y distante de la rica y burguesísima Barcelona. El barrio Hospitalet del Llobregat, también hay que decirlo, lucía orgulloso, entre otras perlas, la mayor concentración de bares por borracho, quise decir por persona. Pero eso, en mi caso, fue solo una coincidencia, malpensados..

O sea que estando a lo expuesto, como diría el doctor que "conoce”, puedo decir con verdadero júbilo mariano que conocí, hablé un poco y sobre todo sentí de cerca a la diva campesina, a la Mercedes de todos los tiempos y de todas las edades, y supe que de alguna manera era nuestra Martina Portocarrero o nuestra Bertha Barbarán, y que fue y será grande e inolvidable, como el cielo serrano de su Tucumán, que alguna vez la vio nacer, soñar y caminar descalsa..

Es mi modesto homenaje.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
HOLA GRANDE, GRANDE MERCEDES,DE TODAS LAS CANTORAS COMPROMETIDAS LA MEJOR, ACTO Y CONSECUENCIA, SU VOZ PERDUDARA POR SIEMPRE AMIGOS. ME PERMITO ENVIARLES ESTA CANCION QUE ME ENCANTA.
http://www.youtube.com/watch?v=elFfCLa6wNM

Saludos cordiales. Pepe Trujillo
Anónimo ha dicho que…
felicitaciones por el evento de habilidades blandas, muy bueno los temas, sigan informando

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