MI SINAGOGA


Por Dante Ramos de Rosas

Casagrande es la tierra liberteña que albergó más apellidos alemanes y anglosajones a partir de mediados del siglo XIX: Gildemeister, Muller, Rosembaum, etc. Una tía mía interesada en cuestiones genealógicas me explicó el origen de mi apellido.

Nuestro apellido estaba acomodado para ser aceptado en el seno de la sociedad cañera católica de Casagrande. Mi bisabuelo era un herrero alemán de ascendencia hebrea. De él se cuenta que asaltaba botiquines para calmar su sed. El alcohol en su más pura destilación arañaba su garganta y cuerpo de fiebres azules en sus brillos oculares.

Gerardo Caylloma Navarrete, destacado intelectual trujillano y amigo de León Trathemberg, ambos de origen hebreo, me contó una vez que la sinagoga judia existió en los altos del bar Porturas, al frente de la Plaza de Armas, en pleno Jirón Pizarro. En ese mismo jirón se levanta el edificio Jacobs, al costado de la Corte Superior. En la esquina de Colón y Pizarro hay un edificio con una media luna en medio del mar. Reflejos del medio oriente que le dicen.

La herencia hebrea de Trujillo es fuerte. Una vez sorprendí a Luis Quintanilla, de la sección culturales de La Industria, cuando le mostré la placa de bronce existente al costado de la calle Zepita, Orbegoso, Iglesia Santa Ana. La colonia judía edificó esa iglesia gracias a ser legatarios históricos de un judio socio de Pizarro: don Diego de Almagro. ¿Cuál otro? En toda aventura siempre debe estar la cabeza de un judio. Y los que paguen los platos rotos serán cabeza de turco.

Muy mal se comportó la sinagoga hebrea con Ariel Bracamonte Fefer, hijo de la asesinada Miriam Fefer -Miriam se casó con un paisano trujillano, el dueño del hotel Bracamonte en Huanchaco– a fines del 2006.

A Ariel no le permitieron pagar una placa de mármol para su madre, allá por el 2006, cuando pasó al otro mundo. Creo que su hermana Eva (de hebraico y pecaminoso nombre) fue la mujer que mandó matar a su madre por el vil metal. Asesorada -cómo no- por una tutora de origen italiano, Castro Manarelli.

¿Uds. se imaginan, lectores de este blog, que una muchachita como Eva se echaría a buscar por las pendejas calles del Callao a un sicario de origen colombiano? Eso solo se hace en doble contubernio. El origen mafiosamente itálico de la tutora y algunos interesados de la Colonia hebrea. Ese es el dato que faltaba en el rompecabezas policial. Y periodistico.

Qué se puede esperar de una Colonia que aisló inhumanamente –a pesar de sus ortodoxias tiranas – a un colega como Isaac Bigio, que escribe en correo, cuando el abuelo paterno lo secuestró porque se había casado por segunda vez –tremendo pleito– con una mujer que NO era judia. Conozco bien este caso porque la esposa de Bigio, Betty Quevedo, fue mi enamorada hace unos años– afin a simpatias subversivas– y me llamó desde Londres una madrugada a Chiclayo con esta advertencia: “Ni te metas a ayudar a Isaac en la busqueda de su hijo porque los judios son muy poderosos”. Quería comunicarme con Isaac colocando cartelones por toda mi ciudad para que hallase a su hijo. Era genuina solidaridad de padre porque tanto él como yo somos padres de niños autistas. Charlie es el nombre de su hijo, y el del mío, Cristian, mi Cris.

El hijo que buscaba –que no era autista - tenía hace 4 años doce años y el abuelo poseía todo el poder del mundo financiero peruano. Era gerente fundador de la tarjeta Dinners, lo que no es poca cosa estimados amigos.

La abogada de Bigio era Rosario Sasieta, la “señora Ley”, hoy congresista de Accion Popular.

En el mundo hebreo se dan una serie de fraccionamientos, disidencias y quebrantos gigantes. No por nada tanto fraccionamiento ha dado muchas personalidades singulares al mundo en la ciencia, filosofia, etc. De lo que el mundo judío no se da cuenta es que lo atávico familiar es ahora un sinnúmero de heterodoxias que avanzan y que son diáspora para lo tradicional. Lo mosaico es ahora una remora.

Tambien las sinagogas necesitan una refundación urgente. Quién sabe esa refundación se genere a partir del Casagrande provincial. Ya hubo un escritor chepenano que fundó una sinagoga en cajamarca. Su nombre: Isaac Goldemberg.

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