LIMA Y EL ARTE

Hola estimados amigos,
El sábado pasado estuve en la VII FESTIVAL DE LA MARINERA, en Miraflores, en el Estadio Bonilla. Sobre la marinera norteña hay mucho para escribir y siempre nos trae sorpresas.
Al llegar al estadio miraflorino lo encontré rebalsando de gente. Con las tribunas divididas en espacios por fanáticos de los clubes. Vino gente de todo el Perú a bailar su marinera norteña. Pero lo que más me asombró es que vi una “Asociación Mochera” con muchos participantes.
Los mocheros, que bailan a “pata calata”, fueron en todas las categorías los que quedaron finalistas.. y aun en las infantiles y juveniles merecieron el primer lugar pues quedaron segundos y terceros.
Fue una completa emoción, como la que tenía cuando rompía la banda en los acordes de La Marinera, en Trujillo. Esa misma sensación la sentí esta vez en Miraflores. Les juro que la garganta se me anudó y las lágrimas se me salieron. Es que quiero tanto a Trujillo…
La reina bailó una elegante marinera antes de empezar las premiaciones. Y los campeones del año pasado se lucieron en los preámbulos. Pero los que dieron todo candor y rompieron el suelo fueron los ‘mocheros’: se rompieron los dedos bailando. No sé si el jurado sabrá diferenciar entre los mocheros y otros bailarines, pero tampoco era el momento para explicárselo.
En todo el concurso sólo se bailaba la mitad de la marinera. Y me pareció bien. Porque la gente se cansa y creo que con la mitad de la marinera los concursantes saben que es lo que pueden dar y se lucen en todo lo que pueden y deben.
Una densa neblina nos envolvió cuando salimos a las 11, y no pudimos ver las finales. Aunque la Av. Pérez Aranibar es transitada por taxis, todos querían cobrar un ojo de la cara. Subí en una combi, en la que fui de pie unas 20 cuadras, y cuando me bajé estaba tan pero tan mareado que tuve que sostenerme en la pared... la gente creería que estaba medio borracho.
EL domingo me fui a ver Salomé. Era el último día. La obra ha sido diriida por Olga Shimasaki, pero el coreografo ha sido el chileno Jaime Pinto. Es la obra original de Oscar Wilde. Carla Castro ha diseñado el vestuario que fue sencillamente excepcional. La música estuvo tremenda y sus autores fueron Florent Schmith, Michael Askill y Omar Faruk.
Oscar Wilde, escribió esta pieza para Sara Berhard, la mejor actriz de la época victoriana y fue dramatizada por ella.
La obra fue bailada por el Ballet Nacional del Instituto Nacional de Cultura. ¡Oiga Usted, hace años que no veia un ballet tan bien estructurado! Impecable, impecable, impecable. Me hizo recordar a las obras de Broadway tan bien montadas, donde los bailarines cumplen con su rol, sin equivocaciones. Cincuenta bailarines en escena, y no se chocaron. Y bailaron como se debe bailar: perfectamente. Creo que este cuerpo de baile está pasando por el mejor momento de su historia. La madurez de sus interpretes tiene que ver mucho con la dirección de la Shimasaki, quien fue una destacada bailarina en sus tiempos. Yo la vi.
Las luces y la escenografía estuvieron de primera. Los bailes de la segunda parte muy bien estudiados y bailados. Pusieron mucho de sexual y las contorciones femeninas fueron muy insinuantes. En esta obra el baile de Salomé fue muy esperado. Pero antes de ella bailaron como tres esclavas, que me confundieron. Hasta que en el torbellino de la gran fiesta dada por Herodes que estaba perturbado y enamorado de la hija de su mujer Herodias, todas las mirdas voltearon a un costado, donde apareció Salomé cubierta por un tul blanco y llevaba en una mano un larda tunica de unos 10 metros de largo, que jugo un papel importantísimo en la escenografía.
Cuando dos esclavos bailarines la descubrieron Salome quedó casi desnuda con un hermoso ‘tapa poco’ de raso y lentejuelas. El baile de Salomé fue insinuante, provocativo y a la vez muy fino.
Debemos acordarnos que cuando se trató de Salomé siempre se pensó en la danza de los siete velos. Bueno pues aquí solo hubo uno, pero bastó, porque fue suficiente.
Si tienen la oportunidad de verla en cartelera, por favor, no dejen de asistir.
Luego me fui al centro y en Palacion de Gobierno se estaban exhibiendo una serie de joyas del Señor de Sipán. Y tuve oportunidad de ver el Salón Dorado, que es una réplica del salón de los espejos del gran palacio de Luis XVI. Allí mismo vimos un documental sobre el descubrimiento del arqueólogo Luis Alva Alva, y luego de saboreamos una Inka Kola donada por Alan García de uno de sus sueldos
El puebo tuvo la oportunidad de entrar a Palacio, esta es la segunda vez, porque hace dos meses se expusieron varios mantos Paracas, que fueron unas joyas.
Esta semana es la Semana del Arte en Lima. A partir del Lunes en San isisdro, Barranco y Miraflores, habran exposiciones y actuaciones. Ya les contaré.
Hasta Pronto.
Jorge Mariátegui
Su reportero cultural
El sábado pasado estuve en la VII FESTIVAL DE LA MARINERA, en Miraflores, en el Estadio Bonilla. Sobre la marinera norteña hay mucho para escribir y siempre nos trae sorpresas.
Al llegar al estadio miraflorino lo encontré rebalsando de gente. Con las tribunas divididas en espacios por fanáticos de los clubes. Vino gente de todo el Perú a bailar su marinera norteña. Pero lo que más me asombró es que vi una “Asociación Mochera” con muchos participantes.
Los mocheros, que bailan a “pata calata”, fueron en todas las categorías los que quedaron finalistas.. y aun en las infantiles y juveniles merecieron el primer lugar pues quedaron segundos y terceros.
Fue una completa emoción, como la que tenía cuando rompía la banda en los acordes de La Marinera, en Trujillo. Esa misma sensación la sentí esta vez en Miraflores. Les juro que la garganta se me anudó y las lágrimas se me salieron. Es que quiero tanto a Trujillo…
La reina bailó una elegante marinera antes de empezar las premiaciones. Y los campeones del año pasado se lucieron en los preámbulos. Pero los que dieron todo candor y rompieron el suelo fueron los ‘mocheros’: se rompieron los dedos bailando. No sé si el jurado sabrá diferenciar entre los mocheros y otros bailarines, pero tampoco era el momento para explicárselo.
En todo el concurso sólo se bailaba la mitad de la marinera. Y me pareció bien. Porque la gente se cansa y creo que con la mitad de la marinera los concursantes saben que es lo que pueden dar y se lucen en todo lo que pueden y deben.
Una densa neblina nos envolvió cuando salimos a las 11, y no pudimos ver las finales. Aunque la Av. Pérez Aranibar es transitada por taxis, todos querían cobrar un ojo de la cara. Subí en una combi, en la que fui de pie unas 20 cuadras, y cuando me bajé estaba tan pero tan mareado que tuve que sostenerme en la pared... la gente creería que estaba medio borracho.
EL domingo me fui a ver Salomé. Era el último día. La obra ha sido diriida por Olga Shimasaki, pero el coreografo ha sido el chileno Jaime Pinto. Es la obra original de Oscar Wilde. Carla Castro ha diseñado el vestuario que fue sencillamente excepcional. La música estuvo tremenda y sus autores fueron Florent Schmith, Michael Askill y Omar Faruk.
Oscar Wilde, escribió esta pieza para Sara Berhard, la mejor actriz de la época victoriana y fue dramatizada por ella.
La obra fue bailada por el Ballet Nacional del Instituto Nacional de Cultura. ¡Oiga Usted, hace años que no veia un ballet tan bien estructurado! Impecable, impecable, impecable. Me hizo recordar a las obras de Broadway tan bien montadas, donde los bailarines cumplen con su rol, sin equivocaciones. Cincuenta bailarines en escena, y no se chocaron. Y bailaron como se debe bailar: perfectamente. Creo que este cuerpo de baile está pasando por el mejor momento de su historia. La madurez de sus interpretes tiene que ver mucho con la dirección de la Shimasaki, quien fue una destacada bailarina en sus tiempos. Yo la vi.
Las luces y la escenografía estuvieron de primera. Los bailes de la segunda parte muy bien estudiados y bailados. Pusieron mucho de sexual y las contorciones femeninas fueron muy insinuantes. En esta obra el baile de Salomé fue muy esperado. Pero antes de ella bailaron como tres esclavas, que me confundieron. Hasta que en el torbellino de la gran fiesta dada por Herodes que estaba perturbado y enamorado de la hija de su mujer Herodias, todas las mirdas voltearon a un costado, donde apareció Salomé cubierta por un tul blanco y llevaba en una mano un larda tunica de unos 10 metros de largo, que jugo un papel importantísimo en la escenografía.
Cuando dos esclavos bailarines la descubrieron Salome quedó casi desnuda con un hermoso ‘tapa poco’ de raso y lentejuelas. El baile de Salomé fue insinuante, provocativo y a la vez muy fino.
Debemos acordarnos que cuando se trató de Salomé siempre se pensó en la danza de los siete velos. Bueno pues aquí solo hubo uno, pero bastó, porque fue suficiente.
Si tienen la oportunidad de verla en cartelera, por favor, no dejen de asistir.
Luego me fui al centro y en Palacion de Gobierno se estaban exhibiendo una serie de joyas del Señor de Sipán. Y tuve oportunidad de ver el Salón Dorado, que es una réplica del salón de los espejos del gran palacio de Luis XVI. Allí mismo vimos un documental sobre el descubrimiento del arqueólogo Luis Alva Alva, y luego de saboreamos una Inka Kola donada por Alan García de uno de sus sueldos
El puebo tuvo la oportunidad de entrar a Palacio, esta es la segunda vez, porque hace dos meses se expusieron varios mantos Paracas, que fueron unas joyas.
Esta semana es la Semana del Arte en Lima. A partir del Lunes en San isisdro, Barranco y Miraflores, habran exposiciones y actuaciones. Ya les contaré.
Hasta Pronto.
Jorge Mariátegui
Su reportero cultural
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