ENTREVISTA A JOSÉ ANTONIO CARO JOHN

Se califica como un apasionado de la enseñanza. “Mi padre fue profesor de Colegio y yo de niño siempre lo acompañaba a sus clases. Hoy, cuando estoy frente a una pizarra, créame, me olvido de todo, es una pasión”, señala este abogado que, no obstante su juventud, es uno de los académicos más renombrados del área penal de nuestro país. Desde que conoció a Jakobs y logró vencer el endiablado idioma alemán, muchos de sus sueños se han venido cumpliendo en los últimos tiempos: Un doctorado en Europa (su tema fue “La Prohibición de Regreso en el Derecho Penal”), publicaciones en diversos países, y miembro de uno de los estudios más fichos de Lima. Nos concedió una entrevista en un salón de clases de postgrado “para no perder el contacto con sus alumnos”, con ese dejo español que no sabe disimular, y el talante de quien tiene aún muchos proyectos. Aquí la conversa.
— Cuéntenos, qué tal su experiencia con el profesor Günter Jakobs.
— Mi experiencia con Jakobs, vale, es fascinante. La verdad es que inicialmente, en lo científico, pues, la admiración que yo siempre tuve por sus obras fue la mejor; luego en el personal, al tiempo de conocerlo, debo reconocer que él ha marcado muchísimo mi vida pues yo lo califico como mi maestro, un hombre de honor, un hombre muy correcto. Yo lo conocí muy joven, el año 94, siendo aún universitario: Me enteré que venía a Colombia, viajé a Colombia, me entrevisté con él (yo no sabía todavía nada de alemán), y él muy amablemente me invitó a ir a Alemania. Luego cuando acabé la Universidad y postulé a una beca, él me ayudó mucho en las cartas de recomendaciones. Jakobs es un tipo muy innovador, muy riguroso con su ciencia, muy disciplinado, y sobre todo una persona muy sencilla.
— ¿Qué tiempo estuvo con él?
— Con Jakobs estuve 6 años y medio.
— Es un buen tiempo para ser amigos, ¿no?
— Sí, definitivamente. La beca doctoral me duró 4 años, que se inició con una maestría que hicimos en 2 años, y el resto fue un tiempo dedicado a la tesis doctoral. Todo este tiempo estuve con él en Bonn, asistiendo a sus clases y trabajando bajo su dirección.
— ¿Llegó a acostumbrarse académicamente al ritmo de vida de Alemania?, cómo lo definiría haciendo un contraste con el Perú.
— En contraste con el Perú lo que Alemania tiene es su disciplina, pero es una disciplina que viene desde el Colegio, desde los hogares. Por ejemplo, en las casas hay todo un orden para el recojo de la basura: papeles, restos orgánicos, botellas, etc. Son deberes usuales de los niños. El rigor científico, en realidad, viene ya precedido de una exigencia de tipo cultural. Eso es lo que más puedo distinguir se la sociedad alemana.
— Cuántos años o cuántas décadas o años luz nos llevan como país.
— Es un tema de mentalidad que se asienta en el espíritu mismo de la sociedad. Recordemos que Europa es una sociedad notoriamente escritural, en cambio nosotros tenemos fundamentalmente una tradición oral. Son dos culturas distintas. No creo que sea superior a la nuestra pero es distinta.
— Y la influencia de Jakobs, doctor Caro, desde cuándo podemos rastrearla en nuestra realidad.
— Vamos a ver. Primero, como pensamiento y doctrina, las primeras obras que lo introducen en las ciencias penales en español son, por ejemplo, Jesús María Silva Sánchez, mi maestro español, Juan Busto Ramírez, entre otros, pero la entrada de Jakobs en el mundo académico hispanohablante se da a comienzos del año 92- 93 con las primeras traducciones de sus artículos hechas por discípulos españoles que trabajaron con él. A Jakobs le llegan muy tarde los españoles: los primeros estudiosos que llegaron a su seminario lo hicieron a comienzos del 90, mientras que, por ejemplo en el caso de Roxín, él recibía a españoles desde la década de los 70. No obstante, su recepción en nuestro país es muy creciente, y yo lo puedo notar sobretodo porque en las aulas veo cada vez más un interés impresionante por conocer de Jakobs, especialmente en las nuevas generaciones.
Comentarios
Que el altísimo siempre ilumine tu trajinar y desarrollo profesional.
ABC - 2 016
. . . una de cuyas virtudes . . .
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