ENTREVISTA A MAGDIEL GONZÁLEZ, EX MAGISTRADO DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL





EL MARXISTA DEL TC




Siempre ha sido de perfil bajo. Por eso nos sorprendió su locuacidad en esta entrevista, inicialmente planteada con fines netamente académicos, desbordada en una conversación ideológica y de coyuntura. Magdiel Igdalías González Ojeda (pocos conocen que su tercer nombre es Senen, todos de inspiración bíblica) es un constitucionalista arequipeño nacido en 1938, y hasta el año pasado, la cuota marxista en la conformación del Tribunal Constitucional, aunque pocos lo reconocen. Terminado sus estudios de Filosofía, inició sus estudios de Derecho en la Universidad Nacional San Agustín y luego se fue a un postgrado en la República Federal de Alemania. Desde entonces ha estado vinculado a la magistratura y a la vida académica.


— El Derecho Constitucional nunca pierde vigencia, ¿no?, a pesar de las nuevas corrientes.
— Es que es la base fundamental de todo Estado, y hoy en día más que nunca. Fíjese, a partir de los inicios del siglo pasado hubo un cambio total a nivel del Estado moderno, pues si bien es cierto hasta esa época su fundamento era la ley y el Estado de Derecho, se empezó a trabajar en el sentido de que el fundamento real era la Constitución. Lo que pasa es que aquí esto nos ha llegado un poco tarde, y los operadores jurisdiccionales, por ejemplo, aún siguen pensando en la ley, sin tomar en cuenta que hoy deben seguir a la Constitución, pues la ley prácticamente está en quiebra.

— ¿En quiebra?
— Quiero decir que la ley hoy en día ha perdido sus características básicas. Si bien antes el Congreso de la República era la expresión de la voluntad popular, hoy ya no significa eso; entonces tenemos que recurrir a un poder constituyente que aglutine a todas las fuerzas vivas, pues la Constitución es la norma suprema que guía todo el sistema político y social de un país.
— Cómo debemos entender la Constitución del ’93, actualmente en vigencia.
— Esta Constitución tiene un origen bastardo, pues no fue debidamente aprobada y ha dejado de lado muchos derechos reconocidos en la Constitución histórica del Perú. Fíjese, cuando surge el Estado moderno, la burguesía, los campesinos, etc., convienen en que el Estado se constituya no sólo como el guardián de determinados principios, sino como el garante de que estos se apliquen, por ejemplo, la soberanía popular; pero había otros como la libertad, la seguridad y la propiedad privada. Aquí es donde la Constitución ha claudicado completamente. Por ejemplo, la libertad supone no solamente que a uno no lo detengan, sino que también pueda acceder a la cultura, y usted sabe que gran parte de nuestros hermanos peruanos ni siquiera están en la cultura del siglo XX.

— Correcto, pero también hay toda una variedad de temas diseñados en la Constitución, que francamente resultan ser un saludo a la bandera.

— ¿Y sabe usted por qué? Porque el Estado prefiere otras cosas que no son esenciales. Oiga usted, en estos momentos que tenemos al frente un TLC, mi pregunta es qué porcentaje de trabajadores del país tienen conocimientos de informática. Así no podemos competir…

Ud. ha mencionado que esta Constitución tiene un origen bastardo. Cuál es la alternativa, ¿regresar a la del ‘79?

Vea usted, el Tribunal Constitucional (TC) ha dicho que hay varios caminos, y la Constitución del ‘93 no está del todo mal, por ejemplo la Defensoría del Pueblo, el mismo TC, entre otros casos. Fíjese, en el congreso anterior ya se discutió prácticamente el 80%, eso podría implementarse, podría ser un camino…

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