MIS DOS CHICAS

Por: Dante Ramos de Rosas(*)
Amo a dos chicas. Una se llama marijuana y a otra le dicen brevemente ´´la coca´´. Les contaré por qué las amo.
Tengo un niño autista llamado Cristian. Su padecimiento empezó en el año 2001 detectado por los neurólogos del Seguro pero es en el 2003 que las crisis, convulsiones, ecolalias y los gritos por el dolor estomacal -por consumir leche y no consentir la lactosa por su falta de vellosidad intestinal- provocaron que tanto su madre como yo nos despertáramos a toda hora de la noche a calmarlo, ponerle pañitos de manzanilla caliente en el vientre y a veces limpiar y limpiar su cuerpito mojado por las diarreas continuas que ocasionaba tamaño desmadre organizado por no se sabe que dios poniente o demonio tal vez. No sé.
Todo ello nos daba insomnio, terminábamos extenuados el día, con cierta astenia o abulia, una vida sexual cada 45, 60 o más días. Ya ni sé. Cada vez que me topaba con su madre me había olvidado tanto del tema físico que a veces le decía ´´si me había vuelto maricón de ya no verla o me sentía de nuevo virgen. Tu no?´´. Le preguntaba. Y ella se reía.
El año 2007 me encontré en Trujillo con un par de amigos que consumían coca y marihuana. Con la marihuana sentía que el mundo se iba, que no habían huellas de las grietas propias de aquellos episodios pasados con Cristian, de altercados con mi esposa, etc. Corría la desmemoria y admito que era buenísimo. Fumábamos marihuana para presos. La mejor de las mejores porque hay tipos de sustancias que son un asco en el olor y en la sensación que no provocan más que risitas y algunas ocurrencias o chispitas de lucidez.
Una vez fui a ver una amiga que vendía café en Merpisa. La visite en su casa de Monserrate y me recibió el fuerte aroma de una mezcla de incienso, mirra, palo santo, etc. De inmediato sentí que me mareaba y que caería dormido. Se lo comente y me dijo ´´para eso es Dante. Para dormirse. Desvanecerse´´. Entonces comprendí que había perdido el tiempo de dos modos. Uno no fumando marihuana después de dormido Cristian para obtener relajamiento, y también la omisión de no haber mezclado marihuana, mirra y otros aditivos que expandieran sus fuerte aromas y que hubieran hecho dormir más rápido al niño ahorrándonos tanto trabajo. Y tan poco sexo.
Con la coca es otra cosa mariposa. A veces el niño no quiere caminar y se echa al suelo. Y hay que levantarlo. Que haga eso cuando tenia 2 - 3 años pasa. Pero la columna se resiente al tener ahora 8 añitos. Llegue la vez pasada de una reunión en el Callao con una amiguita y me dio polvos del inca. El efecto duro varias horas y me sirvió de mucho les cuento, porque Cristian quiso que lo cargaran. Lo hice. Mi cuerpo aguanto. Ahora entiendo varias cosas del hombre del ande. En esas condiciones frías inclementes en las que vive no consumir coca es una falta a si mismos. Yo no me la iba a permitir.
El que por gentes empresarias o no consuman coca solo por fines de durar más en sus trabajos, como sistema de intermediación social o lo que fuere es un nivel que no comparto. Tengo mis buenas razones. Defiendo el consumo de mis dos chicas de formas no adictivas y solo por razones muy específicas. Y eso no me hace ni santo ni dueño de antejuicios que puedan provenir de quien lee esto.
Después de todo no hay que mirar la paja en el ojo ajeno.
En el fondo inconsciente de mi mismo me digo que no tengo una estructura moral muy fuerte. Y es que me llega altisimamente el que dirán.
Amo a dos chicas. Una se llama marijuana y a otra le dicen brevemente ´´la coca´´. Les contaré por qué las amo.
Tengo un niño autista llamado Cristian. Su padecimiento empezó en el año 2001 detectado por los neurólogos del Seguro pero es en el 2003 que las crisis, convulsiones, ecolalias y los gritos por el dolor estomacal -por consumir leche y no consentir la lactosa por su falta de vellosidad intestinal- provocaron que tanto su madre como yo nos despertáramos a toda hora de la noche a calmarlo, ponerle pañitos de manzanilla caliente en el vientre y a veces limpiar y limpiar su cuerpito mojado por las diarreas continuas que ocasionaba tamaño desmadre organizado por no se sabe que dios poniente o demonio tal vez. No sé.
Todo ello nos daba insomnio, terminábamos extenuados el día, con cierta astenia o abulia, una vida sexual cada 45, 60 o más días. Ya ni sé. Cada vez que me topaba con su madre me había olvidado tanto del tema físico que a veces le decía ´´si me había vuelto maricón de ya no verla o me sentía de nuevo virgen. Tu no?´´. Le preguntaba. Y ella se reía.
El año 2007 me encontré en Trujillo con un par de amigos que consumían coca y marihuana. Con la marihuana sentía que el mundo se iba, que no habían huellas de las grietas propias de aquellos episodios pasados con Cristian, de altercados con mi esposa, etc. Corría la desmemoria y admito que era buenísimo. Fumábamos marihuana para presos. La mejor de las mejores porque hay tipos de sustancias que son un asco en el olor y en la sensación que no provocan más que risitas y algunas ocurrencias o chispitas de lucidez.
Una vez fui a ver una amiga que vendía café en Merpisa. La visite en su casa de Monserrate y me recibió el fuerte aroma de una mezcla de incienso, mirra, palo santo, etc. De inmediato sentí que me mareaba y que caería dormido. Se lo comente y me dijo ´´para eso es Dante. Para dormirse. Desvanecerse´´. Entonces comprendí que había perdido el tiempo de dos modos. Uno no fumando marihuana después de dormido Cristian para obtener relajamiento, y también la omisión de no haber mezclado marihuana, mirra y otros aditivos que expandieran sus fuerte aromas y que hubieran hecho dormir más rápido al niño ahorrándonos tanto trabajo. Y tan poco sexo.
Con la coca es otra cosa mariposa. A veces el niño no quiere caminar y se echa al suelo. Y hay que levantarlo. Que haga eso cuando tenia 2 - 3 años pasa. Pero la columna se resiente al tener ahora 8 añitos. Llegue la vez pasada de una reunión en el Callao con una amiguita y me dio polvos del inca. El efecto duro varias horas y me sirvió de mucho les cuento, porque Cristian quiso que lo cargaran. Lo hice. Mi cuerpo aguanto. Ahora entiendo varias cosas del hombre del ande. En esas condiciones frías inclementes en las que vive no consumir coca es una falta a si mismos. Yo no me la iba a permitir.
El que por gentes empresarias o no consuman coca solo por fines de durar más en sus trabajos, como sistema de intermediación social o lo que fuere es un nivel que no comparto. Tengo mis buenas razones. Defiendo el consumo de mis dos chicas de formas no adictivas y solo por razones muy específicas. Y eso no me hace ni santo ni dueño de antejuicios que puedan provenir de quien lee esto.
Después de todo no hay que mirar la paja en el ojo ajeno.
En el fondo inconsciente de mi mismo me digo que no tengo una estructura moral muy fuerte. Y es que me llega altisimamente el que dirán.

(*) Para Carolina Carranza y Sandra Díaz
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