IMPRONTAS
Por: Dante Ramos de Rosas
Una misma impronta recorría a los hermanos Bustamante Belaunde aparte de ser arequipeños. Ambos dominaban situaciones tensas aportando una rara flema fría a los abordajes politicos. Recuerdo aquella escena luego de la segunda vuelta entre Vargas Llosa y Fujimori.

La escena atrapa a Pablo Cateriano reportero de América Televisión con el Senador electo por el Fredemo Luis Bustamante Belaunde. Ya se sabia que Fujimori había ganado y que se caían castillos de naipes diversos. Cateriano exclama “¡y ahora que vamos a hacer?!”. Lucho Bustamante lo mira con distancia y dice: “¿Qué va a pasar?. Nada va a pasar”, responde de inmediato. Cateriano estaba demudado.
En la década de los setenta Alberto Bustamante Belaunde paseaba su escasa figura por las aulas abogadiles de la Católica entre su raído poncho maoísta y sus ojotas hippescas. Así vestido dio su examen de grado. Usaba una barba chocante en la imagen. Luego de 20 años de extraviada militancia aparece metido en las fauces del Instituto Libertad y Democracia al lado del otro arequipeño con nombre de conquistador llamado Hernando de Soto para acabar negativamente sus días en la dirección del Ministerio de Justicia y de la Presidencia del Consejo de Ministros.
Siempre su impronta era reflexiva, teorizando sobre las volubles medidas del régimen, viajando a Washington D.C. para explicar al Wola, a Amnistía Internacional y demás ong´s la situación de los derechos humanos en el Perú. Con ternos arrugados, con olor a wiski fino y sin afeitarse. Sumado a ello unas ojeras agresoras trataba de salir adelante con lo insostenible. Fujimori, el montesinismo y un Anselmo Revilla hablando cojudeces.
Alberto Bustamante se fue. Ya no esta aquí, fue un liberal que aporto a un país como el nuestro ideas frescas como la defensa de la propiedad, del crédito de capitales para los sectores más bajos en su labor en el ILD. El país debe recordarlo más por eso que por su chamba loca con el chino.
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