EL RETORNO DEL SIAMES


Los conceptos enunciados por el ex presidente Alberto Fujimori en las últimas audiencias de su juicio oral no hacen sino confirmar la bizarra relación entre el ex presidente y su asesor Vladimiro Montesinos.


Sin perjuicio de lo que pueda o no creerle el tribunal, y a pesar de todo lo que ya se sabe, pone los pelos de punta el reconocimiento de lo que Fujimori calificó como su “despacho flexible” cuyas carencias eran suplidas por “el coordinador” Montesinos, encargado de elaborar decretos y demás iniciativas legislativas mientras el mandatario se movilizaba por el país.
Fujimori pareció tomar el café con pastillas para la memoria, pues superó las inmensas lagunas de las que adoleció durante los interrogatorios del Ministerio Público y la parte civil, y fue dibujándole una situación insólita a su abogado César Nakasaki.

Se trató de una virtual orfandad del poder civil frente al militar en sus primeros meses de gobierno.

Más aún, Montesinos alunizó en aquella confusión como una suerte de Súper Agente 87 o un ujier con poderes paranormales.


“No lo busqué”, aclaró Fujimori. “Ellos (los militares) van asumiendo la convicción de que Vladimiro Montesinos constituye el nexo, sin que yo así lo afirmara, entre las FFAA y la Policía Nacional con el Presidente. Se creía que él podría proponer cambios y sugerir nombres en ciertos cargos”.

“¿Cuál era su cargo?”, preguntó Nakasaki.

“Se hizo coordinador de los servicios de inteligencia, a pesar de no ser el jefe”, respondió el ex presidente.


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