LA PINGA DEL LIBERTADOR

Advertencia: Si ud. es un pudibundo lector dominical de las páginas religiosas de los diarios, mejor absténgase de seguir leyendo, pues saltarán a su vista algunas palabras que ofenderán su “decencia” o “pudor”.

Se trata de las “Tradiciones en Salsa Verde”, que al parecer tienen la autoría de nuestro máximo tradicionalista, don Ricardo Palma, según una página web (ver más). Horror…

En todo caso, siempre queda el quitapesares de la confesión sincera.

Amén, y guardad el secreto.


Tan dado era Don Simón Bolivar a singularizarse, que hasta su interjección de cuartel era distinta de la que empleaban los demás militares de la época.

Donde un español o un americano habrían dicho: !Vaya Ud. al carajo!, Bolívar decía: !Vaya usted a la pinga!

Histórico es que cuando en la batalla de Junín, ganada al principio por la caballería realista que puso en fuga a la colombiana, se cambió la tortilla, gracias a la oportuna carga de de un regimiento Peruano, varios jinetes pasaron cerca del General y, acaso por alagar su colombianismo, gritaron: !Vivan los lanceron de Colombia! Bolívar, que había presenciado las peripecias todas del combate, contestó, dominado por justiciero impulso: !La pinga! !Vivan los lanceros del Perú!

Desde entonces fue popular interjección esta frase: !La pinga del libertador!Este parágrafo lo escribo para lectores del siglo XX, pues tengo por seguro que la obscena interjección morirá junto con el último nieto de los soldados de la Independencia, como desaparecerá también la proclama que el general Lara dirigió a su división al romperse los fuegos en el campo de Ayacucho: "!Zambos del carajo! Al frente están esos puñeteros españoles.

El que aquí manda la batalla es Antonio José de Sucre, que, como saben ustedes, no es ningún pendejo de junto al culo, con que así, fruncir los cojones y a ellos".


En cierto pueblo del norte existía, allá por los años de 1850, una acaudalada jamona ya con derecho al goce de cesantía en los altares de Venus, la cual jamona era el non plus ultra de la avaricia; llamábase Doña Gila y era, en su conversación, hembra más cócora o fastidiosa que una cama colonizada por chinches.

Uno de sus vecinos, Don Casimiro Piñateli, joven agricultor, que poseía un pequeño fundo rústico colindante con terrenos de los que era propietaria Doña Gila, propuso a ésta comprárselos si los valorizaba en precio módico.

--Esas cinco hectáreas de campo--dijo la jamona--, no puedo vendérselas en menos de dos mil pesos.

--Señora--contestó el proponente--, me asusta usted con esa suma, pues a duras penas puedo disponer de quinientos pesos para comprarlas.

--Que por eso no se quede--replicó con amabilidad Doña Gila--, pues siendo usted, como me consta, un hombre de bien, me pagará el resto en especies, cuando y como pueda, que plata es lo que plata vale. ¿No tiene usted quesos que parecen mantequilla?

--Sí, señora.

--Pues recibo. ¿No tiene usted vacas lecheras?

--Sí, señora.--Pues recibo. ¿No tiene usted chanchos de ceba?

--Sí, señora.

--Pues recibo. ¿No tiene usted siquiera un par de buenos caballos?

Aquí le faltó la paciencia a don Casimiro que, como eximio jinete, vivía muy encariñado con sus bucéfalos, y mirando con sorna a la vieja, le dijo:


--¿Y no quisiera usted, doña Gila, la pinga del Libertador?

Y la jamona, que como mujer no era ya colchonable (hace falta en el Diccionario la palabrita), considerando que tal vez se trataba de alguna alhaja u objeto codiciable, contestó sin inmutarse:

--Dándomela a buen precio, también recibo la pinga.

Comentarios

qc.carlos ha dicho que…
Sabia que Ricardo Palma fue un racista asqueroso? Yo no creo nada de lo que escribio el criollito ese. Aqui un ejemplo:

Estas expresiones de Ricardo Palma, ese escritor mediocre que intentó explicar la realidad peruana desde su patio miraflorino, retratando una imagen criolla de nuestro país con su "Tradiciones Peruanas", para beneplácito de aquellos que hasta el día de hoy le rinde pleitesía, incluso poniéndole su nombre a una universidad. Lean este en ensayo publicado en El Peruano:

Entre nosotros, y en una época singularmente amarga de nuestra historia como fue la Guerra de 1879, el tradicionista Ricardo Palma garrapateó las siguientes opiniones al entonces dictador Nicolás de Piérola: “En mi concepto, la causa principal del gran desastre del 13 está en que la mayoría del Perú la forma una raza abyecta y degradada, que usted quiso dignificar y ennoblecer. El indio no tiene el sentimiento de patria; es enemigo nato del blanco y del hombre de la costa [como si los peruanos de la costa no fueran indios tambien] y, señor por señor, tanto le da ser chileno como turco. Así me explico que batallones enteros hubieran arrojado sus armas en San Juan, sin quemar una cápsula. Educar al indio, inspirarle patriotismo, será obra no de las instituciones sino de los tiempos. Por otra parte, los antecedentes históricos nos dicen con sobrada elocuencia que el indio es orgánicamente cobarde. Bastaron 172 aventureros españoles para aprisionar a Atahuallpa, que iba escoltado por cincuenta mil hombres, y realizar la conquista de un imperio, cuyos habitantes se contaban por millones. Aunque nos duela declararlo hay que convenir en que la raza araucana [se refiere erroneamente a los Mapuches, que son la misma raza que los Quechuas, Wankas, Moches y otros grupos indígenas peruanos] fue más viril, pues resistió con tenacidad a la conquista.”

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