Hola a todos,

CRIMINOLOGÍA. UPAO, auditorio "H", 8 en punto de la mañana. La única razón por la que he madrugado para este evento es la estima que guardo a sus organizadores (mis amigos el profesor Augusto Pinillos y el reconocido editor jurídico de Ciudad Travesti, Meco Mantilla), y la expectativa que anuncia un cartel multidisciplinario: "I Forum de Criminología, Psicología y Psiquiatría Forense: La Capacidad de Culpabilidad de los Delincuentes Violentos". Otro de los puntualitos es el polémico fiscal Fermín Caro (esposo de la tristemente célebre congresista aprista Tula Benites), quien espera afuera sentado entre códigos y libros gruesos para que la gente piense que es un intelectual o algo así. Patético. Junto a él compartirán más tarde el estrado el psicólogo Alajandro Zeñas Alvines; la psiquiatra Conchita (me encanta ese nombre) Asenjo Pérez; el penalista Alejandro Quispe, y un ‘paracaídista’ que oficiará de simpático moderador/conferencista, Carlos Ávalos (UPAO), miembro de la más reciente hornada de fiscales del distrito. Todos grandes amigos del peruano español Augusto Pinillos, docente de los cursos de Psiquiatría Forense y Criminología, que ha preparado el evento con una meticulosidad obsesa. Sin embargo, a esta hora luce vacío el auditorio, así que me voy a tomar un par de jugos al frente. Este evento ya me está saliendo a dos soles, me digo. 9:30 a.m. Se anuncia el inicio del evento -ya era hora-, y apenas puedo conseguir un lugar al fondo de la pieza, junto a unos chicas de la UNT, que ironizan sobre el auditorio, diciendo que el suyo se parece mucho, que está mejor amoblado, que tienen aire acondicionado, etc. (Los auditorios de la UNT son, vamos, espantosamente lúgubres). Por ratos el lugar parece un desfile de belleza, y en eso siempre será mejor la UPAO: Hay culitos de colección y para todos los gustos, pregúntenle a mi amigo L.C. Muente. Ni hablemos de los celulares: los de última generación están en la UPAO… Una gran Universidad. Un video de 20 minutos es el plato servido para el inicio de los debates. Un informe que presenta a algunos antisociales americanos y europeos en pleno tratamiento. Entre ellos un viejito cara de buena gente, como aquellos que van a comprar el pan por las mañanas. Es un pedófilo, un abusador de niños, un monstruo de los peores, alguien que nos remueve la indignación más rebuscada, la estrella perfecta de una próxima versión de Hostal, la cinta morbosa de Tarantino. Putalacagada. El sujeto colabora cortésmente con las pesquisas médicas en torno a la desviación que lo lleva a acostarse con niños. Sobre su calidad anómala de pederasta. Junto a él un ramillete de psicópatas sometidos a las más rigurosas pruebas siquiátricas con el mismo objeto. Pero no son test orales únicamente. A este grupo de cobayos les estudian especialmente las micro celdas del cerebro: los miden, los pesan, los excitan. El psicólogo Zeñas explica mejor el caso, hablándonos de las parafilias que adolece este grupo humano, y de las posibilidades de su recuperación. Lamentablemente, dice, es muy difícil que estos sujetos se recuperen y vuelvan a la sociedad como personas normales. Sin embargo, no debemos escatimar esfuerzos en el tratamiento, enfatiza, y sería un error retenerlos en una cárcel ordinaria, pues son sujetos enfermos, con nociones alteradas sobre la realidad y los valores. Efectivamente, estas personas no purgan una cárcel precisamente, sino que –dada la naturaleza de sus delitos- han sido recluidos en centros especiales donde se les aplican "medidas de seguridad" (léase aislamiento, recuperación, terapia), en calidad de inimputables o carentes de culpa. La coartada médico-legal es que estos sujetos tienen un daño en la parte frontal del cerebro, donde se mueve la nodriza de nuestros juicios morales, y por tanto están privados del gobierno de sus actos. Muchos de ellos han sufrido severos maltratos en su infancia, lo cual es un catalizador para sus conductas violentas. El fiscal Caro, por su parte, se llena la boca de leyes y códigos para introducirse al tema de la regulación de la culpabilidad de los inimputables. Yo espero algo novedoso al respecto, pero me decepciona. Caro es, supongo, la viva representación del abogado que no pude vivir sin sus códigos, por eso balbucea académicamente. Concuerda en que hace falta crear instituciones especiales que alberguen a estos enfermos, pues actualmente se les recluyen en las cárceles. Y aquí se instala en la mente de los participantes una noción ajena al concepto tradicional de "cárceles" como centros de reclusión y rehabilitación (que es, por lo demás, un saludo a la bandera). Ahora se habla de Centros Especiales para todos aquellos sentenciados a "medidas de seguridad" que no son responsables de la nodriza maligna de sus extravíos. En otras palabras, por ejemplo, un pedófilo que logra probar que sus acciones estuvieron fuera de su control, gracias a los peritos psiquiátricos, no iría a la cárcel sino a un Centro Especial para este tipo de sujetos. Y al diablo la indignación social, las presiones de la prensa, la conciencia de la víctima, etc. Así se supone que funciona en los países más adelantados del planeta, aunque en algunos, como en China, todavía los condenan a la pena de muerte y a otra cosa mariposa. Pensar esto no es una herejía, reclama Carlos Ávalos, pues se aplica en muchos parte de Europa, incluso a imputables. Carlos, por cierto, está en contra de la pena de muerte por motivos prácticos: No sólo no sirve para nada, dice, sino que, además, es irreparable. Carlos descompone con solvencia la regulación positiva de las medidas de seguridad y enfatiza un sinceramiento del Código al respecto, pues hasta ahora tales medidas secundan la pena efectiva, y sólo llena un espacio en las sentencias. Respecto a la presiones de toda índole tiene igualmente un practicismo convencido: la labor del juez no es agradar a las tribunas, sostiene, sino solucionar racionalmente los conflictos. Ni la prensa debe intervenir en la decisión judicial, pues ésta muchas veces sólo reclama sangre, afirma. Por su parte, Alejandro Quispe, coincide en que estas nuevas posturas deben trascender la academia e instalarse en el terreno de los hechos y en la mente de los operadores judiciales. Para ello, enfatiza, el Derecho debe acercarse a las ciencias auxiliares para tener mejores nociones al momento de resolver las causas: la psicología, la psiquiatría, la criminología. Quispe, además, subraya –desde su conocida óptica finalista-, que se quiera o no la moral social está cambiando, y el Derecho tiene que ajustar sus reproches a la dinámica de las conductas. No es muy optimista, valga mencionar, en que la política criminal y carcelaria del Estado se oriente a la creación de estos centros especializados y de rehabilitación, pues muchas veces estos tipos de violencia tienen su raíz en la pobreza y la falta de educación de las gentes, algo que el Estado se niega a enfrentar. En este momento, un aire viciado se instala en el cómodo auditorio académico. Un hedor licencioso avanza a paso lento, saludando a todo el mundo como en un tonito de los bajos fondos: Hace su ingreso nada menos que el famoso ex "Decano del Burbujas", acompañado del viejito que acomoda los periódicos en su estudio. Este abogado chicha, este chamán jurídico, este prosaico de las leyes, este caco jurídico, este remedo insolente del foro, este advocatus diaboli, se ha enterado seguro por la columna del "Corrector" que en el evento se hablará de violaciones, homicidios, proxenetismo, pedofilias, etc., y ha venido a solazarse como un puerco de las conferencias. Así, nutre sus vilezas pseudo jurídicas para defender a sus presentes y futuros clientes: asesinos, violadores, rufianes, embaucadores, etc., etc.: lo más sórdido y forajido de Ciudad Travesti. La Dra. Conchita Asenjo ha entregado aportes muy puntuales al evento, y ha sido todo un acierto su convocatoria. Conchita (me gustaría conocer una chica con ese nombre, la llamaría todas las noches, seguro, me encanta) ilustra a los asistentes sobre las patologías que adolecen los sujetos que cometen diversos tipos de aberraciones. Su cerebro no funciona como el de una persona normal, dice, aunque todavía no sabemos qué es una persona normal, pues todos padecemos diversos grados de obsesiones e inconciencias. Lo que ocurre con los sujetos desviados es que estos se encuentran gravemente afectados en su concepto de realidad, y por tanto no procesan juiciosamente la información para actuar en consecuencia. Conchita está de acuerdo con la aplicación de medidas de seguridad para estas personas, por el tiempo máximo de la pena y mientras exista la peligrosidad. La distinguida psiquiatra cuenta que ella ha visto, aquí en la ciudad, el caso de un pedófilo que le ha ayudado a entender mejor el tema desde su profesión, y que incluso le inspiró la clasificación de pedófilos puros ((sic) aquellos que tienen fantasías platónicas con niños, que sueñan con ellos pero no los tocan); y los pedófilos mixtos o reales (que son aquellos que consuman sus vejaciones en una violación). El pedófilo es un sujeto normal y corriente en muchas esferas sociales (padre de familia, tiene un empleo, es socio de un club, etc.) pero que en ciertas circunstancias no puede gobernar sus instintos, y se descontrola, señala. Cuenta que el caso del pedófilo mencionado es el único caso en la ciudad donde el sujeto no fue condenado a una cárcel, sino que el juez dispuso su tratamiento, y por tanto camina tranquilamente por la calles. Es más, reveló, a veces me lo encuentro y le digo: "¿Y, cómo vas?". Por último, hay que mencionar que el Dr. Pinillos Seminario a lo largo de sus intervenciones ha coincidido en muchos aspectos con la psiquiatría moderna y esta nueva tendencia penalista de preferir las medidas de seguridad a las reclusiones ordinarias. Sus tesis se pueden revisar en su libro "Criminología, para qué?, de Editora Librería Jurídica. Pinillos, por tanto, está en contra de la pena de muerte para estos delitos, y apuesta por una rehabilitación, de ser posible en libertad. Pinillos es conciente de que la misma administración de justicia tiene una serie de parafilias que debe superar, y que incluso sus posturas no son muy aplaudidas en el mundo académico peruano, pero está convencido de que el debate es el único camino para acariciar la verdad. Felicitaciones.


NOBEL INCÓMODO. Al Gore, ex vicepresidente norteamericano, ya duerme con un Nobel bajo la almohada, junto con su Oscar de Hollywood –por su documental sobre el cambio climático- en una mansión que es de putamadre. Cuando ví su cinta gracias a DRAF, mi amigo friki, pensé, casi como todo el mundo: Carajo, estamos jodidos! La tierra languidece en nuestras propias narices gracias a nuestras culpas. Es hora de invocar a los Thundercats, Linterna Verde, Rayman, los Transformes, Superamigos, Evangelion, Queen Esmeralda, Ultraman, Mazinger, etc, etc. Menos mal que estaba allí ese tipo con pinta de papá de Superman que nos hablaba sin medias tintas sobre las urgencias del tercer planeta, al parecer con datos muy fiables, y casi casi nos daba la fecha exacta del acopalípsis. Gore había aparecido en todo el mundo con toda una implacable maquinaria de marketing, y era dificil contradecirle sin caer en el ridículo. Pues esta semana –ya pasada un poco la novedad- un juez del common law ha desnudado el documental, acusando exageraciones y falsedades en el informe, lo cual no quiere decir que el problema del medio ambiente no sea una amenaza, pues científicos pronostican un aumento de la temperatura media de la tierra de entre 1 y 7 grados de aquí al 2100, debido a los imprevisiones humanas (esperándose en este siglo –si no están dándose ya- "inundaciones, migraciones masivas, extinsión de especies, crisis alimentarias, luchas por los recursos naturales y mayores peligros de guerras"). Al Gore, Nobel de la paz 2007, respaldó la operación "Zorro del Desierto" contra Bagdad mientras Clinton se limpiaba de la leche derramada (es una alegoría) por el escándalo de la solícita Lewinsky, y nunca dijo pío a favor de la firma del Tratado de Kioto, que hasta ahora, junto con la China, subestiman las administraciones americanas. Además, decíamos líneas arriba, tiene una mansión de putamadre pues cuenta con más baterías que la Catedral de Ciudad Travesti, y hace poco la prensa reveló que gasta una fortuna en facturas de gas, agua y luz todos los meses. Ohhhhh… Al Gore, para algunos, un Nobel políticamente correcto; para otros, uno marketero. En todo caso, un Nobel incómodo. Así lo reportó ABC. "Es evidente que la protección del medio ambiente en su más amplia acepción se ha convertido en una preocupación universal y así lo ha reconocido la Academia noruega al galardonar ayer con el Premio Nobel de la Paz al grupo de científicos del IPCC que asesoran a Naciones Unidas con sus estudios sobre el cambio climático y, junto a ellos, al ex vicepresidente norteamericano Al Gore, que ha hecho de su conversión al ecologismo militante su nuevo modo de vida. Después de haber ganado un oscar por su documental propagandístico, la concesión del Premio Nobel ha sido para Gore la consagración que no obtuvo en la política. La casualidad ha hecho que el anuncio oficial se produjera sólo dos días después de que un juez británico sacase a colación en una sentencia que el documental que le ha lanzado a la fama como defensor del medio ambiente contiene no pocas inexactitudes, exageraciones o incluso, sencillamente, mentiras, en lo que constituye el mejor retrato de cómo casi siempre lo único que cuenta en estos tiempos son las ideas superficiales y la repetición de lemas adecuados, más que los argumentos sólidos y las certezas científicas. Dentro de poco, nadie recordará ni la peculiar sentencia sobre el documental ni que el premio lo comparte Gore con un grupo de científicos, cuyos trabajos sobre las causas y los posibles remedios de los achaques del clima de la Tierra son infinitamente menos conocidos que cualquier anécdota sobre Gore. Tal vez los encargados de designar a los galardonados con el Premio Nobel no deberían haber olvidado que cuando estuvo en la Administración norteamericana como vicepresidente, Gore no consiguió impedir que su país boicotease el Tratado de Kioto, que ha sido hasta ahora el proyecto más ambicioso de la comunidad internacional contra la emisión de sustancias nocivas; o que mientras promocionaba su documental no se preocupaba de que en su propia mansión se derrochase energía en cantidades escandalosas. El principal mérito de Gore ha sido el de saber encontrar una buena causa y tener el talento de hacerse con el estandarte -ya lo había intentado anteriormente con internet, del que llegó a proclamarse poco menos que creador- y eso sólo no amerita un galardón como el Nobel de la Paz. Dicho ésto, no cabe duda de que el problema del cambio climático es un hecho que merece que se le dedique toda nuestra atención y que, en efecto, todos los esfuerzos que se hagan por sensibilizar adecuadamente a la humanidad han de ser bien recibidos. A pesar de los encomiables trabajos de los científicos en este campo, lo cierto es que todavía no parece haber calado con idéntica intensidad en todos los Gobiernos del mundo la necesidad de no mirar para otro lado cuando esos expertos nos emplazan a discutir seriamente sobre el deterioro de nuestro planeta. Ocurre sin embargo que la propaganda y las verdades a medias, a las que tanto parece haberse aficionado Gore, no son el mejor camino para esa labor de sensibilización mundial".


EL "PINCHO DE MEMORIA".
Hoy brindo estas líneas a dos compañeras de profesión, dos periodistas en activo que ni siquiera se conocen entre sí, pero que tienen en común el hecho de haberme hecho reír con ganas, las dos, con sus ocurrencias. Y además casi por el mismo motivo y, para colmo, con apenas unos días de diferencia. La primera, por seguir el orden cronológico, es María José. Lo suyo es la radio. La segunda se llama Susana y se dedica, como yo, a la prensa escrita. Pues estaba María José preparando su programa y necesitaba pasar unos archivos de un dispositivo de memoria externa al disco duro del ordenador. «Niño -le gritó al becario, en la otra punta de la redacción-pásame el pincho de memoria». Cuando le pregunté qué diantres era eso me dijo «pues eso, el pincho de memoria para pasar los archivos». Me pareció una forma de decirlo fantástica, descriptiva, precisa y adecuada. Y he decidido adoptarla a partir de ahora. «PenDrive», lápiz o llave de memoria, «memory stick», memoria flash... ninguno de los nombres «oficiales» del invento le llega ni a la suela del zapato. «Pincho de memoria», sí señor, tan español como los de tortilla o los de chistorra. Susana, por su parte, intentando explicarme cómo pasaba sus textos de un lugar a otro, se limitó a decirme que lo hacía con «la cosa esa que se mete por detrás...». Sobran comentarios. (Tomado del mundo.es)

Hasta el próximo domingo,


Johson Centeno

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