EL DÍA QUE SOBREVIVÍ (Un testimonio sobre el terremoto de Ica)


Por: Alexander Trillo
Eran las 6:20 p.m. del 15/08/2007 y con ello culminaba una jornada laboral más, me despedí de los abogados y asistentes con los que trabajo, un abrazo, un beso y el inconfundible: cuidate mucho, en esos instantes no pude percibir el aroma de la calma que precede a la tempestad. Como de costumbre salí de la oficina directo a la academia de inglés, sólo tuve que cruzar la calle, ya en el salón saque un lápiz y revise unas copias que entregó la miss.
De pronto sucedió lo inesperado era un sismo, al principio hice gala de la serenidad que ostento ante este tipo de situaciones, que por lo general no son muy violentas, cogí mi lápiz, tome el maletín y me dirigí, aún con calma, a la puerta del salón, si hay algo que tenía claro, hasta ese entonces, era que jamás debía escapar en pleno movimiento. De súbito la fuerza del movimiento resquebrajo no sólo las paredes, sino todo nuestro ser, y como si no fuera suficiente la energía eléctrica desapareció por completo, los segundos que transcurrieron aún los puedo sentir… gritos, llantos, el estruendo de los vidrios y paredes al caer y la sensación verídica de la cercanía de la muerte, estaba en el segundo piso, y una amiga exclamaba con todas sus fuerzas: hay que rezar, rezar, rezar pero Dios no estaba ahí para mí, soy agnóstico y lo pude comprobar pues ni en aquellos interminables segundos pensé en él, sólo iba planeando mi estrategia de evacuación.
La dolorosa intensidad debía terminar, al menos por un breve espacio de tiempo, y así fue, celular en mano ilumine el recorrido de escape, sin embargo pude escuchar como rodaban otros estudiantes por las escaleras. Si hubiera estado en la ciudad de Pisco, de seguro estaría en la lista de centenares de muertos ya que esa espera, en la puerta del salón, hubiera sido, sin hesitación, la espera de la muerte. Corrí por el pasadizo y gane la calle, lo que ví fue aterrador, pero no contaba con tiempo para pensar sólo debía seguir el plan -tenía que llegar a la Plaza Mayor- y así lo hice, luego de esquivar muros, autos destruidos, casas a punto de colapsar y el pánico generalizado de toda la ciudad.
Ya a salvo quería saber de mi familia por desgracia las comunicaciones fallaron y las réplicas se sucedían implacables, fue aquí que se apoderó de mi ser un desconcertante sentimiento de culpa ¿Por qué no ayude a los demás a salir? No sabía si lograron huir, sólo pensé en mí y los demás no me importaron… Me pregunto ¿Cuántos individuos tuvieron que afrontar este dilema? No soy un héroe eso queda claro, otros pueden pensar que soy un cobarde, lo cierto es que cuando estamos en crisis sólo pensamos en lo más importante, y en función a ese razonamiento pensé en la familia y en ¿Cómo regresar vivo a casa?
La noche fue interminable, llegue a casa caminando junto a mi amigo Miguel, quien lloraba por saber de sus hijas, hasta entonces aún no podía imaginar la dimensión del horror, la magnitud del siniestro había terminado con cientos de profundas, cálidas y resplandecientes vidas. Lo peor de todo es que nadie estaba preparado para esto, lo que vino después sólo fue dolor, los noticieros informaban de heridos por doquier y niños atrapados entre los escombros, las tareas de rescate estaban a cargo de los mismos familiares y los robos no tardaron en llegar. ¿Cuántas personas habrán muerto esa noche esperando ser rescatadas? No lo sé.
Lamento mucho lo sucedido, y lamento aún más no haberme despedido de los amigos que partieron pues ese dolor permanecerá en mí para siempre como hasta esta misma noche que entre lágrimas los recuerdo. No quiero hablar de quienes debían encabezar los trabajos de rescate, lo único que diré de ellos es que no estuvieron cuando más se les necesitó, por el contrario, son los primeros en encabezar las huelgas, así quedamos los ciudadanos de Ica a la deriva perdidos en un mar de lágrimas, sino fuera por la copiosa ayuda privada -amigos que albergan familias enteras, empresas, gobiernos extranjeros, etc,- la desgracia continuaría cobrando más víctimas y aunque ahora las autoridades se ufanen de haber ayudado, lo cierto es que como siempre el estado llego tarde, llego mal, o simplemente aún no llega, pues los funcionarios que no han hurtado las toneladas de donaciones, cual gobierno de Velazco, aún no tienen la menor idea de cómo hacer entrega de las mismas debido a que la desorganización aquí, como en otros lugares de desastre, es el pan de cada día.
Lamento mucho lo sucedido, y lamento aún más no haberme despedido de los amigos que partieron pues ese dolor permanecerá en mí para siempre como hasta esta misma noche que entre lágrimas los recuerdo. No quiero hablar de quienes debían encabezar los trabajos de rescate, lo único que diré de ellos es que no estuvieron cuando más se les necesitó, por el contrario, son los primeros en encabezar las huelgas, así quedamos los ciudadanos de Ica a la deriva perdidos en un mar de lágrimas, sino fuera por la copiosa ayuda privada -amigos que albergan familias enteras, empresas, gobiernos extranjeros, etc,- la desgracia continuaría cobrando más víctimas y aunque ahora las autoridades se ufanen de haber ayudado, lo cierto es que como siempre el estado llego tarde, llego mal, o simplemente aún no llega, pues los funcionarios que no han hurtado las toneladas de donaciones, cual gobierno de Velazco, aún no tienen la menor idea de cómo hacer entrega de las mismas debido a que la desorganización aquí, como en otros lugares de desastre, es el pan de cada día.
Mención especial merecen los funcionarios de Aduanas aquellos que no trabajan pasado las seis de la tarde, les importa un carajo que las personas pasen hambre y mendiguen, no consideran que de su labor -desaduanaje de ayuda extranjera- dependen otros peruanos, no nada que ver, ellos ya cumplieron sus ocho horas y son sagradas, hay de quien se atreva a juzgarlos, mientras y para vergüenza frente a la comunidad internacional el embajador de Francia en el Perú, tiene que salir a los medios a denunciar el hecho y exigir celeridad, en su afán de hacer reaccionar a la siempre aletargada burocracia. Así de nefasto es el Estado Peruano, así de cruel, así de miserable.
Sé que los desastres ocurren y este relato es uno de los menos dolorosos, pues hay otros que ya no podrán ser escritos y no los quiero leer, ni escuchar, ni siquiera imaginar por que de hacerlo regresaría con mayor horror a esos instantes y terminaría indignado, como casi todo el país, por las declaraciones del Dr. Alan García horas, a escasas horas de ocurrido el sismo, en el que minimizaba la tragedia. Pero que podemos esperar del Estado, la verdad casi nada, como pedirle peras al olmo, que se puede esperar de una administración ineficiente en tiempos de paz, que esperanza podemos tener en emergencias…
Agradezco sobremanera a todas las personas que desinteresadamente siguen asistiéndonos y les ofrezco disculpas, pues en su afán de ayudar –médicos, rescatistas, voluntarios…etc, han visto seriamente amenazada su vida por la inseguridad imperante en la zona de desastre. Aguardo la esperanza que cuando su labor haya terminado, todos estos pesares sean vistos como una anécdota frente a la sincera gratitud de todos nosotros. Gracias por su generosidad.
Ica, 21 de Agosto del 2007.
Agradezco sobremanera a todas las personas que desinteresadamente siguen asistiéndonos y les ofrezco disculpas, pues en su afán de ayudar –médicos, rescatistas, voluntarios…etc, han visto seriamente amenazada su vida por la inseguridad imperante en la zona de desastre. Aguardo la esperanza que cuando su labor haya terminado, todos estos pesares sean vistos como una anécdota frente a la sincera gratitud de todos nosotros. Gracias por su generosidad.
Ica, 21 de Agosto del 2007.
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