Hola a todos,



BICAMERALIDAD. La verdad que el dictamen aprobado en una instancia del Congrezoo, para traer de vuelta la bicameralidad abolida el ’92, me parece de muy mala leche. Si bien es cierto la cuestión de las dos cámaras resulta una idea fundamentalmente discutible, mi parecer es en contra de esta medida. Y no es sólo porque me trague los ruidos mediáticos de un par de congresistas arrechos o mezquinos con sus empleados (se ve que el “SIN chicha” va mejorando, ¿no Mulder?, jeje…), sino porque está demostrado que en nuestro país el trabajo legislativo/ fiscalizador está –por decir lo menos- en cuatro patas. No hay todavía la madurez política suficiente como para encarar los problemas del país (“el Perú es un inmenso pendiente y que podría rodar por una pendiente si no resuelve, de una vez por todas, sus pendientes”, ha dicho sabrosamente ‘Belo’ Sánchez León estos días), y anteponerlos a intrigas partidarias, dinero fácil, apetitos sexuales de ocasión (tan de moda en la administración pública), y delirios mediáticos. Por eso creo que, tal hemos sostenido más de una vez en la columna, si bien resulta “políticamente incorrecto” apostar por la unicameralidad, es un riesgo que es preferible correr antes que alimentar a una nueva generación de ‘otorongos’. Lo que sí puede hacerse sobre la marcha es reforzar de a pocos los mecanismos que repriman retorcidos artificios parlamentarios. En ese sentido saludamos las medidas de la presidencia del Congrezoo postuladas esta semana. El tío Juan Paredes Castro ha comentado al respecto: “Ha preferido amputar esta pierna enferma del Congreso y presentar más bien lo que será válido más adelante: que toda asesoría en el Congreso tenga como exigencia mínima su carácter profesional competente. Adiós a los amigotes de campaña, a las 'otoronguitas' de mandil o de jeans y cabellos sueltos, a los acomedidos cargadores de maletines y celulares, a los acompañantes de turno (como si los parlamentarios temieran perderse en el camino), a los choferes y ayudantes y a los parientes cercanos que encontraron la oportunidad de ganarse alguito sin título ni oficio”. Hacen falta muchas medidas para rescatar la honorabilidad y eficiencia del recinto parlamentario (como la renovación por tercios o mitades, reducción del tamaño de jurisdicciones electorales, eliminación del voto preferencial y el voto obligatorio), pero somos fundamentalmente una democracia en aprendizaje. Aquí un comentario a contrapelo del ‘rojo’ Lauer. “(…). Aunque los senadores no volverían hasta el 2011, quizás la perspectiva resultaría esperanzadora, casi una suerte de solución a los problemas de hoy. El principal argumento a favor del Senado ha sido que un cuerpo de gente mayor, y por tanto más reflexiva, operando como una segunda instancia del debate legislativo, contrapesaría los ímpetus de una cámara de Diputados esencialmente juvenil. Lo cual, así sigue el argumento, mejoraría la calidad de las leyes. Lo anterior podría simplificarse en la idea de que más debate es mejor que menos debate. El fujimontesinismo que liquidó el bicameralismo se oponía precisamente a los debates parlamentarios. Su Congreso ideal, como lo expuso alguna vez Jaime Yoshiyama, era un conjunto de comisiones cuyo trabajo pasara casi directamente a la votación. La experiencia de los pasados cuatro parlamentos unicamerales no aporta realmente argumentos a favor de este sistema. Es cierto que las votaciones aluvionales y el distrito múltiple han aportado sendas cuotas de debilidad al esquema unicameral, haciéndolo aparecer como un espacio de constante aprendizaje sobre la marcha. Mirando hacia atrás, hay cosas buenas que decir a favor de los senadores. Pero no se puede pasar por alto que los mejores senadores no lo eran por su sola edad (35+), sino por ser las figuras mayores de un sistema de partidos relativamente estable y operativo. Todavía quedan unos pocos partidos así, pero numéricamente arrinconados. Algunas ideas implícitas en la propuesta es que el unicameralismo no ha creado un clima de calidad legislativa suficiente, que no ha podido atraer más personas de peso, que sus relaciones con el Ejecutivo han sido más bien pobres, y que todo esto se ha traducido en un descrédito crónico. Aunque el Congreso bicameral también tuvo problemas de popularidad. Luego están los temas de la mayor eficiencia (dos cámaras piensan mejor que una) y de la meritocracia, como contrapeso a los excesos del aspecto representativo. Esto en el entendido de que las figuras mayores de más prestigio en todos los sectores políticos efectivamente lleguen al Senado, lo cual no está garantizado en esta etapa de la era de Acuario. ¿Podrá la iniciativa reunir los 80 votos necesarios? En principio ningún partido tiene motivos sólidos para oponerse a lo que sería un fortalecimiento del Legislativo frente al Ejecutivo. Menos motivos aun si el cambio va a entrar en vigencia recién con las próximas elecciones. Además, los diputados de hoy pueden ir pensando en ser los senadores de mañana”.





BYE, WOLFOWITIZ. Está chévere el caso del todavía décimo presidente (se va a finales de junio) del Banco Mundial, para ponerlo como ejemplo en la tramitación de un caso de corrupción o algo que se le parezca (habría redactado los detalles de un ascenso y un aumento de sueldo para su novia, Shaha Ali Riza, una empleada del Banco). Nada que comisiones especiales, voceros autorizados de la comisión, sesiones reservadas, citación a cientos de testigos, presupuesto para la investigación, investigación complementaria, etc., etc. Huevadas. Era demasiado tiempo y no podía tenderse al sol la reputación internacional de uno de los organismos financieros más importantes del mundo. Un par de sesiones y ¡zas!: Gringo, go home!. Sin mucho escándalo, además. Algo parecido debería ocurrir con los pillos que caigan en el Congrezoo. Aquí un editorial de ABC. “La dimisión de Paul Wolfowitz de la presidencia del Banco Mundial debería marcar un antes y un después en el método de selección y de gestión de los dirigentes de los dos principales organismos multilaterales de crédito. Ya es hora de que se rompa ese pacto no escrito según el cual la dirección del Banco Mundial recae en un estadounidense y la del Fondo Monetario Internacional en un europeo. Sería útil que esta grave crisis en la primera institución financiera de lucha contra la pobreza sirviera para impulsar una reflexión y una revisión de los Gobiernos sobre la filosofía que surgió en los Acuerdos de Bretton Woods hace hoy más de 60 años. Pero desgraciadamente no parece que a corto plazo esos derechos adquiridos de Estados Unidos y Europa vayan a modificarse un ápice. Washington ya se ha apresurado a indicar que propondrá en breve el nombre de un sucesor. Ojalá que esta vez lo consulte con los europeos y no que sea un trágala, como sucedió en 2005 con el dimitido presidente, que continuará en el cargo hasta el 30 de junio. Wolfowitz no sale por la puerta grande, pero tampoco por la de servicio. Es el peaje que el directorio del banco debe pagar al primer accionista: Estados Unidos. Se le reconocen sus méritos -abundantemente recogidos en el medido y pactado comunicado del consejo ejecutivo-, se acepta que no obrara de mala fe en la promoción e incremento salarial (un 36%) de su pareja y se concluye que es conveniente revisar el marco de gestión interna de la entidad. El comité investigador le había prácticamente sentenciado al observar que antepuso sus intereses personales a los del organismo. Con todo, la dimisión evita que la crisis se prolongue y que la credibilidad de la institución, ya de por sí dañada con o sin Wolfowitz, no se cuestione aún más. La renuncia del que fuera número dos del Pentágono y uno de los cerebros de la ocupación de Irak es un durísimo golpe para Bush. Pero más allá de lo que supone para el ya muy mermado prestigio del inquilino de la Casa Blanca, la principal lección de esta crisis es que no cualquier persona está capacitada para dirigir las riendas de una entidad como el Banco Mundial o el FMI. Y posiblemente Wolfowitz no lo era. Es justo reconocerle como acertado el principio de condicionar créditos al Tercer Mundo al buen gobierno y a la lucha contra la corrupción, pero eran más las veces que esa tesis se movía en función de que encajara con los intereses de la política exterior de la Administración de Bush. Wolfowitz entró en la sede como un elefante en una cacharrería. No entendió completamente cómo funciona un organismo internacional que nada tiene que ver con el Pentágono. Se trajo sus propios asesores y marginó a muchos de los directivos, lo que le supuso una vida ingrata en una casa compleja y burocratizada. En el pecado lleva la penitencia”.





BIOCOMBUSTIBLES. A propósito de un correo (sorry por la demora, Javicho) preguntando sobre el ‘boom’ de los biocombustibles a nivel mundial, he encontrado este artículo de Juan Incháustegui que nos aclara algunas cosas sobre el asunto, y sugiere mayor información si se quiere dar paso a la promocionada inversión en el rubro, pues de un tiempo a esta parte se le ha puesto el ojo a la caña de azúcar, el maíz, la palma aceitera, el maní, la remolacha, y hasta –en serio- al señor camote. Leamos. “¿Qué está pasando, qué hemos venido a 'descubrir', que los vegetales contienen energía? ¿Estamos regresando a la leña, la bosta o la yareta, que son tradicionalmente utilizados por los más pobres? En buena medida la respuesta es sí. Lo que está ocurriendo es que la crisis del petróleo ha disparado el precio de este combustible. ¿A partir de qué se creó el petróleo? Pues de sustancias orgánicas vegetales y animales, atrapadas en las rocas sedimentarias depositadas en ambientes marinos. O sea, de los mismos recursos que nuestra civilización consumista, depredadora e insaciable trata ahora de aprovechar o, mejor dicho, de quemar, a velocidad infinitamente superior, para mantener su ritmo de vida al precio que sea. Para iniciar el debate podemos comenzar por percibir la lógica perversa que podría estar detrás del impulso para producir biocombustibles. Se dice que con ello se aliviará la contaminación ambiental, el efecto invernadero y el cambio climático, pero se olvida que la producción de dichos biocombustibles requiere también de energía, porque es preciso arar el campo con máquinas, sembrarlo, preservarlo de plagas, cosechar y procesar los productos (cortarlos, molerlos o transformarlos, destilarlos --lo que requiere calor-- separar, decantar etc.). Es preciso hacer un balance energético entre lo que se consume y lo que se produce. Al respecto circulan cifras como las de David Pimentel y Tad Patzek, de las universidades de Cornell y de Berkeley, que sostienen que por cada unidad de energía fósil (petróleo o gas) usada en la producción de un agrocombustible, el retorno es 0,778 en el caso del metanol de maíz, 0,636 en el etanol de madera, 0,534 en el biodiésel de soya. Es decir, estaríamos contaminando más y estaríamos reemplazando alimentos por combustibles y, finalmente, usaríamos el agua, que es el bien esencial para la vida más escaso en la Tierra, para alimentar al monstruo insaciable de la depredación energética. Se podrá replicar que en el caso del etanol en Brasil se trata de tierra o inmensas áreas de la Amazonía, pero hay que preguntarse: ¿El cambio del bosque húmedo amazónico por caña de azúcar respeta la biodiversidad? ¿No producirá cambios climáticos? ¿No extinguirá formas de vida que solo se desarrollan en ese bosque? ¿Cuánto hay de cierto en que el cultivo de caña de azúcar en Brasil es motivo de cruel explotación infantil, como lo han denunciado muchos movimientos sociales de ese país? En el Perú la tierra agrícola es escasa y casi toda la costa es un desierto. Vale la pena iniciar un debate nacional sobre la conveniencia de la producción de biocombustibles. Las primeras instituciones que debieran tomar el reto de efectuar análisis técnicos y científicos sobre este debate, para investigar y aportar informaciones confiables y con el especial valor agregado de su origen, es decir el valor de hacerse en el Perú, son la universidades. Los partidos políticos y la ciudadanía tienen que informarse y conocer de qué se trata cuando se habla de producir biocombustibles, para estar en condiciones de formar y de expresar opinión. Solo entonces se podrán tomar decisiones sensatas que no comprometan el futuro del país”.




EL DIABLO Y PROCTER & GAMBLE. La semana pasada terminamos las biografías de los ricos y famosos del mundo empresarial. Para seguir un poco en la onda, dedicaremos en lo posible un espacio a las notas curiosas del mundo de los negocios. Iniciamos con esta. “Me ha dicho mi prima que si pones los discos de un mítico grupo al revés se escucha al diablo (...) En la curva de tal carretera hay una niña atropellada (...) Alguien encontró una uña de rata en una hamburguesa..." Estas son frases que todo el mundo ha escuchado alguna vez. Pero la multinacional estadounidense Procter & Gamble, dedicada a los productos de limpieza, higiene y alimentación, se había hartado de escuchar que era una fachada de un grupo satánico y llevó el caso a los tribunales. Y ya puede decir adiós a los rumores, porque ha ganado. P&G, fundada en 1837 y con sede en Cincinnati (Ohio), ha ganado el litigio que había planteado contra cuatro antiguos empleados de la empresa de distribución Amway, que difundieron los rumores en los que se relacionaba a la multinacional estadounidense con prácticas satánicas, y será indemnizado con 19,25 millones de dólares (14 millones de euros) por los daños que ha sufrido su imagen. En un comunicado, P&G, la mayor empresa de su sector en EE UU, anuncia que el viernes un tribunal de Utah falló en contra de los antiguos trabajadores de Amway, a los que encontró culpables de difundir rumores con el fin de desprestigiar la compañía y sacar provecho económico para sus propios negocios. P&G, responsable de los productos de marcas tan conocidas como Ariel, Oral-B, Duracell, Olay, Head and Shoulders, Gillette y Braun, adoptó el año pasado acciones legales contra varias empresas a las que acusa de violar su propiedad sobre las marcas que comercializa o hacer publicidad falsa acerca de los productos de belleza de la compañía. La sentencia se refiere a una demanda presentada por la compañía en 1995, en la que se denunciaba a varias personas que sostenían que uno de sus anteriores y más conocidos logotipos estaba relacionado con las prácticas satánicas. Los rumores se remontan a los años 80, cuando comenzó a difundirse la leyenda urbana de que era un símbolo que hacía referencia al diablo. Se trata de un dibujo en el que aparece la cabeza de un hombre barbudo con forma de Luna creciente, en el interior de un círculo en el que se aprecian 13 estrellas. Según explica Wikipedia, el rumor se basaba en un pasaje de la Biblia, en concreto del Libro de las Revelaciones 12:1, que dice: "Y allí apareció una gran maravilla en el cielo. Una mujer se vistió con el sol y la luna bajo sus pies y, sobre su cabeza, una corona de 12 estrellas. Así, el logotipo de P&G era, según la leyenda negra, una burla del símbolo divino. Además, donde la barba se encuentra con el círculo puede verse un enorme 666, el número de la Bestia. Por si esto fuera poco, hay quien ve también dos cuernos de carnero, que representan al falso profeta. Desde que llegaron a sus oídos, estas interpretaciones han sido negadas una y otra vez por la empresa y, a pesar de que jamás se presentó prueba alguna que las vinculara sectas adoradoras del diablo, el rumor siguió creciendo. Según la prensa de EE UU, cuatro empleados de Amway, que se dedica a la distribución de productos en comercios estadounidenses que son competencia directa de P&G, realimentaron en 1995 estos rumores al decir a miles de comerciantes que los beneficios de la compañía iban destinados a sociedades dedicadas a cultos satánicos. Se llegó a decir que el presidente de la compañía había aparecido un sábado en un conocido programa de televisión - el show de Phil Donahue- y allí se había declarado siervo de Satán. El directivo jamás hizo esas declaraciones ni salió en dicho espacio que, para colmo, no se emitía los sábados. La presión fue tal que la compañía decidió hace unos años cambiar el logotipo”.




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Sí, pues. Como afirma mi amigo el ‘Corrector’ de La Industria “es un misterio entender cómo operan los mecanismos éticos del ex presidente de la Corte, Carlos Tenorio (“maestro de ceremonias de los masones”), a quien la OCMA suspendió por 30 días por organizar una celebración en un restaurante cuyos dueños estaban siendo procesados por la justicia”. Tenorio –con cachita- se ha preguntado “qué tiene de malo ir a celebrar nuestro aniversario en ese restaurante?”, y estoy seguro que gran parte del cuerpo jurisdiccional –dado el nivel infra ético de los más- se hace la misma pregunta, pues celebrar diversas ocasiones en El Mochica ha sido prácticamente una “tradición trujillana”, creo que desde que existe la Corte. Encima ha salido a defenderlo el famoso “Decano del burbujas”, defensor de los más temidos delincuentes de Trujillo (con esos antecedentes: “no me defiendas compadre”). A ver, a ver… razonemos al “estilo” Tenorio, pues. Lo que el ex presidente esperaba –supongo- es que desde Lima lo nombraran presidente vitalicio de todo tipo de ceremonias en aquel restaurante, ¿no creen? Además, muy pocas veces se encuentra jueces tan generosos como para sacar del bolsillo 3 mil soles para pagar la cuenta, todo por el cariño que le tiene a sus trabajadores y a la institución. Qué tal cuajo!




Estuve en la ampliación del local de Bávaros, de mis amigos Moni (UPAO) y Tobbias. Los conozco desde que abrieron el kiosco en la esquina Ayacucho- España, con sus salchichas alemanas y sus “manzanitas ahogadas”. Hoy la ampliación luce decorados y mesas trabajadas por ellos mismos, además de una carta suculenta (me encanta esta palabra, me le enseñó una amiga hace poco). Siempre hay que celebrar que una empresa familiar se desarrolle y fije nuevas metas. Quedan todos cordialmente invitados. Salud!





Había escrito algunas líneas sobre el problema cocalero y el papel idiota que viene cumpliendo el Ministro “Chiquitín” Salazar, pero ya no tiene caso: Salazar renunció esta tarde y se fue de palacio en un taxi, acusando reprimenda de Jorgito (qué roche) y Caballo Loco. Ya antes había metido las cuatro, así que mantenerlo en el cargo hubiera tenido un alto costo político, además de nuevas dosis de litio para digerir las encuestas. Lo más probable es que los cocaleros ajusten sus medidas. Ojalá no se nombre a otro incompetente.



Hasta el próximo domingo…

Johnson Centeno

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