CAVILACIONES DEL ENEMIGO
El enemigo de mi país es la ignorancia. Ignorancia en su sentido más lato. Ignorancia que divide, que excluye, que distancia. Ignorancia como consecuencia de una pésima educación, en las aulas, en los clubes, en los medios, en las familias, en los partidos. Ignorancia cultivada por los gobiernos con calculado afán para explotarla cada tres o cinco años, y vivir de ella a sus anchas. Ignorancia que demarca territorios, microclimas y grupos humanos. Ignorancia con sabor a fujimorismo, toledismo, alanismo, acuñismo, ollantismo, castillismo, etc.
El enemigo es la pobreza como consecuencia de la ignorancia. La pobreza como maldición sobre la explotación de nuestros recursos naturales. La pobreza encaprichada en los territorios del sur que no pueden ser del norte. La pobreza que no es natural sino artificial. La pobreza como consecuencia de los fujimorismos, toledismos, alanismos, acuñismos, ollantismos, castillismos, etc. La pobreza material, pero también la pobreza mental y espiritual. La pobreza del alma que solo escupe odio. Que señala a los otros y persigna a los nuestros. Amén.
El enemigo es la política como consecuencia de la pobreza como consecuencia de la ignorancia. Los partidos no nacieron partidos, sino se parten en el camino: los parte el dueño o el padrino. Ajusta las puertas para que solo entren los nuestros. Así mantenemos a una tira de pillos peores que uno, pero confiables. Uno me cubre las espaldas, y otro me carga el maletín. Así nos reconocemos más fácil. Así no nos atrapa el brazo de la consecuencia. Por eso existen los fujimorismos, toledismos, alanismos, acuñismos, ollantismos, castillismos, etc.
El enemigo eres tú como consecuencia de la política como consecuencia de la pobreza como consecuencia de la ignorancia. Por eso sales a las calles sin norte ni sur. Por eso te gusta creer en quien no debes creer. Por eso eres fácilmente influenciable. Por eso juegas a ser niño en la violencia. Por eso equivocas el camino y disparas.
(*) Dedicado a los muertos de mi país.
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