NO ES CASUALIDAD

Por Johnson Centeno

1.- No es casualidad que el ‘experimento’ Guzmán tenga esta performance en un país donde en política puede pasar cualquier cosa. Ocurre lo que ocurre con cualquier candidato chico que ve la luz: en el camino tiene que tragarse sapos y hasta transigir con cocodrilos. Lograr la bendición de Nadine, si es que no la tuvo antes, significa una ventaja adicional a su candidatura, pero también puede jugarle en contra si lo agarra desprevenido. Por ahora lo que importa es negarla hasta en los sueños.

2.- No es casualidad que el Servicio de Inteligencia se haya transparentado en los titulares de los medios de comunicación, jugando en pared con las intenciones de Palacio, de cara a la segunda vuelta y los escenarios postelectorales (plan 'somos fuga'). Dicen que trabajan las 24 horas.

3.- No es casualidad que El Comercio y sus hermanos menores y entenados muestren los mejores afiches del ‘experimento’ Guzmán, junto a las portadas de colección de Keiko Fujimori, como queriendo congraciarse con Dios y con el diablo como lo hace en veinte uñas don Raúl Vargas vía RPP. Así ha sido siempre.

4.- No es casualidad que Caballo Loco parezca correr solo en Alianza Popular, esa asociación contranatura que se ha ganado una nueva página en la historia de ambos movimientos, ideada no para levantar vuelo por méritos propios, sino acaso por las desgracias de los otros, como manda el manual de Montesquieu. Su prédica ya no encandila y su ideario se han convertido en su propio verdugo: seguridad, crecimiento, empleo digno, honestidad. Por favor. Mientras tanto Lourdes es la chica que baila sola, y sigue ilusionada con el cuentazo de que Alan la apoyará el 2021. 

5.- No es casualidad que Acuña se haya estrellado de cabeza contra la capital del Perú, pensando que podía hacerla su chacra, como lo ha sido la UCV, la Municipalidad de Trujillo y el Gobierno Regional de La Libertad. Primero le sacaron plata como cancha, lo pusieron en las encuestas, luego le aseguraron que pasaría a la segunda vuelta, le sacaron más plata, y después le han dado en el suelo. Ay, los poderes fácticos, diría el hermanón Belmont.

6.- No es casualidad que Favre haya abandonado a Acuña, su mejor contrato 2016. Puedes ser un buen marketero pero hay tipos que tienen que volver a nacer para convertirlos en líder. Ni por millón y medio. Acuña ha necesitado evolucionar mismo Freezer para esta elección, pero no ha dado la talla. Si ese sortilegio que inspira su presencia en algunos eventos magnos de su Universidad se replicaba en la capital se metía la elección al bolsillo. Pero el CADE lo dijo todo. No todos son de raza distinta, ingeniero.

7.- No es casualidad que PPK se haya estancado como un coche viejo. Repetir la misma fórmula de la elección pasada, sin considerar los nuevos vecinos, ha sido un error que se paga caro, especialmente el hecho de haber descuidado un terreno invertido en redes sociales. Que un absoluto desconocido te lleve la delantera en el espacio virtual que tú una vez conquistaste es una cosa para enojar a cualquiera, y el tío se ha revelado como un tronco renegón. Dónde quedó la agenda modernizante del aparato estatal, sus propuestas viables para la juventud, las pequeñas empresas, etc. Nada. Prefirió bajarse el pantalón para que le toquen las bolas. Viejo ridículo.

8.- No es casualidad que Verito Mendoza y Barnechea sean los candidatos mejor plantados en esta contienda, pero con escasa posibilidad de crecimiento. Ambos merecen una mejor plancha y equipo. Su gente no les ayudan en nada porque no son cuadros políticos y técnicos de fiar. Con una se han juntado los personajillos que siempre viven tirando piedras al Estado, con ideas trasnochadas del siglo pasado, pero ellos mismos son cuando les liga algún contratito con el ogro filantrópico. Barnechea es un candidato de lujo para una república caucásica o para dirigir un postgrado en humanidades. Habla hasta por los codos, y elucubra escenarios monodimensionales. Es un político de salón que fuma malboros y publica libros. Que conoce los problemas por mando a distancia. No es un tipo de gestión que es lo que necesita este país. Alguien que se ensucie los zapatos para llegar a la punta del cerro, que oxigene la naturaleza del Estado y le dé un sentido de existencia. Que piense en los más. Que se la juegue por el Perú.