DIA D

Uff… si esta campaña duraba un día más por Dios que mi paciencia no iba a aguantar. Cada vez más odiosa, aborrecible, detestable.

Por eso me he despertado temprano, para desayunar temprano, leer los aburridos diarios temprano, y viciar mi voto temprano. Porque eso es lo que haré sin mayores editoriales. Ambos candidatos me han llegado a la coronilla, junto con sus asesores personajillos y medios de prensa. Me quedo en ese lado “tradicional” de los insufribles, suspicaces, maliciosos.

Ni Ollanta ni Keiko, quiero dormir tranquilo sin cargos de conciencia. Gane quien gane hay que seguir trabajo por el Perú, desde el lugar donde uno se encuentre, así sea desde un blog “inmoral”, o desde las cómodas oficinas de un departamento institucional. Nadie vendrá por ti “a rascarte las pulgas” (Diómedes B. dixit, en el café de Pizarro), y sea como sea el próximo Gobierno deberá extender la mano al otro en aras de la gobernabilidad y el consenso, y todos –todos- afinar bien la vista desde antes del 28 de Julio para nunca más ser un país desmemoriado.

Si nos paseamos por la red, sacándole la vuelta a esa estúpida medida prohibitiva de conocer las encuestas (gracias M. A. Ledesma), veremos que el cáncer lleva ciertos puntos al sida, o al réves. Por eso también me he levantado temprano: para pagar mi apuesta temprano, que seguro perderé (un cafecito y dos tamalitos, donde el gordo chismos de Dante), pero que cumpliré como los caballeros.

Aún así es perfectamente válido votar por uno de ellos, siendo “menos egoísta y pensando más en el bienestar de mi país” (sic), como es la pragmática filosofía del loco Fermín Villena, capuccino en mano, en las afueras del Starbucks.

En fin. Que empiece la fiesta.