AMARILLITO, AMARILLANDO

Por Dante Ramos de Rosas
Estuve hace poco en un enésimo evento de la ong Calandria para el eterno tema de reformar nuestra television estatal dando cabida a todas las voces, a todas las opiniones o posiciones.
De pronto un joven estudiante del V ciclo de periodismo de la acuñista Universidad de Sipán, exclama que tal vez el plan de amarillizar toda la prensa y comunicaciones que se urdió en la epoca de fujimori, ese sí fue un buen plan porque inundó literalmente los kioskos y las mentalidades de los lectores compradores de sentir y asumir que las personalidades influyentes y la sociedad entera eran turbias, eran no éticas, eran desfasadas, eran inelegibles.
Vale la pena sondear hasta donde se pueda quienes eran los cantaautores de tamaño amarillismo. Se ha hablado de Augusto Bresani, pero él solo fue ejecutor efectivo de la porqueria de portadas de calatas e insultos contra candidatos, etc. Los teloneros pensantes estaban compuestos por publicistas. Uno de ellos era Daniel Borobio. Recuerdo que en un video le sacude el cerebro a Juan Carlos Hurtado Miller, candidato a la alcaldía de Lima. Le habla desde su pelada hasta su dentadura, desde su discurso hasta su calvicie. De él se cuenta que vino al Perú desde Argentina en el primer gobierno de Alan. Peronista de primera hora. Todo para él debía ser espectacular. “La política es una gran opera vivaz”, proclamaba a los cuatro vientos. Le decía a todos sus compañeros de trabajo: “sonrían, sonrían, se les voltea el mundo pero siempre sonrían”. El hombre andaba sin céntimos pero sus labios dibujaban frescura.
Carlos Raffo es de otro lote. Trabajó con Oscar Dufour, padre en Interandina, pero no se puede decir de él que es brillante como Oscar, que era fino caballero de estrategias y tácticas.
El otro pilote de todo esto como amarillazo es Saúl Mankevicht. Mayeutica era su Agencia de Publicidad. Fue esposo de Maritza Garrido Lecca y algo le debe haber quedado para haber diseñado campañas contra los enemigos de Fujimori de forma atroz, tan atroz como un coche bomba de Sendero donde su mujer militaría más tarde –dicen que después de un alunado viaje a Cuba-.
Montesinos tuvo un solo mérito. Reunir a estas cabezas y acoplar a cada uno en su espacio. Radio, television o prensa o sicosociales en calles, webs, combis o taxis o murales o esquinas o funciones teatrales inesperadas en el Averno de Quilca o en el frívolo teatro Marsano, con perros de presa que soltaran chismes de alcobas, de palacio o de pasillos ministeriales o en garages de malls o porque no decirlo piticlines sueltos en servicios higienicos de bares de hoteles o saunas. Reunió toda la madeja donde el peruano común y silvestre se junta para rajar y poco a poco fue eligiendo qué temas soltar en la TV con la bozzo o con los cómicos ambulantes de pantel.
Fue un gran plan el amarillito, amarillando.
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