UN SILENCIO QUE PREOCUPA


Envío de Manuel Antonio Ledesma

Por Luis García Miró Elguera (*)

Beto” Ortiz denunció hace una semana que Miguel Ramírez, periodista investigador de El Comercio –y hombre de la anterior dirección del diario–, es amante de Blanca Burmester, una lobista cuyos contactos lindarían con el narcotráfico. Burmester trabajó con los hermanos Fernando y Lupe Zevallos. Y por si fuera poco, según Ortiz ahora está relacionada al grupo Sánchez Paredes. Es más, Ortiz acusó a Ramírez de haber viajado a EE UU invitado por los Sánchez Paredes, en compañía de la Burmester y de un miembro del citado grupo que viene siendo investigado por lavado de dinero y narcotráfico.

Pero, ¿cómo encaja la relación de este periodista de investigación con la actitud pulcra de un diario que se jacta de adalid en la lucha contra el tráfico de drogas? ¿Con qué derecho este periódico acusará en lo sucesivo de narcotraficante a quien sea, si su jefe de investigadores tiene una relación afectiva con la lobista de un grupo acusado de traficar con drogas? El caso más reciente de este tipo de señalamientos es el inefable Cataño, un sospechoso defendido por Lourdes Flores, otrora precandidata presidencial. Recordemos que Flores fue atacada a mansalva por El Comercio por su vinculación con Cataño; pero luego ese diario la impuso como aspirante a la alcaldía de Lima. Extraño el vuelco el del medio y sospechoso el giro de Flores, que transó bajarle el tono a su partido para beneficiar a Toledo, candidato del periódico.

Continuemos con la acusación de Ortiz. El hecho que el citado periodista de Investigación viaje al extranjero invitado por un integrante del llamado clan Sánchez Paredes –y la propia relación de su novia, lobista del grupo– lleva a lucubrar que cualquier acusación de narcotráfico que proceda del grupo de prensa para el que trabaja podría tratarse de un ajuste de cuentas entre la persona o grupo acusado y alguno de los clanes del narcotráfico: al que antes asesoró y/o al que ahora asesora la novia del periodista-investigador y/o nuevos mafiosos. Inclusive llama la atención la forzada portada –y página 2 entera– que publica ayer el citado matutino. Suena a vendetta contra Aurelio Pastor, para así deshacerse de otro potencial candidato aprista –ya masacraron a Jorge del Castillo– en procura de ganar todos los votos posibles para el toledano.

Muy sospechoso es todo esto. Más aún si después de una semana que “Beto” Ortiz presentara la acusación –pruebas al canto–, el diario guarda silencio. Resulta asimismo temeraria la forma como esta prensa abusa de su poder, convertida en auténtica máquina trituradora de honras y esperanzas de todo aquel que no forme parte de su plan. Este medio hoy busca imponer a su preferido como futuro presidente. Y no escatima en enardecer más el violentismo electoral, dejando en el camino una secuela de víctimas amargadas de un periodismo –el ”investigativo”- que cada vez se asemeja más al manejo de mafias extorsionadoras del espionaje, como el caso BTR, escándalo en el que está comprometido el consorcio mediático que lidera este diario. Cuidado que su jefe de Investigación –repetimos, hombre fiel a la dirección anterior y novio de lobista de acusados de narcotráfico– es pieza clave en el intento de eliminar a los contrincantes electorales de Alejandro Toledo, el hombre de El Comercio. Ojalá Francisco Miró Quesada Rada, director del matutino, adopte medidas correctivas.

(*) Director de Expreso

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