OTRA VEZ AUDACIA


Por Dante Ramos de Rosas

Hace unos días caminaba con Henry por Lima centro. Pensaba en cosas materiales pues no habían pagado. De pronto él leyó el espiritu impoluto de plata de Dante y me prestó un billete.

Salíamos de la factoría de videos y de pronto se nos cruzó una jauría de cánticos indescifrables. Eran los Hare Khrisna.

Detrás de ellos iba más calma una mujer con folletines.

En 1983 Augusto Cabada y Álvaro Vargas Llosa colaboraron con Luis Llosa para la serie televisiva “Gamboa”. Se trataba del matrimonio de la única hija de un millonario (Gustavo Mac Lennan) con un tipo hipereducado que personficaba José Enrique Mavila. Casi un idiota y de hablar gangoso.

La hija era la inolvidable Marilda Castro, una puber perturbadora. Así de sencillo. Tenía 14 años y unos ojos bellisimos de miel.

En la noche de bodas un seguidor de la secta hindú se trepa por el balcón del hotel y le dice “geminis, tú eres la luna y yo soy el sol. Vamonos”. Y ella fascinada se va con el desconocido del mundo inmaterial o de los intangibles vecinos de valores asignados en bolsa al azar.

Gamboa no puede resolver el caso. Piensa que son secuestradores o terroristas. Hasta que un día paseando por el malecón Cisneros, en Miraflores, observa una pareja de jóvenes con túnicas color salmón y los intercepta. Le grita a ella por su nombre y paraliza con sus pistolas a la secta cantarina.

Ella con ojos volados y dulces le dice que está bien, que no quiere regresar con su fustrado marido, que su espíritu está a salvo. Que siga su camino. Y Gamboa confundido consulta a sus colegas. Ellos le dicen que la chica está bien aunque huela a marihuana.

Gamboa le cuenta el episodio al padre que no comprende nada. “Pero si le dimos todo”. Y éste le recrimina el que la haya dejado ir. Lo quiere denunciar y hundir. “Sr., ví a su hija como la mujer más feliz del mundo. Nunca había visto un ser tan feliz”.

Gamboa, hombre divorciado y solo, creyó ver al fin en los ojos de Marilda al ser que seguro quería para sí algun día. En un rapto de insensatez arriesgó todo y se pasó al campo ajeno. ¿O enemigo?

Otra vez asoma lo de siempre. Occidente sólo te da lotes de petroleo pero nada de lo orientalmente interno. Y sí, a una mujer la seduces con tu audacia y más nada. Tanto Gamboa como el sectario que personificaba Juan Manuel Ochoa, que hizo de jaguar en “La Ciudad y los perros” compartian esa preciosa gema. La audacia.

Hoy escasa. Hoy mentira

Comentarios

Entradas populares