MI PRIMERA VEZ

Por Dante Ramos de Rosas
Se llamaba Fanny y tenía un lunar oscuro en el rostro, lo que la hacía especial como su sexo. Hoy ya no. Me asediaba mucho y yo –primerizo en las lides afectivas- no sabía qué hacer o decir o intimidar. Muchas veces se habla de la primera vez de las mujeres, y ellas dicen que fue doloroso y no gozaron nada. Claro pues, sino las humedecieron lo suficiente. No acercó el hombre su lengua a sus pubis, y dejaron sus dedos abandonados en lentas aguas húmedas.
En los hombres la cosa varía. En mi caso el asedio duró varios meses. Como buena Tauro, fanny era terca, obstinada y sexy. No sabía como darle el primer beso. Fuimos un día al camal de Salaverry porque nos habían pedido en clase de Biología una vejiga de chancho. Terminado el proceso en el camal nos fuimos caminando a la playa y allí la besé. Ella me sobó debajo de la bragueta y lo frotó, despertándome...
Reflexionaba ella: “Cuando el hombre acaba en la mujer, ¿luego se le baja no?”. Y yo asentía. Semanas más tarde planificamos el cómo perdernos juntos. Yo me orinaba. ¿Dónde y cómo la llevo? No era cuesiton de plata, la verdad ni me acuerdo. Quería algo diferente para mí y asumo que ése era mi lado femenino: el de hacer las cosas a mi modo, pues ella en su asedio había asumido una posicion fálica. Era la parte masculina de los dos.
Nos veíamos en parques mientras tanto, y me lo cogía y corria con sus dedos largos. Caminaba un líquido o aguita blanca en la punta de mi frágil penecillo. Y ella feliz de sus avances.
Entonces en la soledad de mi habitación de novel cachimbo de derecho –era 1987, octubre- carburé que si no tenía el valor de alquilar un hotelito, pues la llevaría al lugar más vacío del mundo: Una playa. Me despertaría temprano y a las 7 am cogería el Enatru en dirección a Huanchaco Perú. Caminaríamos rumbo al cuartel de pólvora al norte y nos tocaríamos.
A Fanny le encantó la idea. Se puso una falda blanca ligera, y un escote fabuloso. Tenía –tiene- unas tetas maternales y caderas muy suaves.
Llegamos al punto y ella me lo cogió. Lo corrió a veces duro, a veces algodónicamente. Me dolía pero aguanté como macho. Yo le sobaba el calzón con mis dedos y sentí un humor caliente bajo la tela. Luego lo toqué en carne viva y estaba tan tierno. Fanny se excitaba, gemía levemente. Bajé su prenda y me puse en su interior. Ella me guiaba. La sentí. Me sintió. Nos mecimos suave. Hasta que el asunto mío tuvo un problema hidraulico. No levantó mas porque nos pasó por encima una motocross gigante que atravezó la duna arenosa, asustandonos. Ya no pude armarme. Y ella entendió. Dijo que “lo excitante no era ser penetrada sino el momento. Así, al aire libre, desafiando todo”. Como ella. “Somos diferentes”, afirmó.
Esa fue mi primera vez pero no la de ella que hasta ahora busca su primera vez.
Dicen que las mujeres nunca olvidan al hombre que las desvirgó. Que siempre lo sueñan. En mi caso la primera vez nunca pasó.
Siempre estoy con el temor de que no se me pare por una razon maternal. Son las madres las que nos meten el vicio de que todo sexo debe darse dentro del matrimonio y no fuera. Lo religioso influye y sostenemos el temor de las madres de no embarazar a la chica. Ese trauma se instala en la mente de uno y torna impotente al hombre, lo frustra. Encima te dicen que uses “cauchitos”.
En fin. Primera vez significa sentirse nervioso asi la conozcas de mil años. Sentirse novato, porque hay que aprender siempre.
Desflorarse es lindo ¿no Fanny?

Se llamaba Fanny y tenía un lunar oscuro en el rostro, lo que la hacía especial como su sexo. Hoy ya no. Me asediaba mucho y yo –primerizo en las lides afectivas- no sabía qué hacer o decir o intimidar. Muchas veces se habla de la primera vez de las mujeres, y ellas dicen que fue doloroso y no gozaron nada. Claro pues, sino las humedecieron lo suficiente. No acercó el hombre su lengua a sus pubis, y dejaron sus dedos abandonados en lentas aguas húmedas.
En los hombres la cosa varía. En mi caso el asedio duró varios meses. Como buena Tauro, fanny era terca, obstinada y sexy. No sabía como darle el primer beso. Fuimos un día al camal de Salaverry porque nos habían pedido en clase de Biología una vejiga de chancho. Terminado el proceso en el camal nos fuimos caminando a la playa y allí la besé. Ella me sobó debajo de la bragueta y lo frotó, despertándome...
Reflexionaba ella: “Cuando el hombre acaba en la mujer, ¿luego se le baja no?”. Y yo asentía. Semanas más tarde planificamos el cómo perdernos juntos. Yo me orinaba. ¿Dónde y cómo la llevo? No era cuesiton de plata, la verdad ni me acuerdo. Quería algo diferente para mí y asumo que ése era mi lado femenino: el de hacer las cosas a mi modo, pues ella en su asedio había asumido una posicion fálica. Era la parte masculina de los dos.
Nos veíamos en parques mientras tanto, y me lo cogía y corria con sus dedos largos. Caminaba un líquido o aguita blanca en la punta de mi frágil penecillo. Y ella feliz de sus avances.
Entonces en la soledad de mi habitación de novel cachimbo de derecho –era 1987, octubre- carburé que si no tenía el valor de alquilar un hotelito, pues la llevaría al lugar más vacío del mundo: Una playa. Me despertaría temprano y a las 7 am cogería el Enatru en dirección a Huanchaco Perú. Caminaríamos rumbo al cuartel de pólvora al norte y nos tocaríamos.
A Fanny le encantó la idea. Se puso una falda blanca ligera, y un escote fabuloso. Tenía –tiene- unas tetas maternales y caderas muy suaves.
Llegamos al punto y ella me lo cogió. Lo corrió a veces duro, a veces algodónicamente. Me dolía pero aguanté como macho. Yo le sobaba el calzón con mis dedos y sentí un humor caliente bajo la tela. Luego lo toqué en carne viva y estaba tan tierno. Fanny se excitaba, gemía levemente. Bajé su prenda y me puse en su interior. Ella me guiaba. La sentí. Me sintió. Nos mecimos suave. Hasta que el asunto mío tuvo un problema hidraulico. No levantó mas porque nos pasó por encima una motocross gigante que atravezó la duna arenosa, asustandonos. Ya no pude armarme. Y ella entendió. Dijo que “lo excitante no era ser penetrada sino el momento. Así, al aire libre, desafiando todo”. Como ella. “Somos diferentes”, afirmó.
Esa fue mi primera vez pero no la de ella que hasta ahora busca su primera vez.
Dicen que las mujeres nunca olvidan al hombre que las desvirgó. Que siempre lo sueñan. En mi caso la primera vez nunca pasó.
Siempre estoy con el temor de que no se me pare por una razon maternal. Son las madres las que nos meten el vicio de que todo sexo debe darse dentro del matrimonio y no fuera. Lo religioso influye y sostenemos el temor de las madres de no embarazar a la chica. Ese trauma se instala en la mente de uno y torna impotente al hombre, lo frustra. Encima te dicen que uses “cauchitos”.
En fin. Primera vez significa sentirse nervioso asi la conozcas de mil años. Sentirse novato, porque hay que aprender siempre.
Desflorarse es lindo ¿no Fanny?

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