COLUMMAN/ DANTE RAMOS
LIBRE MERCADO PARA EL PISCO
Por: Dante Ramos de Rosas
Ud. es un agricultor lambayecano o liberteño. Tiene capital y tierras, siembra viñedos en los surcos de Jayanca, Salas o Motupe. A Ud. derrepente la va muy bien. Tiene alta productividad, su producto tiene salida en el mercado y un día se levanta con el pie derecho y decide producir pisco. Lo hace. Y empieza con una producción para abastecer el mercado local.
Le va tan bien que decide pisar con pies de plomo. Decide exportar. Tiene un asesor legal despistado que no le ha informado que existe una “norma” (¿debería llamarse barrera?) prohibiendo el uso de la denominación “pisco” a toda bebida alcohólica que no provenga de la supuesta zona originaria que va desde el sur limeño hasta Tacna.
El titular de ese organismo persecutorio de los intereses comerciales de medio Perú que se llama INDECOPI dice que “se puede comercializar el producto de los viñedos liberteños o lambayecanos o de donde sea, bajo cualquier nombre pero no usando el marbete de pisco. Se puede llamar aguardiente de uva, pasco o de otra manera. Pero no pisco”.
En otras palabras, para estos funcionarios públicos planillados, el Perú productivo se reduce a una franja costera pequeña que seria solo el sur peruano. Una vez más, con este casual ejemplo, nos damos cuenta que al peruano no es que le falten ganas de trabajar. Al contrario, le sobran y en demasía pero es la legislación caduca, insolente y mercantilista la que impide producir más y en todo nivel. En lugar de defender la libre competencia, el INDECOPI hace todo lo contrario, establece y defiende normas que impiden a los empresarios sean libres para producir riqueza y empleo.
En vez de levantar su voz contra una “norma” tan limitante de los ímpetus productivos locales, el INDECOPI avala la estupidez legislativa propiciada por unos cuantos productores que se han regalado para sí mismos un mercado rehén y monopólico del cultivo de vides dedicadas al pisco. Antes que obedecer a INDECOPI, primero es el libre mercado para el pisco.
Hasta la próxima semana
Por: Dante Ramos de Rosas
Ud. es un agricultor lambayecano o liberteño. Tiene capital y tierras, siembra viñedos en los surcos de Jayanca, Salas o Motupe. A Ud. derrepente la va muy bien. Tiene alta productividad, su producto tiene salida en el mercado y un día se levanta con el pie derecho y decide producir pisco. Lo hace. Y empieza con una producción para abastecer el mercado local.
Le va tan bien que decide pisar con pies de plomo. Decide exportar. Tiene un asesor legal despistado que no le ha informado que existe una “norma” (¿debería llamarse barrera?) prohibiendo el uso de la denominación “pisco” a toda bebida alcohólica que no provenga de la supuesta zona originaria que va desde el sur limeño hasta Tacna.
El titular de ese organismo persecutorio de los intereses comerciales de medio Perú que se llama INDECOPI dice que “se puede comercializar el producto de los viñedos liberteños o lambayecanos o de donde sea, bajo cualquier nombre pero no usando el marbete de pisco. Se puede llamar aguardiente de uva, pasco o de otra manera. Pero no pisco”.
En otras palabras, para estos funcionarios públicos planillados, el Perú productivo se reduce a una franja costera pequeña que seria solo el sur peruano. Una vez más, con este casual ejemplo, nos damos cuenta que al peruano no es que le falten ganas de trabajar. Al contrario, le sobran y en demasía pero es la legislación caduca, insolente y mercantilista la que impide producir más y en todo nivel. En lugar de defender la libre competencia, el INDECOPI hace todo lo contrario, establece y defiende normas que impiden a los empresarios sean libres para producir riqueza y empleo.
En vez de levantar su voz contra una “norma” tan limitante de los ímpetus productivos locales, el INDECOPI avala la estupidez legislativa propiciada por unos cuantos productores que se han regalado para sí mismos un mercado rehén y monopólico del cultivo de vides dedicadas al pisco. Antes que obedecer a INDECOPI, primero es el libre mercado para el pisco.
Hasta la próxima semana
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