MARIO REYNA, EL ALCALDE QUE NI REINA NI GOBIERNA
Se cumplen un año de la gestión del actual alcalde de Trujillo, Mario Reyna, lejos de consolidarse como un período de cambio y progreso, resulta marcado por la desorganización, la falta de estrategias contundentes y un preocupante aire de improvisación. La ciudad, que enfrenta problemas críticos como la inseguridad y el deterioro urbano, parece estar a la deriva, sin un liderazgo claro que la guíe hacia un futuro más prometedor, salvo en el coro de sus áulicos, cada vez en mayor número.
Reyna ha promovido un discurso de “exitos en infraestructura”, destacando la ejecución algunos proyectos viales, de los cuales solo algunos han sido culminados. Al analizar más de cerca, estas obras carecen de un impacto significativo en el desarrollo urbano de Trujillo. Las intervenciones en avenidas como Mansiche, Metropolitana I y Los Colibríes, aunque necesarias, no son suficientes para resolver los graves problemas de conectividad y tránsito en una ciudad en constante crecimiento.
Además, el presupuesto destinado a estas obras se queda corto frente a las necesidades reales de la ciudad. Expertos y ciudadanos coinciden en que no se han ejecutado proyectos emblemáticos que transformen el rostro de Trujillo, evidenciando una gestión más centrada en el cumplimiento formal de metas que en una visión integral de desarrollo.
Pero si hay un área donde la gestión de Reyna ha fracasado estrepitosamente, es en la seguridad ciudadana, y aquí no venga con el sambenito que no es su chamba. Aunque se han implementado tres centrales de videovigilancia y se ha fortalecido el patrullaje con el apoyo de fuerzas especiales, estas medidas son insuficientes frente al alarmante incremento de la delincuencia en la ciudad.
Trujillo, infortunadamente hoy por hoy una de las urbes más violentas del país, sigue padeciendo robos, extorsiones y homicidios a plena luz del día. La sensación de inseguridad entre los ciudadanos no ha disminuido, y las acciones municipales se perciben como parches temporales, má
s orientados a la imagen que a soluciones sostenibles.
s orientados a la imagen que a soluciones sostenibles.
Otro de los puntos más cuestionados es la elección de los asesores y gerentes municipales, casi de su misma talla o peor nivel. Diversas voces en el concejo han señalado que los equipos de trabajo de Mario Reyna carecen de experiencia y capacidad técnica. Las gerencias de Seguridad Ciudadana y Obras han sido objeto de duras críticas, con regidores exigiendo cambios urgentes para agilizar y mejorar la administración edil.
La percepción de una gestión amateur se refuerza con el bajo nivel de ejecución presupuestal en proyectos clave y la falta de una planificación estratégica a largo plazo. Este panorama no solo limita el desarrollo de la ciudad, sino que también mina la confianza de los ciudadanos en su gobierno local.
Mientras los problemas de Trujillo se acumulan, Reyna ha optado últimamente por adoptar un perfil altamente mediático, como si estuviera en campaña al mismo estilo del actual alcalde victorlarquense (¿Víctor Larco potencia mundial?), priorizando actividades que buscan visibilizar su imagen antes que resolver las necesidades de la población. Esta estrategia, de “figuretismo”, incluye desde apariciones constantes en medios hasta iniciativas como la veterinaria municipal, cuyo impacto real en la calidad de vida de los trujillanos es cuestionable. Menos bailes y más gestión, señor alcalde: En un contexto donde la ciudad exige liderazgos eficientes y comprometidos, esta búsqueda de protagonismo resulta ofensiva para una ciudadanía que demanda soluciones reales y no espectáculos políticos.
Así las cosas, el balance del primer año de Mario Reyna como alcalde es desalentador. Trujillo sigue atrapada en una espiral de problemas estructurales que su gestión no ha sabido enfrentar. Las obras superficiales, la inseguridad descontrolada, la falta de liderazgo técnico y el afán de protagonismo son las principales sombras que marcan este período.
La ciudad necesita un gobierno que no solo cumpla con ejecutar obras menores, sino que también tenga una visión clara y un compromiso genuino con el bienestar de sus habitantes. Es hora también que ponga gente seria al frente de transportes y no los inútiles de siempre. Si Mario Reyna no rectifica el rumbo de su gestión, corre el riesgo de pasar a la historia como el alcalde que ni reinó ni gobernó, dejando a la ciudad de Trujillo más vulnerable y desamparada que nunca.



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