BERTOLDO, BERTOLDINO Y CACASENO
“El hombre no debe
humillarse a otro”
(Bertoldo)
Los tres relatos que conforman “Bertoldo, Bertoldino y Cacaseno”, escritos por Julio César della Croce (los dos primeros) y Camilo Scaligeri della Fratta (el último), constituyen una sola saga, que desde su publicación en 1620, en toscano, lengua italiana, en la que escribieron Dante Alighieri, Francesco Petrarca, Giovanni Boccaccio, y luego Nicolás Maquiavelo, ha sido traducida a decenas de idiomas, para el deleite de adultos, jóvenes y niños.
La obra muestra a la contradicción como el motor que impulsa la existencia y desarrollo de los hombres, los hechos e ideas. La inequidad económica, social y política es el contexto sobre el que se describe la estética de los personajes y su conducta. En fin de cuentas, lo que trasciende es el contraste entre la monarquía, representada por el rey Albuino y la plebe personificada por Bertoldo.
La vida, ingenio y astucia de Bertoldo, un campesino rústico de mente muy aguda, en la corte del rey de los Longobardos, expresa una paradoja aparente, del hombre deforme a los cánones estéticos greco latinos, con una sapiencia de bello y noble; que esconde la verdad de la belleza espiritual, superior a la hermosura carnal.
La acción inteligente, el ingenio y las ocurrencias, discurren de principio a fin, en la corte, para bien y alegría de los monarcas; quienes valoran caramente la consejería de Bertoldo, su mujer Marcolfa, así como se regocijan de las torpezas de Bertoldino y Cacaseno.
La fortuna material del rey es contrariada y derrotada por la riqueza espiritual de Bertoldo, a quien el monarca reconoce su valía y nombra su principal consejero; lo que prueba, en plena era del conocimiento, que hace siglos la inteligencia es reconocida y usada como poder.
De otro lado nos enseña como la astucia puede manipular masas, como el caso de la supuesta ley a favor de la poligamia que puso a las mujeres contra el monarca.
Así mismo, el relato describe la vida simple y saludable del campesino, que es feliz como parte de la naturaleza en la que vive, mientras que los cortesanos, que se sirven de la naturaleza y sus cultivadores, tienen una vida artificiosa y contaminante, que daña su salud y el medio ambiente, costumbre que desgraciadamente atrapó a Bertoldo, lo enfermó y ocasionó su deceso.
En Marcolfa se aprecia la inteligencia de la mujer y la dignidad de la plebe. Es ilustrativo el diálogo con su nuera Dominga, aturdida al llegar a la corte, a quien le da ánimo y dice que los reyes no son seres superiores, sino personas carentes de atributos espirituales; advirtiéndole: “(a ellos) aprenderás a comprenderles por su miseria”; relievando de este modo la igualdad de la condición humana.
Las simplezas de Bertoldino, que superó en su adultez, así como la desaforada torpeza y glotonería de Cacaseno, que lo conduce hacia su muerte, matizan la narración y muestran que el genio e inteligencia no se hereda, sino se cultiva.
La obra debe ser leída y entendida en su contexto histórico, medieval, de subyugación de la mujer al hombre; pero que en el caso de Marcolfa supera con creces, cuando Bertoldo deja su aldea para vivir en la corte, gracias a que ella se integró a la producción, y asumió la dirección de la familia y el liderazgo de su comarca.
Este libro es un tributo al hombre y la mujer del campo, cuya inteligencia desarrollada por el cultivo de la tierra y la crianza de animales, le permite conocer su proceso, respetar la naturaleza y observar el día a día del desarrollo de la vida, tan extraña al cortesano que vive gracias a la servidumbre ajena.
Su contenido encierra un enorme caudal de reflexiones y enseñanzas que todo lector debe conocer. Muchas de ellas de aplicación a nuestro quehacer actual. De allí que nuestro esfuerzo editorial se haya reiniciado con su publicación.
Trujillo, 19 de noviembre de 2016
Roberto Alvarado Rubiños



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