EL DISCURSO BONACHÓN


Por Johnson Centeno.-

Bonachón: De genio dócil, crédulo y amable, según el DRAE. Francamente, si este va a ser el talante del Gobierno de PPK, desearía que el tándem Ollanta- Nadine se quedara en Palacio por el próximo quinquenio: nadie mejor que ellos para representar un estilo timorato, acomplejado y en automático. Y es que después de vendernos la hoja de ruta y deshonrar sus propuestas de campaña, estando como estamos en azul, nada peor podría pasarnos.

PPK, pues, ha debutado con cantos de sirena en su mensaje presidencial. Un país que demanda reformas urgentes y necesarias no pierde el tiempo buscando la zalamería desde las tribunas. En el mismo instante que el gringo pedía que sus principales alfiles se pusieran de pie y ensayaran su mejor sonrisa, en el sur los niños y animales se siguen muriendo de hambre, la gente de a pie casi no quiere salir de sus casas por la inseguridad, el trabajador ya no tiene voz para reclamar el reconocimiento de sus beneficios laborales, y los procesados en el Poder Judicial esperarán sentados un año más para que les dicten —por fin— sentencia. Quienes están felices desde el mediodía del mensaje son los nuevos agentes que rodean Palacio, los nuevos ‘Blumes’ que asesorarán para que “no haya más pobreza”, y los salientes, claro, que ya desfilan en olor de inmunidad. A ellos estuvo dedicado su tocada de flauta, y son ellos lo que le harán ‘olas’ en los próximos cinco años.

PPK ha sentido la pegada de los keikistas en el Congreso, y ha decidido replegarse como un bufón, apocado, pusilánime. No ha querido entrar al juego de tronos: su altura no le alcanza para ser un Tyrion Lannister en el camino del poder; más lo siento representando al secundario Varys, el eunuco. 

PPK debió comprometer a los del grupo naranja, dado que su concurso es vital para el buen manejo del país. Invitarlos a la fiesta. Pero no. Ninguna referencia, ninguna mención a sus votos absolutos. Comprometer su visión con toda la fauna política es la primera gran reforma que se esperaba; de otro modo, PPK jugará a ser una víctima permanente, y ya tenemos mucho de cierre de congresos y tanques en las calles. Si es inteligente, al reo más preciado lo tendrá reservado para un canje mayor, o lo mandará al desgaire como hizo Ollanta. Menudo trabajo el de Zavalita, su primer ministro.

Llevar agua y desagüe a todos los peruanos, prestar un servicio de salud pública de calidad, formalizar el país hasta el máximo posible, construir una infraestructura para el desarrollo, liberar a nuestra patria de la corrupción, discriminación e inseguridad, luchar con transparencia contra estos flagelos históricos es el estribillo que se repite cada cinco años, es la misma “agenda democrática” para el cantante de turno. Palacio debería patentarlo junto con una coreografía de los Húsares de Junín, así tendríamos un nuevo campo en el Escudo del Perú, junto con la vicuña, la quina y la cornucopia.

Sus alusiones al bicentenario siguen el mismo patrón emocional. El futuro no existe, o sirve tanto como el pasado. Es incierto como su existencia física de aquí a unos años. Hay problemas que resolver ahora mismo, no mañana. Lo de mañana déjalo para el Papa argento. 

Un discurso bonachón como el enunciado no es un mensaje inaugural en un país como el nuestro, sino para un templo mormón o para los viejos rotarios. PPK apostó por el aplauso fácil, por la palmadita en el hombro y el brindis con tinto Tabernero. Mejor se lo hubiera encargado al ‘PPKuy’.


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