QUOD ERAT DEMONSTRANDUM
Por Axel Buchheister.- La Tercera de Chile
ASI ES, ha quedado demostrado en los alegatos ante la Corte Internacional de Justicia -como sentenció en latín el jurista James Crawford- que nuestro país tiene la razón, la verdad y el derecho de su lado. Existen tratados que fijan la frontera marítima con Perú, que fue reiteradamente reconocida por el vecino del norte antes de empezar a fabricar un caso y asumida por las partes durante decenios.
Si no se ha informado sobre el asunto y alberga algún temor recóndito sobre la solidez del caso nacional, le sugiero leer el libro La defensa de Chile en La Haya (Luis Winter, Ediciones LyD). De modo sencillo, pero erudito, expone en apenas cien páginas en qué consiste la posición chilena y por qué tenemos incontestablemente la razón. Lo lee y queda como avión en el tema.
El único que parece no estar como avión ha sido el ex senador Carlos Ominami. Puso en duda nuestro planteamiento al decir que el de Perú no es un caso artificial, porque si fuera inventado no estaríamos en un pleito. Flor de sofisma. No sólo eso, también puso en duda que sea un tratado la declaración de ambos países denominada “Convención sobre Zona Especial Fronteriza Marítima” (nombre sugerente, cuando no dirimente), porque tiene sólo una página y no posee cartografía ni precisión técnica. Que se haya registrado por Perú y Chile como tratado en la ONU, y que obedezca a la definición que para éstos da la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados, no es suficiente para él. No, tienen que ser gruesos y con anexos. Entonces, cuando se traza un límite mediante una línea imaginaria en el mar siguiendo un paralelo, no basta con decirlo así, hay que escribir y dibujar harto para tener la razón. Vaya teoría.
En el juicio ya todo está dicho. Aunque resten alegatos de réplica, la artillería pesada ya fue descargada, y fue demoledora. Si los fallos de la CIJ, como han remarcado los expertos, se basan en el derecho, el que se dicte deberá favorecernos sin ambages. Eso creyó también Colombia que sucedería. Los expertos corrigen: no había tratado y nosotros sí lo tenemos. No es tan exacto, porque lo había (Esguerra-Bárcenas). La diferencia estaría en que el nuestro trata específicamente sobre el límite marítimo y no de la soberanía en una zona. Difícil desconocerlo entonces, aun para tribunales que les tienta ser salomónicos.
Lo bueno del fallo Nicaragua-Colombia fue que sacudió la desaprensión de la calle sobre la causa chilena. Y no crea que eso no importa, porque los jueces internacionales son más impresionables de lo que se cree. Sucede que las cortes internacionales se basan en la adhesión de los estados que se someten a su jurisdicción para resolver sus conflictos con las armas de la ley y no con las otras. Pero si sus jueces creen que la juridicidad la hacen ellos y que los derechos que asisten a las partes valen poco, entonces ya no interesa estar ahí. Si naciones con creciente prestigio se salen del sistema, como Colombia -que ya se retiró- y luego sucediera con Chile, que tendría que considerarlo si no se respetan sus derechos, eso no será indiferente para la CIJ, simplemente porque se puede quedar sola. Y todo comienza con lo que la ciudadanía demanda a sus líderes, que por cierto, han estado a la altura.




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rina valle.
Chiclayo