TEXCOCO 2012

Por Fernando Ophelan
Pensé que estaba en la puerta del Italiannis, llegué un poco antes y lo atrapé en el tower disco: Mi gurú mexicano estaba allí parado esperando que lo abrazara y le contara de mi experiencia como narco junior nacido en Sinaloa pero criado en Perú, sentado en primera fila en el palenque de la feria del caballo en Texcoco 2012.
Mi destino era Durango, todo estaba listo, los funcionarios, los periodistas y el paisa que me cuidaría mientras hago mi chamba libre de halcones o sapos y campanas en lenguaje perucho. Pero no contaba con los muertos en la calle un día antes de mi arribo ni con el ataque al convoy de mi paisa. Me dicen que varios rezaron en Lima para que no suba al vuelo de Aeromar: Se les hizo. Pero como entender lo que pasa hoy en México sin abusar de generalidades. Conozco y amo al país de los chilangos, paquita la del barrio, Carlos salinas, Pedro Aspe, Taco Inn. El país de Roger Bartra y Chapa de Mota. El país donde puedo escuchar a pablo milanés sin avergonzarme.
El palenque es un coliseo para pelea de gallos, unos cuatro mil asientos donde los gallos luchan hasta la medianoche. Allí luego de la matanza, la arena se cubre, las luces se ajustan y el público cambia de galleros a gallos: Funcionarios de gobierno, alcaldes, narcos, sus guaruras y sus colombianas, señoras del pueblo y grupos de cuates-patas todos con sombrero, igualitos que yo. Mi metida de pata ocurrió con el polo( playera) me puse de esos que compras en polvos azules de Lima a cincuenta soles, en Sao Paulo a ciento veinte dólares y que en México no venden. Pues sin querer me puse el polo del mismo modelo que usan los narcos, todos lo sabían pues con eso suelen detenerlos y mostrarlos en el noticiero de Joaquín López Doriga.
Así que no solo hice el papel, sino que lucí el vestuario adecuado. Las conversaciones valieron más que cinco libros en la Gandhi, más que todos los análisis de Samuel Gonzales: Comprendí que aunque nadie lo vea hay un hilo conductor entre esas realidades que son Michoacán, Durango y Sinaloa. Entendí como se le paga a las autoridades judiciales, ese mundo de costos ocultos con olor a cerveza Modelo y música grupera. En Michoacán la fusión entre familias tradicionales y la generación de los hijos y nietos de narcos está a punto de convertir esa ciudad en un Medellín aceptable de borrón y cuenta nueva.
En Durango las cosas son diferentes allí la pobreza, la sequía, los hijos de indígenas hechos mestizos, igual que en el Vrae peruano, prefieren ganar cien dólares a la semana para ser carne de cañón de los malos, al fin y al cabo terminar la escuela es una opción fallida, divertirse un poco y exhibirse en convoy en lugar de estar encerrados, es mas padre (bacán).
Mientras voy por el cuarto trago que me invitan mis amigos de Aguascalientes, están por entrar al escenario los Tigres del Norte. Debo confesar que ni con tragos bailo cumbia de los Yaipén o algo similar y menos chicha de Huancayo, pero aquí estoy sin nadie que me conozca de verdad en el corazón del festejo que une buenos y malos como en el Camino Brent de Huamanga en los días de la guerra, aquí estoy libre, cantando pacas de a kilo, jefe de jefes, la puerta negra y la granja. Sentí toda la emoción del mexicano que detiene sus operaciones federales de captura, sus acarreos de droga, sus campañas por Peña Nieto, Vásquez Mota o López Obrador para Presidente de la República ahora en Julio. Sentí el aroma de mi más sincera y multitudinaria soledad. Como si en el Perú los dueños de minas, los mineros, los radicales y la policía, además de los delincuentes se sentaran a beber en Aguablanca, juntos, invitados por Eddie Cóndor.
Vean este lugar, tiene tres tragaluces altos que iluminan los colores pastel de las sillas y las arañas y lámparas parecen el escenario de un rancho de verdad. Este es el escenario para llorar por todas estas contradicciones, un país donde una brillante corte suprema discute como enciclopédicos franceses en tv en vivo sus posiciones sobre el debido proceso a raíz de la posible liberación de una francesa acusada de secuestro, mientras aquí mismo donde estoy, dos horas antes de llegar, ajusticiaron a tres personas frente a la Feria del caballo Texcoco 2012. Nadie sabe quien fue, pero seguro se los agregan a los ciento cincuenta mil muertos de esta guerra del estado contra el crimen organizado en México, según cifras del Pentágono.
Estoy escuchando a la Sonora de Texcoco en medio de estas treinta bandas de música grupera que tocan en el patio central de la feria, con dos helicópteros cuidando y mil policías resguardándonos adentro. Este es el país que amamos y admiramos aun con su dolor, pero con una identidad que no será fácil superar. Narcos, curas, fresas, nacos, licenciados y diegos lunas, todos profesan un amor perverso pero amor al fin y al cabo por su patria. Esos dos días mientras los Tigres del Norte tocaban a un metro de mi y en la Basílica de Guadalupe también, respire eso que Denisse Dresser, Roldan Xopa y Jonathan Molinet me narran: No hay forma de dejar de ser mexicano aun.
Pensé que estaba en la puerta del Italiannis, llegué un poco antes y lo atrapé en el tower disco: Mi gurú mexicano estaba allí parado esperando que lo abrazara y le contara de mi experiencia como narco junior nacido en Sinaloa pero criado en Perú, sentado en primera fila en el palenque de la feria del caballo en Texcoco 2012.
Mi destino era Durango, todo estaba listo, los funcionarios, los periodistas y el paisa que me cuidaría mientras hago mi chamba libre de halcones o sapos y campanas en lenguaje perucho. Pero no contaba con los muertos en la calle un día antes de mi arribo ni con el ataque al convoy de mi paisa. Me dicen que varios rezaron en Lima para que no suba al vuelo de Aeromar: Se les hizo. Pero como entender lo que pasa hoy en México sin abusar de generalidades. Conozco y amo al país de los chilangos, paquita la del barrio, Carlos salinas, Pedro Aspe, Taco Inn. El país de Roger Bartra y Chapa de Mota. El país donde puedo escuchar a pablo milanés sin avergonzarme.
El palenque es un coliseo para pelea de gallos, unos cuatro mil asientos donde los gallos luchan hasta la medianoche. Allí luego de la matanza, la arena se cubre, las luces se ajustan y el público cambia de galleros a gallos: Funcionarios de gobierno, alcaldes, narcos, sus guaruras y sus colombianas, señoras del pueblo y grupos de cuates-patas todos con sombrero, igualitos que yo. Mi metida de pata ocurrió con el polo( playera) me puse de esos que compras en polvos azules de Lima a cincuenta soles, en Sao Paulo a ciento veinte dólares y que en México no venden. Pues sin querer me puse el polo del mismo modelo que usan los narcos, todos lo sabían pues con eso suelen detenerlos y mostrarlos en el noticiero de Joaquín López Doriga.
Así que no solo hice el papel, sino que lucí el vestuario adecuado. Las conversaciones valieron más que cinco libros en la Gandhi, más que todos los análisis de Samuel Gonzales: Comprendí que aunque nadie lo vea hay un hilo conductor entre esas realidades que son Michoacán, Durango y Sinaloa. Entendí como se le paga a las autoridades judiciales, ese mundo de costos ocultos con olor a cerveza Modelo y música grupera. En Michoacán la fusión entre familias tradicionales y la generación de los hijos y nietos de narcos está a punto de convertir esa ciudad en un Medellín aceptable de borrón y cuenta nueva.
En Durango las cosas son diferentes allí la pobreza, la sequía, los hijos de indígenas hechos mestizos, igual que en el Vrae peruano, prefieren ganar cien dólares a la semana para ser carne de cañón de los malos, al fin y al cabo terminar la escuela es una opción fallida, divertirse un poco y exhibirse en convoy en lugar de estar encerrados, es mas padre (bacán).
Mientras voy por el cuarto trago que me invitan mis amigos de Aguascalientes, están por entrar al escenario los Tigres del Norte. Debo confesar que ni con tragos bailo cumbia de los Yaipén o algo similar y menos chicha de Huancayo, pero aquí estoy sin nadie que me conozca de verdad en el corazón del festejo que une buenos y malos como en el Camino Brent de Huamanga en los días de la guerra, aquí estoy libre, cantando pacas de a kilo, jefe de jefes, la puerta negra y la granja. Sentí toda la emoción del mexicano que detiene sus operaciones federales de captura, sus acarreos de droga, sus campañas por Peña Nieto, Vásquez Mota o López Obrador para Presidente de la República ahora en Julio. Sentí el aroma de mi más sincera y multitudinaria soledad. Como si en el Perú los dueños de minas, los mineros, los radicales y la policía, además de los delincuentes se sentaran a beber en Aguablanca, juntos, invitados por Eddie Cóndor.
Vean este lugar, tiene tres tragaluces altos que iluminan los colores pastel de las sillas y las arañas y lámparas parecen el escenario de un rancho de verdad. Este es el escenario para llorar por todas estas contradicciones, un país donde una brillante corte suprema discute como enciclopédicos franceses en tv en vivo sus posiciones sobre el debido proceso a raíz de la posible liberación de una francesa acusada de secuestro, mientras aquí mismo donde estoy, dos horas antes de llegar, ajusticiaron a tres personas frente a la Feria del caballo Texcoco 2012. Nadie sabe quien fue, pero seguro se los agregan a los ciento cincuenta mil muertos de esta guerra del estado contra el crimen organizado en México, según cifras del Pentágono.
Estoy escuchando a la Sonora de Texcoco en medio de estas treinta bandas de música grupera que tocan en el patio central de la feria, con dos helicópteros cuidando y mil policías resguardándonos adentro. Este es el país que amamos y admiramos aun con su dolor, pero con una identidad que no será fácil superar. Narcos, curas, fresas, nacos, licenciados y diegos lunas, todos profesan un amor perverso pero amor al fin y al cabo por su patria. Esos dos días mientras los Tigres del Norte tocaban a un metro de mi y en la Basílica de Guadalupe también, respire eso que Denisse Dresser, Roldan Xopa y Jonathan Molinet me narran: No hay forma de dejar de ser mexicano aun.



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