MEA CULPA

Envío de Manuel Antonio Ledesma
Por Augusto Alvarez Rodrich
Benedicto XVI reconoce grave error ante pederastia.Hubiera sido preferible que la Iglesia Católica reaccionara mucho antes frente a la proliferación de denuncias de pederastia en su interior, pues ello habría evitado que se hiciera sufrir a tantos niños acosados por curas en diversas partes del mundo, pero no por ello deja de ser importante el mensaje que acaba de lanzar Benedicto XVI y que constituye, en la práctica, un reconocimiento del grave error cometido así como un propósito de enmienda.
Es evidente que la Iglesia Católica enfrenta en el momento actual una de sus mayores crisis de credibilidad y de confianza debido a todas las denuncias de abusos sexuales cometidos contra menores que se acercaron a la religión buscando una ayuda espiritual y lo que encontraron fue, en cambio, a un violador que aprovechó su situación de consejero para incurrir en delitos abominables como la pedofilia.
Dichas violaciones fueron realizadas en países tan diversos como Irlanda, Argentina, Chile, Holanda, Bélgica y Estados Unidos, o en México, España y América Central, donde el pervertido Marcial Maciel fundó la orden Legionarios de Cristo que funcionó en la práctica como fachada de sus aberraciones.
Pero peor que las violaciones fue el prolongado silencio cómplice de la más alta jerarquía católica para proteger a los pervertidos y conseguir la impunidad frente a estos delitos.Estos casos no se conocieron por una autocrítica de la Iglesia sino por las denuncias periodísticas hechas por medios prestigiosos como The New York Times, que atribuyeron responsabilidad a, al menos, dos papas: Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Como suele ocurrir, la reacción inicial desde el Vaticano hasta por parte de voceros formales e informales en diversos sitios como, incluso, el Perú, fue que las acusaciones eran parte de una campaña para desprestigiar al catolicismo.
Sin embargo, la fuerza de las denuncias derrumbó esas explicaciones y demostró que el motivo principal del profundo desprestigio de la Iglesia Católica ha sido el comportamiento de algunos de sus integrantes y la complicidad de las autoridades eclesiásticas.
Más vale tarde que nunca. Por ello, es particularmente relevante el discurso pronunciado el martes por Benedicto XVI en su viaje a Portugal, en el que realizó una dura condena a los abusos sexuales contra menores dentro de la Iglesia Católica y reconoció que la mayor persecución que sufre la institución no viene de los enemigos de afuera sino de sus propios pecados.
Ojalá que esto sea una señal del inicio de un proceso de revisión más profundo en la Iglesia Católica en relación con varias decisiones que la están volviendo una institución arcaica por su creciente alejamiento de la gente. Tanto los creyentes como los que no lo son debieran esperar un catolicismo más sólido y menos arrogante frente al error.



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