AQUÍ NO HAY ROMANCE

Por Jorge Luis Ortiz Delgado
El artículo de Luis Maldonado publicado en este semanariob [1] hace algunos días tuvo un título tan romántico como todo lo que venía después. Amo a esta isla era, mezcla de nostalgia y mágico socialismo del siglo XXI, un fugaz recuento de asombrosas razones por las que la revolución cubana convertida en una de las más longevas dictaduras totalitarias del planeta ha resistido todas las transformaciones que sí han tolerado las sociedades que en su momento padecieron autocracias e incontables crisis económicas llevadas por gobernantes incapaces de sostenerse en sistemas democráticos.
No quisiera detenerme en el desmontaje del mencionado artículo para su análisis porque hacerlo sobrepasaría con creces el espacio dedicado a esta columna. Sin embargo, conviene decir que mientras Maldonado minimizaba el abuso de poder y las limitaciones a las libertades individuales ocurridos en la isla para resaltar la ¿estoica? resistencia del régimen castrista durante casi 50 años, una joven cubana era galardonada con el premio Ortega y Gasset de Periodismo Digital que entrega todos los años el diario madrileño El País por –y cito textualmente la publicación española– la perspicacia con la que su trabajo ha sorteado las limitaciones a la libertad de expresión que existen en Cuba, su estilo de información vivaz y el ímpetu con el que se ha incorporado al espacio global de periodismo ciudadano.
Ocurre que Yoani Sánchez de 32 años de edad, filóloga de profesión y creadora del blog "Generación Y" revive con apuntes de la vida cotidiana desde su computadora y confundida entre los suburbios de la Habana los sucesos que marcan las leves expectativas de gran parte de los ciudadanos cubanos acostumbrados al desgano, y, a la vez, impaciencia que toda revolución produce cuando, precisamente, la utopía colectivista aplasta cualquier titubeo personal. Las opiniones de Yoani en el espacio cibernético, y de eso ella es conciente, rompen con la parcelación de la información dentro de Cuba, en donde la infame selección de ésta por medios oficiales encubren lo que en realidad ocurre afuera, en el mundo en donde no todo anda mal, al contrario de lo que divulga el periódico Granma.
Por eso, el sitio de Internet que fundó Yoani ha sido bloqueado y hasta filtrado en varias oportunidades por las autoridades cubanas: la información les hace daño. Era de esperarse que la semilla de inconformismo que ella ha sembrado en este medio, recibiendo alrededor de un millón de visitas al mes tanto de residentes de la misma isla como de exiliados y demás simpatizantes extranjeros (y no pocos opositores a sus mensajes) preocupe al régimen que ahora lidera Raúl Castro, que aunque vaya mostrando tímidas acciones de apertura económica, dirige a la nación con la misma prepotencia de su antecesor.
El segundo premio que ha recibido esta comunicadora –quien con ironía y algo de frustración narra este acontecimiento– ha sido uno muy especial y no necesariamente acompañado de aplausos por quienes se lo han entregado implícitamente. Ella ha decidido darle a esta condecoración el título de “blogger cautiva” puesto que el gobierno cubano mantuvo en espera el trámite de salida impidiéndole, así, viajar para recoger su merecido galardón en Madrid. Pero tan inútil como acallar a Yoani es impedir que el resto del mundo reconozca en ella la voz de millones de cubanos que vienen empujando muros, desmoronando mitos y ridiculizando consignas de una revolución que sólo representa símbolos absurdos de un régimen de partido único y empobrecedora economía estatal.
La revista Time, confirmando la significativa labor de Yoani Sánchez, la ha colocado dentro de las cien personalidades más influyentes del mundo, algo a lo que ella con enorme modestia ha respondido: “Sencillamente me dediqué a contar mi realidad desde el distorsionado foco de las emociones y las interrogantes”. Tan distorsionado como la expresión de un anhelo romántico por una experiencia exótica como la de la dictadura cubana que la propia vida, en aburrida pero necesaria democracia, parece negar a algunos como a Luis Maldonado.
El artículo de Luis Maldonado publicado en este semanariob [1] hace algunos días tuvo un título tan romántico como todo lo que venía después. Amo a esta isla era, mezcla de nostalgia y mágico socialismo del siglo XXI, un fugaz recuento de asombrosas razones por las que la revolución cubana convertida en una de las más longevas dictaduras totalitarias del planeta ha resistido todas las transformaciones que sí han tolerado las sociedades que en su momento padecieron autocracias e incontables crisis económicas llevadas por gobernantes incapaces de sostenerse en sistemas democráticos.
No quisiera detenerme en el desmontaje del mencionado artículo para su análisis porque hacerlo sobrepasaría con creces el espacio dedicado a esta columna. Sin embargo, conviene decir que mientras Maldonado minimizaba el abuso de poder y las limitaciones a las libertades individuales ocurridos en la isla para resaltar la ¿estoica? resistencia del régimen castrista durante casi 50 años, una joven cubana era galardonada con el premio Ortega y Gasset de Periodismo Digital que entrega todos los años el diario madrileño El País por –y cito textualmente la publicación española– la perspicacia con la que su trabajo ha sorteado las limitaciones a la libertad de expresión que existen en Cuba, su estilo de información vivaz y el ímpetu con el que se ha incorporado al espacio global de periodismo ciudadano.
Ocurre que Yoani Sánchez de 32 años de edad, filóloga de profesión y creadora del blog "Generación Y" revive con apuntes de la vida cotidiana desde su computadora y confundida entre los suburbios de la Habana los sucesos que marcan las leves expectativas de gran parte de los ciudadanos cubanos acostumbrados al desgano, y, a la vez, impaciencia que toda revolución produce cuando, precisamente, la utopía colectivista aplasta cualquier titubeo personal. Las opiniones de Yoani en el espacio cibernético, y de eso ella es conciente, rompen con la parcelación de la información dentro de Cuba, en donde la infame selección de ésta por medios oficiales encubren lo que en realidad ocurre afuera, en el mundo en donde no todo anda mal, al contrario de lo que divulga el periódico Granma.
Por eso, el sitio de Internet que fundó Yoani ha sido bloqueado y hasta filtrado en varias oportunidades por las autoridades cubanas: la información les hace daño. Era de esperarse que la semilla de inconformismo que ella ha sembrado en este medio, recibiendo alrededor de un millón de visitas al mes tanto de residentes de la misma isla como de exiliados y demás simpatizantes extranjeros (y no pocos opositores a sus mensajes) preocupe al régimen que ahora lidera Raúl Castro, que aunque vaya mostrando tímidas acciones de apertura económica, dirige a la nación con la misma prepotencia de su antecesor.
El segundo premio que ha recibido esta comunicadora –quien con ironía y algo de frustración narra este acontecimiento– ha sido uno muy especial y no necesariamente acompañado de aplausos por quienes se lo han entregado implícitamente. Ella ha decidido darle a esta condecoración el título de “blogger cautiva” puesto que el gobierno cubano mantuvo en espera el trámite de salida impidiéndole, así, viajar para recoger su merecido galardón en Madrid. Pero tan inútil como acallar a Yoani es impedir que el resto del mundo reconozca en ella la voz de millones de cubanos que vienen empujando muros, desmoronando mitos y ridiculizando consignas de una revolución que sólo representa símbolos absurdos de un régimen de partido único y empobrecedora economía estatal.
La revista Time, confirmando la significativa labor de Yoani Sánchez, la ha colocado dentro de las cien personalidades más influyentes del mundo, algo a lo que ella con enorme modestia ha respondido: “Sencillamente me dediqué a contar mi realidad desde el distorsionado foco de las emociones y las interrogantes”. Tan distorsionado como la expresión de un anhelo romántico por una experiencia exótica como la de la dictadura cubana que la propia vida, en aburrida pero necesaria democracia, parece negar a algunos como a Luis Maldonado.
[1] Semanario El Búho. Arequipa, 06 de mayo de 2008.
Lima, 29 de mayo de 2008.
Lima, 29 de mayo de 2008.


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